Recuerdos

La semana había comenzado como siempre desde aquel suceso, y la rutina era siempre la misma; Jake se levantaba a las seis de la mañana para salir a correr al parque que había cerca de su edificio, volvía, se duchaba, comía algo y se iba a trabajar, para volver a las siete u ocho de la noche a su departamento, y quedarse dormido en el sillón mirando fotografías que lo transportaban al pasado.

—Buen día joven— le saludó el guardia el edificio.

—Buen día Alfred— respondió Jake al hombre mayor, de cabello canoso y una sonrisa que hacía más visibles las arrugas de su cara—. Volveré en una hora.

El guardia asintió con la cabeza y Jake salió del edificio colocándose sus audífonos antes de comenzar a estirarse, para posteriormente, comenzar a trotar, y conforme pasaban los minutos, el sudor poco a poco empezó a manchar su ropa deportiva, pero él no se detuvo en ningún momento, pues el ejercicio era algo que lo distraía, ya que despertaba muy temprano y aveces no podía dormir debido a las pesadillas, o por el simple dolor que en ocasiones invadía su pecho.

Corrió sin detenerse, pero el aire pronto comenzó a faltarle y fue entonces que al fin se detuvo por un momento, apoyando sus manos en las rodillas mientras trataba de normalizar su respiración.

»—No seas flojo Jake... Te estoy ganando.

—Vamos Will, no soy tan ágil como tú.

—Eres un lindo perezoso— el jovencito de cabello rubio y mejillas rosadas soltó una risa al ver como su novio no podía ni siquiera caminar —. Vamos, vamos, que llegaré tarde a la universidad y tú al trabajo.

—Sólo un segundo más. Déjame tomar aire.

—A éste paso acabaré cargandote.

—No es mala idea, amor.

Jake rió, y en un rápido movimiento, tomó al joven de menor edad entre sus brazos y lo levantó, comenzando a dar vueltas con él cargando. William también rió estruendosamente y abrazó el cuello de su novio para besar sus labios.

—Te amo Jake.. Aunque seas un perezoso.

—Te amo más, Will.«

El joven de cabello azabache no pudo evitar soltar algunas lágrimas cuando esa imagen apareció en su cabeza, los recuerdos le venían en montones cada vez que pasaba cerca de un lugar donde estuvieron juntos, por lo que prácticamente todo le recordaba a su difunto novio.

No podía dejar de pensar en él, no podía dejar de pensar en lo que no pudieron seguir viviendo, en las cosas que les faltaron experimentar, en todo el tiempo que les fue robado, pero no podía hacer nada, lo único que hacía, era aferrarse a esos recuerdos sin intención de dejarlos ir nunca.

—Suficiente— murmuró mientras limpiaba el sudor, y al mismo tiempo, las lágrimas.

No podía seguir corriendo en esa condición, así que optó por volver al edificio, pero cuando llegó, nuevamente se encontró con aquel chico de cabellera castaña en el elevador. El jovencito le brindó una amplia sonrisa mostrándole esos dientes blancos como perlas y totalmente derechos, incluso pensó que debieron haberlos acomodado con una regla, cada uno en su espacio, eran perfectos.

—¡Hola!— lo saludó animadamente.

—Hola— contestó Jake algo fastidiado, mirando para otra parte que no fuera aquella deslumbrante sonrisa.

—¡Oye, adoro tu cabello!

El chico de piel pálida lo miró extraño, se preguntaba qué estaba mal con él, es decir, sonreía como tonto, parecía como si no tuviera problemas, además era bastante confiando a su parecer, y en cambio Jake en ese momento sólo conocía el dolor, la desgracia, la monotonía y la desconfianza. Sabía que la vida no era perfecta, y el sólo ver esa sonrisa en el castaño le provocaba unas tremendas ganas de gritar.

—No me interesa— desvío la mirada y siguió serio, tratando de ignorarlo, pero el castaño no parecía tener intención de dejarlo en paz.

—Eres muy pálido— mencionó Taylor ignorando la respuesta grosera del azabache—. Me gusta.

Y en ese instante, los ojos de Jake se abrieron de sobremanera y escuchó claramente la voz de William diciendo esas palabras en aquel momento.

»—¿Estás bien?— le preguntó Jake a un jovencito de cabello rubio que permanecía en el suelo con unos cuantos raspones y su bicicleta tirada a un lado, lo ayudó a levantarse y luego recogió su "Vehículo".

—Si, eso creo— sonrió logrando que sus lindos ojos azules captarán la completa atención del desconocido—. Gracias por ayudarme.

