- Nada es más importante que ser el corcel de esta princesa… - contestó faltándole el aire y mientras la acercaba para que Leandro la tomara de sus hombros
- Será mejor que entrenes entonces – dijo señalándole lo agitado que había quedado mientras que Corina trataba de zafarse de los brazos de su padre para alcanzar a Tazz
- Es increíble cómo se quieren – Mauricio miraba como Tazz pacientemente soportaba a Corina amasándole el pelaje totalmente concentrada en el proceso
- Es el único momento que está en silencio – Leandro sonreía mientras que se sentaba - Tazz tiene un efecto tranquilizador en ella – y mientras la acariciaba suavemente en la cabeza agregó – es la mejor niñera, la más meticulosa porque no la deja de vigilar en ningún momento.
- Cuando camine va a ser un peligro con lo inquieta que es – dijo Mauricio angustiado
- Tienes razón, vamos a tener que enseñarle a Tazz a que la arrastre sin lastimarla – dijo pensativo y riendo agregó – pero ahora sí, dime lo que viniste a decirme antes que se active nuevamente.
- Sabes que hace dos años la naviera entró en crisis – Leandro asintió – fue cuando un inversor propuso unir nuestras familias a través del matrimonio.
- Recuerdo cuando me lo propusiste, fue nuestra última pelea – dijo acomodándose en el sillón
- Cuando le dije que no aceptabas, propuso ser socio y fue así que se convirtió en dueño del veinte por ciento de la naviera – acercándose nuevamente agregó – la venta tenía una clausula, que como soy solo un albacea, estaría sujeto a tu aceptación cuando asumieras la dirección.
- Pero supongo que si no quiero tengo que devolver el dinero más los intereses – Mauricio asintió –
- Luego de nuestra sociedad, ellos han traído también unos clientes importantes que fue lo que permitió que saneáramos nuestras cuentas y tuviéramos superávit en este último año
- Es decir que no sería muy justo si los sacara de la empresa después que ayudaron tanto – dijo Leandro reflexionando
- Te lo digo para que estés enterado de toda la situación antes de la reunión – dijo sonriéndole – tendrás que analizar los números que te entreguemos y luego podrás tomar una decisión.
- ¿Era su hija la chica con la que me tenía que casar? – preguntó curioso para analizar el carácter de su socio
- No, su hermana – contestó algo avergonzado – Ellos son Carla y Renato Marino, él tendrá unos diez años más que tú y ella algunos menos, no lo sé exactamente.
- ¿Y cómo llegaron a nosotros? – le señaló a Corina que los miraba a ambos como si siguiera la conversación.
- Me dijo que su padre Vittorio Marino había sido amigo de tu madre y que recientemente había fallecido y la estaba buscando para cumplir con su última voluntad.
- ¿Y cuál era esa última voluntad? – estaba más que intrigado
- No quiso decirme – dijo haciendo una mueca de no entender el motivo - cuando le dije que había fallecido ocho años atrás – continuó algo compungido – primero se sorprendió y luego dijo que la muerte dejaba sin efecto la última voluntad.
- Suena raro papá – dijo sopesando la situación – me intriga lo de ese Vittorio… ¿alguna vez mamá te habló de él? – Mauricio negó lentamente – tal vez André sepa algo…
- Puede ser… - Mauricio estaba sorprendido – no se me hubiera ocurrido, pero tampoco se lo hubiera preguntado – agregó riéndose
- Pobre André – dijo Leandro de pronto – trata de llevarte mejor con él.
- Yo no le he hecho nada… - se puso a la defensiva – trato de hablarle lo menos posible.
- Justamente papá… - dijo como si fuera una obviedad – es mi suegro… es importante para Laura y para mí reconstruir la familia
- Trataré hijo pero no te prometo que mañana va a ocurrir – dijo malhumorado – y que te quede bien claro que lo hago únicamente por Laura.
- ¿Qué harás por mí? – dijo Laura mientras que se aproximaba desde la espalda de Leandro, pudo leer los labios de Mauricio, pero no sabía lo que le había dicho Leandro.
