Capítulo 3

Luego de esa trágica noche Iris se aisló de todos, ya no salía, no recibía visitas y al rey no quiso verlo nunca más. Tomó posesión de un pequeño palacio lo bastante alejado de David y se mudó del palacio real que, se supone, tendría que compartir con su esposo. Esta era la primera vez que una pareja imperial no vivía en el mismo palacio, por lo que fue el chisme entre los sirvientes, que rápidamente se esparció entre los nobles, ocasionando un verdadero sin fin de especulaciones.

La pobre no pudo llegar a entender que si bien el rey si la había violado, no lo había hecho consiente, que todo había sido una retorcida trampa creada por su propia familia. Además, nunca dejó a su esposo explicar que es lo que había sucedido esa noche. Solo se aisló de él y del mundo. Él era el único culpable en su mente. Nunca llegó a enterarse de que sus padres eran los verdaderos responsables de la trágica noche de bodas que ella había tenido.

Después de tres meses, en donde Iris estuvo recluida y aislada de todos en su palacio, donde no se alimentaba bien y cada día sus doncellas, quienes trataban de cuidarla lo mejor posible, la veían peor, dando el resultado que un día ella se desmayó. Cuando despertó se vio rodeada de doncellas y el médico real, enterándose allí de que ella estaba embarazada.

Esa noticia fue la peor que le pudieron haber dado, luego de lo que le había pasado hace unos meses. Estaba completamente desquiciada, ya que para ella el haberse enterado del embarazo era simplemente revivir lo que le había pasado, por lo que solo había querido acabar con la vida de ese bebe. Incluso trató de matarse ella misma para así matarlo también, tomo un cuchillo y se cortó las muñecas, pero una de las doncellas la encontró justo a tiempo y le salvo la vida, luego el médico la trato para curarle las heridas.

El rey, al enterarse de esto, ordenó que ella sea cuidada día y noche sin dejarla sola en ningún momento para que no cometiera otra locura. Si bien se odiaba por haberla tomado de esa forma en su noche de bodas, no quería que su hijo y el hijo de la mujer que amaba muriera, por eso tomó esa decisión.

Sin tener más opción, Iris, ya que todo el día y toda la noche estaba siendo vigilada, tuvo al bebe. Sin embargo, desde que nació solo pudo rechazarlo. Desde lo más profundo de su ser, no salían esos sentimientos de amor por ese niño que cualquier madre podría tener, ella solo sentía asco cuando lo miraba, puesto que era el fruto de lo que le habían hecho a ella. Era un niño nacido de una violación.

Estaba consciente de que odiaba a un bebe inocente, pero sus rencores eran más fuertes que ser madre de ese niño. Por lo cual a la semana de su nacimiento, después de ser obligada a alimentarlo y ver que su desprecio por él crecía cada vez más y en forma desmedida porque era obligada a verlo y a tocarlo, le dijo a una de las sirvientas que le dijera al emperador que fuera a su habitación a verla.

Cuando David llegó, pensando que tal vez ella lo había perdonado y que quería arreglar las cosas entre ellos, se decepcionó al ver la expresión en su rostro.

-Sé que el bebe es inocente, pero mi odio por él puede más. Si no te lo llevas en este momento, juro que soy capaz de hacerle daño. No quiero hacerlo, pero lo aré. Después de lo que me hiciste, no hay amor de madre que yo le pueda dar, solo llévatelo y sálvalo. Sálvalo de mí.

A David esas palabras lo desgarraron en lo más profundo de su alma, pero entendió que ella a su manera estaba tratando de ayudar y proteger a su hijo de esa forma. Así que se lo llevó y le dijo que cuando ella lo quisiera, ella podría verlo. Lamentablemente, para ese niño, el amor de madre no nació en ella y ya más nunca quiso saber de él. Aun cuando él la buscaba a ella en su niñez, ella no lo veía. Solo mandaba a sacarlo de su palacio.

Ella y el rey David murieron solos, ya que ninguno pudo rehacer su vida. Ella no pudo borrar de su alma el recuerdo de la noche de bodas y él no pudo sacar de su corazón el amor que tenía por ella, aún a pesar de todo el daño que el desprecio de ella, le había causado.

Marcos, el hijo de ellos dos al ver lo que su padre sufría por culpa de su madre, y el desprecio que ella les tenía a ellos, jamás pudo confiar en el amor y solo se casó para tener herederos, más no pudo conocer el amor antes de morir.

Su esposa, hija de un noble de alto rango, llegó a odiarlo por no poder amarla, a pesar de que ella en un principio si lo hacía, pero después de tantos años de abandono por parte de él, provocaron un cambio en sus sentimientos.