Jake abrió la boca para hablar, pero la belleza de aquel muchacho lo había dejado totalmente mudo. Nunca había visto a un chico tan hermoso como él, realmente era precioso, y solo para no perder la oportunidad de estar a su lado solo un poco más, lo acompañó hasta su departamento. Inevitablemente sus ojos se desviaban de vez en cuando para mirarlo, quedando totalmente cautivado por la fragilidad y la inocencia que desprendía.

—¿Estás bien? ¿Puedes caminar?— preguntó luego de unos pasos, pues su rodilla estaba completamente raspada.

—Oh, sí, gracias... Puedo caminar bien, no te preocupes.

El azabache asintió con la cabeza, y el silencio nuevamente se instaló al rededor de ellos, pero no era un silencio incómodo, sino más bien tranquilo, agradable, que los acompañó el resto del camino hasta que finalmente llegaron a un edificio de color rojo.

—Bueno, aquí vivo— informó el chico.

—Oh, linda zona.

—Sí...

Ninguno sabía realmente qué decir, pero el sonrojo en las mejillas del chico rubio fueron una señal para Jake de que tal vez su compañía no le desagradaba, así que ante la ausencia de palabras, ambos se sonrieron mutuamente, y el corazón del peli negro se aceleró de sobre manera.

—Soy Jake, por cierto.

—Un gusto Jake, soy William— estrecharon sus manos y se sonrojaron al instante—Oye... eres muy pálido... Me gusta.«

Los ojos de Jake se inundaron al recordar aquella escena, el día en que lo había conocido.

—¿Oye, estás bien?— preguntó el castaño un poco preocupado al ver que el peli negro palideció aún más de lo que ya estaba.

—Por favor— la voz de Jake se quebró y se volvió ronca—... Por favor no me hables más.

Las puertas del elevador se abrieron y Jake salió corriendo, dejando a Taylor algo confundido​ de nuevo, pero eso no fue suficiente para alejarlo, sino al contrario, lo motivó a querer acercarse aún más, por lo que la noche siguiente, cuando Jake volvía de su trabajo a las siete de la noche, al llegar a su departamento, encontró a Taylor frente a la puerta con un pastel en manos.

—¡Hola blanquito!— le saludó animadamente, como siempre—¡Te he traído éste pastel, es delicioso!

Por un instante, el ceño de Jake se frunció, y estaba dispuesto a rechazarlo, pero al ver el brillo en los ojos verdes de aquel joven, no se sintió capaz de hacerlo, pues estaban llenos de emoción y alegría, y a pesar de que no se sentía muy bien, entendía que no tenía el derecho de hacer sentir mal a otros.

—Supongo que, gracias— respondió con el ceño aún fruncido y lo tomó en sus manos. Después, sin decir nada más, se adentró al departamento azotando la puerta detrás de sí.

—¿Pero qué le pasa?—se preguntó Taylor con el ceño fruncido— ¿Qué le hice? aunque me alegra que recibiera el pastel, eso es un avance... o eso creo.

El castaño se encogió de hombros y se adentró a su departamento, ignorando que Jake estaba recargado en la puerta escuchándolo hablar.

—No me hiciste nada... pero tú me lo recuerdas bastante— murmuró, para después alejarse de ahí e ir directamente a la cocina.

Esa noche no tenía hambre, pero un trozo de pastel no le haría daño, así que cortó un pedazo pequeño y lo sirvió en un plato, acompañado con un vaso de leche. Después de eso, caminó hacia la sala y se sentó en su sillón favorito, uno individual de color café oscuro, mirando una fotografía en dónde estaba su mamá, William y él.

—No sé qué hacer— murmuró y tomó el primer bocado del pastel, sorprendiendose del sabor, era fresa, era su favorito— ¿Cómo supo?

Negó con la cabeza. Definitivamente era una coincidencia, pero ya estaba empezando a asustarse, y aún así decidió no darle tanta importancia, por lo que terminó la rebanada de pastel y tomó la fotografía entre sus manos, mirando detalladamente cada parte de ella, y poco a poco comenzó a quedarse dormido, igual que siempre.

La mañana siguiente, después de haber vuelto de su rutina de ejercicio diario, se ducho y enlistó, por lo que media hora después salía hacia su trabajo, y al encender el auto, la radio se encendió también, y como si el destino quisiera verlo sufrir, la canción que William siempre le cantaba estaba sonando.

Una canción muy infantil de hecho, pues siempre reía al verlo cantar y bailar igual que un niño, pues a pesar de tener veintitrés años, era bastante divertido, muy carismático y alegre, otra razón más por la que lo amaba tanto, porque era lo opuesto a él, y siempre alegraba sus días con ese encanto.

