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...Etham...

Desde que tengo memoria mi única madre siempre ha sido mi abuela, la única que se preocupaba por mi, me amaba, hasta que un día me arrebataron de sus brazos para encerrarme en una casa, mientras que ella moría sola en un hospital.

Unas personas serias y frías como los pixies de los padrinos mágicos, supuestamente me cuidaban, luego con el tiempo tras escuchar a escondidas me enteré de que solo se casaron y me tuvieron para ascender en sus trabajos liderados por ancianos con costumbres de la colonia.

Yo… Yo tengo envidia de mis vecinos, se quejan de no tener privacidad, pero ellos no saben que tiene un gran tesoro, una familia enorme, se quejan que casi pelean, pero al menos eso es algo de comunicación, no como en mi caso que desde el amanecer y anochecer, todo es un silencio profundo.

Por ser excesivamente alimentado por mí abuela, de niño fui regordete, pero mientras iba creciendo iba adelgazando, agregando que ahora solo comía lo que yo solo me cocinaba, y como me daba flojera cocinar, me acostumbre al hambre.

Cuando iba en 5.º de primaria solo tenía un ligero sobrepeso, pero como iba en el mismo salón que Lucas, veía como le molestaban por su peso los demás niños y él solo lo tomaba como un juego entre compañeros.

Siempre sonriente ante las cosas malas, quería ser como él y con el tiempo esa sonrisa me empezaba a gustar más.

¿Estaba loco?

¿Cómo podría gustarme su sonrisa?

¡Él es un hombre!

Tal vez no era él, el que me gustaba sino su hermana... Total son mellizos, son similares.

Traté en verdad que me gustara Lucía, le hablaba más de lo normal para conocerla, le sonreía más y ella a mí, pero cometía un error.

Por más que intentará enamorarme de ella, no pude. No obstante, ella sí se fijó en mí y destruí ese lazo especial que tenía ella con su hermano. Y de paso hice trozos esa sonrisa especial de aquella persona que me atraía.

Un día, llegué a la conclusión que ella no me atraía sino su hermano, mi mente era un caos, porque según la iglesia, los profesores, y mi abuela, lo natural es que me guste una chica...

Y cuando luchaba contra mi mente, ella se confesó.

Lucía, era mi amiga, vecina, creí que entendería, pero no, confíe mis más profundos pensamientos y el caos por el que pasaba mi cabeza, creí que me entendería.

Fui ingenuo

Ella me dio la espalda, me gritó FENÓMENO y se fue corriendo.

Al día siguiente vi a Lucas en clases, triste, y cuando un compañero empezó a molestarle sobre su peso, este simplemente se paró y agredió al que le insultaba.

Desde ahí su sonrisa se fue, parecía más tímido, se alejó de todo, incluso sentía que tenía una pared entre él y yo, cada vez que intentaba hablarle.

Y un día, escuché desde mi casa, como movían y arrastraban muebles en a vivienda vecina.

Lucía y Lucas que desde bebés compartían cuartos, ahora se separaban.

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