Encuentro Deseado

Capítulo 7

Cecilia ya no salió de su habitación, se quedó dormida mientras leía un libro. Ya todos estaban dormidos en la casa, Said estaba a 2 recamaras de Cecilia. Suplicaba para que su puerta estuviera abierta. Sin problema alguno pudo escabullirse a la recámara de Cecilia. Ella estaba acostada se veía tan hermosa con la luz de la luna entrando por la ventana cubriendo todo su cuerpo. El se acosto junto a ella. Susurró su nombre al oido.

—Cecilia, despierta.—

Cecilia aún adormilada abrió sus ojos. Se sorprendió de verlo ahí en su habitación, intentó gritar. Said la detuvo cubriendo su boca con la mano.

—No grites, soy yo Said.—

Cecilia no lo podía creer, estaba soñando, alucinando era el hombre de aquella noche.

—Te soltare si prometes no gritar.—

Ella aceptó moviendo su cabeza.

—¿Qué haces aquí?¿como me encontraste?—

—Mi hermano me trajo, me sorprendí al verte en tu foto familiar.—

—No puedo creerlo, pero aún así porque entraste a mi habitación como un ladrón.—

—Tenia que devolverte tú anillo.—

—Pensé que jamás volveríamos a encontrarnos. Ya daba mi anillo por perdido.—

—Eres socia de mi hermano, así que tarde o temprano te vería de nuevo. No he podido dejar de pensar en ti ni un solo día.—

—Tampoco yo, fuiste el primer hombre en mi vida.—

Cecilia y Said sentían como sus corazones latían, ella no resistió, así que se acercó para besarlo. Él correspondió a sus besos.

Entre besos y caricias se demostraban mutuamente cuanto habían anhelado estar juntos, Cecilia quería estar de nuevo entre sus brazos. El la desnudo, poco a poco el deslizaba sus manos por todo su cuerpo. Y besaba cada centímetro de su piel, Cecilia comenzaba a gemir. Ella también acariciaba su espalda y sus enormes brazos, Said estaba extasiado por el aroma de su cuerpo. Se besaban con tanta euforia, con ganas de devorarse. Said la colocó encima de él, y se introdujo dentro de ella. Era majestuoso ver su cuerpo desnudo frente a él, le excitaba tanto saber que él era el único hombre que la había tocado. Said la cambiaba de posición hasta que ella no podía más, así que juntos llegaron al clímax. Ambos se quedaron abrazados, ahora ella no se iría. Él es el que tenía que salir antes de que amaneciera. Cecilia rompe el silencio.

—Me encantó—

—A mi también, deseaba estar contigo.—

—Eres irresistible, ¿sabías?—

—Tu eres muy hermosa. Debería irme pequeña, antes de que me vean salir de tu recámara.—

—quédate cerrare la puerta con llave.—

—No le agrade a tu abuela, si me ve aquí me asesinara.—

—Mi abuela es muy dulce, ademas yo decido con quien estar.—

—Lo mejor es que no se den cuenta, así evitaremos malos entendidos. Solo soy un invitado.—

—No quieres estar conmigo, o es que ¿eres casado?—

—No, no estoy casado. Pero lo hago por tu abuela y también por mi hermano. Tiempo al tiempo. Eres mia entiendes. ¿Por qué no me dijiste quién eras?—

—Porque no soy como todas las mujeres, manejó la hacienda, las empresas, ayudó a la siembra de las tierras, a la cosecha, montó a caballo. Ayudó a nacer los becerros. Siempre visto con camisas y jeans. A veces llego toda llena de fertilizante. A los hombres como tú, les gustan las mujeres de ciudad. De vestido, manicura perfecta y maquillaje. Como el día que nos conocimos.—

—Pero eres muy hermosa, además eres dulce.—

—Solo contigo y además siempre me ves en la oscuridad.—

-En la mañana me invitas a montar y me dejarás decidir eso. ¿Te parece?—

—Está bien.—

Ambos se besaron y antes de marcharse a su habitación, él aprovechó para hacerla suya una vez más. Esta vez fue muy dulce, mientras estaba entre sus piernas el la besaba hasta arrancarle la respiración. Terminando, ella salió de la habitación para verificar que no había nadie, antes de irse Said volvió a besarla en la puerta. Cecilia se sentía feliz y plena. Se acosto de nuevo en su cama, durmió otro rato abrazando la almohada con el aroma de Said.

Said se sentía dichoso de haber estado con ella de vuelta. Aunque estaba aterrado por los sentimientos que nacían en él hacia Cecilia.

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