- Hola preciosa – saludó Mauricio con alegría al verla
Leandro vio como daba vuelta a los sillones para abrazarse a Mauricio y estamparle un beso sonoro en la mejilla… siempre lo hacía y siempre conseguía ruborizar a su suegro.
- ¿Y bien? – dijo mirándolo de frente para darle a entender que esperaba su respuesta
- Tratarlo mejor a André – dijo avergonzado y Laura sonrió encantadoramente
- Mejor hazlo sufrir un poquitín más – Laura se colgaba del brazo de Mauricio riendo
- ¿Te está tratando bien? – Mauricio se preocupó de pronto – ya sabes… si este – dijo señalando a su hijo- o tu padre te tratan mal solo debes decirme y los pongo en vereda en seguida.
- Eres el caballero en armadura que todas las mujeres queremos – dijo riendo – pero los dos realmente se están portando muy bien conmigo y con tu nieta – y haciendo una seña con la cabeza hacia Leandro agregó en voz baja para que no escuchara– y tu hijo es igual a ti.
- Me alegra mucho saberlo – dijo abrazándola
- ¿En algún momento vas a soltar a mi mujer para que me salude o te tengo que echar para quedarme a solas? – Leandro simulaba estar celoso
- Me voy solo – dijo sonriendo mientras que se agachaba para besar nuevamente a Corina – pasado mañana Renato va a ir a la naviera y quiere conocerte…
- Está bien papá – dijo para tranquilizarlo – vamos a ver qué tal me cae mi socio.
No pudo evitar un escalofrío que le recorrió desde la base de la nuca hasta la cintura, y su rostro cambió rápidamente, un rictus apareció en su boca cuando quiso sonreírle despreocupado a su padre mientras se despedía.
Quedó un tiempo mirando la puerta por donde había salido Mauricio, no supo si fueron segundo o minutos, de pronto el tiempo se había relativizado, cuando volvió en sí, giró para ver a Laura y ella lo miraba detenidamente.
- ¿Qué sucede amor? – dijo Laura mientras se aproximaba a él
- Nada… - le contestó mientras la estrechaba entre sus brazos – sentí un escalofrío, pero ya pasó…- y para que no siguiera indagando agregó haciéndose la víctima - ¿será que puedo conseguir un beso como el que consiguió mi padre?
- En realidad tenía pensado darte un beso mucho más interesante – lo decía con voz seductora – pero si es eso lo que quieres… - y le estampó el beso sonoro en la mejilla
- No seas mala amor… - le abrazaba más fuerte – no puedo negarme a los besos “más interesantes” que quiera darme…
Laura levantó las manos hasta el rostro de Gazz y le acarició suavemente, hizo una mueca de sorpresa y le acaricio el entrecejo, hacía mucho tiempo que no lo había visto fruncir el ceño, algo le estaba preocupando, pero era obvio que no se lo quería decir, por lo menos por ahora.
La miraba fijamente, y esos ojos negros que tanto amaba Laura tenían un brillo tentador, estaban tan encendidos como la vez que le pidió matrimonio, ella podía sentir como el cuerpo de su marido comenzaba a languidecer y a relajarse con el simple toque de una caricia, los nervios, el estrés, los problemas desaparecían para Gazz cuando ella lo acariciaba.
El embarazo la había cambiado sutilmente, parecía más madura, unas tenues ojeras solían estar presentes, las curvas se le habían redondeado y eso le sentaba de maravillas, había pasado de ser una joven algo desgarbada a una mujer con una presencia casi imponente.
Con otro tipo de ropa, algo más sensual, seguramente le generaría muchos celos. Bueno, en realidad así como estaba en ese momento, con ropa casual, unos jeans y una camisa sencilla, con una coleta en lo alto de la cabeza y apenas un poco de color en los labios, ya era capaz de ponerlo celoso y aunque no quería ser un machista acomplejado, no quería que nadie tuviera acceso a esos “besos más interesantes” que tenía planeado para él. Y la besó.
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