No hubo más palabras, mucho menos pensó que el chico de cabello azabache lo detendría, simplemente Taylor comenzó a caminar por la banqueta, con las manos dentro de los bolsillos, pensando en ese chico de piel pálida que antes lo había mirando con aquellos ojos acuosos de color gris que desbordaban infelicidad y tristeza.
No tenía idea de lo que había pasado, tampoco tenía idea de a quién era que le recordaba y tampoco iba a preguntarle, pero parecía bastante afectado por ello. Anteriormente ya lo había notado, y no era porque se la pasara espiando a su vecino, pero lo oía al salir todas las mañanas, y los domingos se percató de que salía prácticamente todo el día, volviendo tarde, llorando, con una expresión abatida, perdido, completamente solo siempre, y aunque sabía que no era de su incumbencia, de alguna manera le preocupaba.
De pronto, el claxon de un automóvil lo hizo salir de sus pensamientos con un pequeño brinco del susto, por lo que giró inmediatamente para reclamar al gracioso que le había hecho eso, pero grande fue su sorpresa cuando atrás de él no encontró el vehículo de algún extraño que le había querido gastar una broma, sino que estaba el vehículo de su vecino, Jake; así que se detuvo y esperó a que la ventana del auto quedara a su lado.
—¿Ocurre algo?— preguntó confundido.
—Es la primera y última vez que te llevó, ¿Entiendes?—sentenció el azabache con una mirada seria, a lo que Taylor únicamente asintió con la cabeza.
—Gracias.
Una vez más, subió al vehículo, y mientras este arrancaba, trató de no hacer ningún comentario, ni de hacer ninguna pregunta, simplemente trató, durante todo el camino, no decir nada, pues no quería incomodar a Jake, tampoco estaba seguro de si sus comentarios podrían hacerlo sentir mal nuevamente, por lo que prefirió quedarse callado, y para lo único que abría la boca, era para darle las indicaciones del hospital donde trabajaba como enfermero.
—Es allí enfrente— señaló, aunque ni bien terminó de decir aquella frase, el auto se detuvo abruptamente unos metros antes de llegar a la entrada.
No hizo falta que le dijeran nada, Taylor sabía que era momento de bajarse, así que desabrochó el cinturón, tomó sus cosas y bajó del vehículo, pero cuando cerró la puerta y se inclinó hacia la ventana para dar las gracias, Jake arrancó igual de repentino, dejando al joven enfermero con la palabra en la boca y una expresión de total desconcierto.
—Gracias— murmuró finalmente al aire, soltando después un suspiro, mientras se encaminaba dentro del lugar.
Por su parte, Jake manejaba casi desesperado lejos de aquel sitio, pues la razón de su repentina huida había sido precisamente el hospital; odiaba los hospitales desde el horrible día en que había perdido a William, y pese a saber que no fue culpa de los médicos, no soportaba estar ahí dentro, pues el dolor volvía como al principio y quemaba desde adentro,
—Cálmate— se dijo a sí mismo bajando la velocidad, deteniéndose en la esquina solo para calmar sus nervios, ya que no podía manejar en ese estado de alteración o podría causar un accidente. Cerró los ojos y recargó su cabeza sobre el volante, permitiendo que mechones de su flequillo se movieran desordenados sobre su frente. No quería recordarlo en esa camilla cubierto con una manta, porque le dolía demasiado.
«Cálmate» repitió en su cabeza, tomando y sacando aire lentamente, hasta que se calmó, y fue entonces que arrancó nuevamente el auto. Para ese momento llegar tarde ya no era su mayor preocupación, por lo que manejó despacio, hasta que finalmente llegó a un edificio grande, de unos veinte pisos que por fuera lucía muy elegante y ostentoso, con cristales tornasol por todas partes, y con unas letras enormes en la entrada principal que decían “Red Queen", nombre de la revista en la cual trabajaba como fotógrafo; una revista bastante popular entre los adolescentes.
—Buen día— saludó como si nada estuviera pasando en su cabeza, a pesar de que todos sabían su situación.
No era que le tuvieran lastima, simplemente sentían empatía y comprendían su tristeza disfrazada con tranquilidad.
—Buen día— respondieron sus compañeros viéndolo llamar al ascensor.
Las puertas se abrieron y antes de subir, Jake se encontró con una mujer, Elizabeth Jonson, una modelo poco reconocida a la que solía fotografiar de vez en cuando para algunos artículos o propagandas de la misma compañía, aunque Elizabeth no era solo una modelo, sino que también era su amiga y hermana de su difunto novio.
—Oh, Jake— le habló la chica rubia sonriéndole suavemente—, ¿Cómo estás? — preguntó de manera cuidadosa, sabiendo lo que eso provocaba en él.
—Bien— respondió al instante, pero ella sabía que era mentira.
—Ahora dime la verdad... ¿Cómo estás?
Jake la miró a la cara, y sus ojos se nublaron, pues Elizabeth se parecía demasiado a William, tenían los mismos ojos azules y redondos, grandes y llenos de brillo, tenían el mismo color de piel claro y el cabello rubio, la nariz respingada, los labios rosados y delgados, con una sonrisa gentil en ellos, así que no pudo evitar llorar frente a ella.
—Lo extraño mucho— confesó entre pequeños sollozos, y la mujer, al ver aquello, inmediatamente lo abrazó.
—Perdóname por preguntar... Yo también lo extraño, ¿Sabes?, pero Will era un chico muy alegre, siempre estaba sonriendo y miraba lo positivo de todas las cosas, incluso en los días más lluviosos, encontraba la manera de que fueran alegres y divertidos, por eso, odiaria verte con esa cara.
—¿Y qué hago? Dime... Antes de conocerlo, mi vida era totalmente solitaria, triste... y ahora que él se fue, simplemente he vuelto a dónde estaba al principio.
—No Jake, no puedes decir eso... mi hermano te amaba, amaba que a pesar de las dificultades siempre te ponías de pie. Sé que es muy difícil, a mi también me cuesta, pero por Will, estoy tratando de seguir adelante, mamá y papá también lo están intentando, porque sabemos que él no querría vernos llorando todo el tiempo, deprimidos, infelices, detenidos, así que no puedes solamente aferrarte a los recuerdos, no puedes aferrarte a Will... Jake— lo tomó de los hombros y sonrió sutilmente—Tienes que soltar el pasado y vivir el presente.
El azabache la miró fijamente y negó con la cabeza. Quería mucho a Elizabeth y siempre la consideró una persona sensata que sabía lo que tenía qué decir en todas las situaciones, pero por primera vez difería con sus pensamientos, pues estaba claro que él no quería superarlo, no quería olvidar nada, no quería dejarlo ir, quería aferrarse a esos recuerdos, pues a veces llegaba a pensar que el dolor que sentía era lo que lo mantenía a William vivo dentro de él.
—No puedo Liz, de verdad, no puedo.
Las puertas del ascensor se abrieron, y sin dar tiempo a más palabras, Jake salió rápidamente y comenzó a caminar sin detenerse, pese a que aún escuchó a Elizabeth gritar su nombre varias veces.
No quería soltarlo, y no le importaba lo que pasara...se prometió y se juró a sí mismo que jamás volvería a enamorarse, pues su corazón y su amor, le pertenecería por siempre a una sola persona...
Pero a veces las promesas y los juramentos tienden a romperse.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 9 Episodes
Comments