—Maldita sea— apretó el volante con fuerza y quiso mantenerse bien, quiso controlarse, pero las lágrimas lo vencieron y empezó a llorar.

De pronto escuchó un golpeteo en el cristal de la ventana, por lo que, con rapidez limpió los rastros de lágrimas y miró sólo para encontrarse con Taylor saludando desde afuera.

No entendía porque siempre tenía que encontrarse con ese chico, pero por simple educación bajó el vidrio y le miró fijamente sin hacer ninguna expresión.

—Hola blanquito, sé que dijiste que no te hablara y eso, pero eres la única persona que conozco del edificio.

—¿Y? ¿Qué es lo que quieres?- preguntó con fastidio.

—Bueno, mi auto no arranca y necesito de verdad llegar a mi trabajo.

—¿Y luego?

—Bueno, pues... Me pregunto si podrías llevarme.

Jake frunció el ceño.

—Lo siento, pero no me voy a desviar de mi camino sólo por...

—¡No, no, no!— le interrumpió moviendo las manos de un lado a otro negando— Sólo hasta donde puedas llevarme, después caminaré o tomaré el autobús, pero es que como sabes, por aquí cerca no hay paradas y tendría que caminar un montón, y de verdad es urgente.

Jake lo pensó por unos segundos, se sentía algo incómodo con la presencia del chico, especialmente desde que probó el pastel la noche anterior, pero realmente parecía apresurado en llegar.

—Bien... sube.

Taylor sonrió ampliamente mostrando sus dientes y con rapidez subió al auto, colocándose el cinturón de seguridad y soltando un suspiro de alivio.

—De verdad te lo agradezco.

—Está bien, pero no te acostumbres demasiado, es solo por esta ocasión— mencionó arrancando el vehículo.

El trayecto fue silencioso. Excepto por la música del radio, ninguno de los dos decía nada, Taylor miraba por la ventana mientras que Jake iba concentrado en el camino, y al llegar al primer semáforo, el peli negro se detuvo y buscó otra estación del radio, no porque le desagradaba ese tipo de música, sino porque le recordaba a William. La luz del semáforo cambió y avanzó de nuevo. Unos metros más adelante, por segunda vez la misma canción empezó a sonar, aquella canción que para su gusto resultaba algo infantil.

—¡Oh, adoro esa canción!— exclamó el castaño.

»-¡Adoro esa canción!- gritó William emocionado y empezó a cantar.

Era la segunda cita que Jake tenía con él, y a decir verdad, la pasaban muy bien juntos, podría decirse que eran totalmente compatibles, y para Jake, era realmente perfecto cada instante, riendo, conversando, incluso mirando maravillado las expresiones de William, el cómo cantaba con su voz angelical.

—Hmm, es algo infantil.

—Oh vamos, no seas amargado, la canción es muy alegre y además si la cantas en voz alta es divertido... ¿Por qué no lo intentas?

—¿Qué?

—¡Canta conmigo!

—No, ¿estás loco?— rió suavemente, pero ante la insistente mirada de William, no tuvo más opción que suspirar y entonces comenzó a cantar también.

—¡Sí! ¡Estupendo!

El auto se llenó de risas y música a todo volumen.

—Creo que empieza a gustarme también- mencionó el peli negro con una sonrisa, causándole un sonrojo al rubio.«

Jake frenó repentinamente el vehículo e inevitablemente las lágrimas de nuevo habían nublado su vista al recordar aquel momento.

—¿Oye, estás bien?— preguntó Taylor algo confundido y preocupado al ver aquella reacción— ¿Dije algo malo?

El peli negro apagó la radio abruptamente y miró al chico a su lado, quien le observaba con algo de angustia, pues los sollozos que dejaba salir eran muy lastimosos, y no iba a negar que sintió vergüenza de ser visto, pero no podía evitarlo.

—N-No— habló con la voz entre cortada—. Es... Es sólo que...me recuerdas a alguien y...

—Y te duele, ¿Cierto?— Jake sorbió su nariz y asintió con la cabeza— Lo siento— soltó Taylor​ de la nada, con la cabeza baja—. Mi intensión no era incomodarte, y mucho menos hacerte sentir mal— miró hacia sus manos y permaneció en silencio por unos segundos antes de tomar la manija del auto— De verdad lo siento, espero que pronto estés mejor.

Sin decir nada más, salió del auto y Jake solo pudo verlo cruzar la calle para empezar a caminar en dirección contraria a donde él se dirigía.

Capítulos

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play