Capítulo 6

RECUERDOS DE MI INFANCIA

ALLEN

Mi familia está maldita, algunos podrán decir que es una bendición o un don, pero ningún miembro de mi familia al que le preguntes, lo describiría como algo bueno, más bien como algo útil. La frase "la ignorancia es felicidad", es una frase que a cualquiera de nosotros le gustaría utilizar. Al menos es así para mí. 

Lo extraño de todo, es que por más que odiemos está "habilidad" con la que nacimos, mi familia está empeñada en mantenerla. Según mis padres, nos da ventajas, según mis tíos, es un fastidio que se puede utilizar a nuestro favor. Si le preguntas a mis abuelos, es lo que nos ha mantenido vivos. 

Supongo que yo aún no he llegado al punto en que desee mantener esto. 

Lo más bizarro de todo, es la manera de mantener este poder en nuestra familia, para que no se pierda y eso es que cada descendencia debe casarse y tener hijos con algún familiar. Mis padres son primos y así. Nuestra obligación es mantener la pureza de nuestra sangre, como bien me instruyó desde pequeño mi abuela. 

Es por eso que desde pequeño he sabido que cuando tenga la edad suficiente, mi familia presionará para que tome alguna prima por esposa. Lo que no quiero hacer, pero es difícil ponerse en contra de mí familia.  

Porque además de la rareza de poder adivinar cuando alguien te miente y casarse con personas de la misma familia, también todos tienen otro rasgo en común, quizá consecuencia directa de descubrir fácilmente las mentiras, y eso es la frialdad. 

Mi familia es fría y seca. No recuerdo haber recibido nunca un abrazo o una palabra de cariño, oh no, sólo frases casi sin emociones. Esa es la razón por la que oponerse a todas esas personas, que no tienen ni siquiera una gota de bondad o amabilidad en su "pura sangre" es tan difícil. 

A veces me pregunto cuántos de ellos fueron obligados a casarse con algún familiar, cuando en realidad amaban a alguien más. Quizá la mayoría de ellos se resignó y cerró su corazón, incluso para sus propios hijos. O quizá sólo es un deseo mío, de que alguno de ellos haya amado en algún momento. 

No es que yo sea quién para hablar, mi personalidad hubiera ido por el mismo camino, si no hubiera ocurrido un insistente cuando era pequeño. 

En mi familia, aunque todos tenemos la habilidad de descubrir las mentiras que escuchamos, no funciona exactamente igual. Algunos ven colores en las personas cuando mienten, otros sienten un malestar. En mi caso, escucho un susurro. Una voz baja, pero idéntica a la mía, susurra en alguno de mis oídos "Es mentira" "Miente" "Lo segundo que dijo no es verdad" y más o menos eso es lo que escucho, a veces puede variar una o dos frases, dependiendo de si se tratan de medias verdades, pero generalmente lo que escucho son las dos primeras. 

Lo he hecho desde siempre, incluso antes de saber lo que esas palabras significaban. 

Por supuesto, he intentado tener conversaciones con esa voz, pero nunca aparece a no ser que alguien mienta y hasta ahora no ha contestado a mis palabras, así que supongo que simplemente es como funciona mi habilidad y ya. 

Antes de saber que mi habilidad podría convertirse en un arma, que era capaz de herir a los demás, lo descubrí por las malas. 

Si lo pienso, quizá una de las razones que tiene mi familia para casarse entre ellos, es el hecho de que no hay otra persona que pueda entender mejor esta habilidad que otra que la tenga. 

Cuando era pequeño y jugaba con los otros niños en la ciudad, escuché a uno de ellos decir que su padre llegaría pronto y que le prometió traer regalos. Inocentemente le pregunté por qué mentía, cuál era el punto. Él se molestó y me golpeó, provocando mi enojo también, así que devolví los golpes. Cuando los adultos nos separaron, el niño tenía lágrimas en los ojos, aunque pensé que era debido a los golpes. 

Más tarde me regañaron en casa y mi madre me dijo que el padre de ese niño había muerto hace poco. El padre era un Guardián y fue asesinado por un demonio. Él nunca volvería. Ella me dijo también que aprendiera a utilizar mi poder con inteligencia. 

Pero después de eso, no pude superar la impresión de lo sucedido. Llegué a la conclusión, después de un tiempo, que las mentiras no siempre tenían el mismo significado y que sus razones eran diversas. Algunos las mentían para presumir, otros para no sentirse inferiores, otros lo hacían para agradarle a alguien más o para no herir los sentimientos del resto, algunos ni siquiera tenían una razón para hacerlo y simplemente estaban tan acostumbrados que ni siquiera necesitaban pensarlas.

Por supuesto, también estaban aquellos, como ese niño, que mentían para protegerse y para huir del dolor. 

Pero no importa cuál fuera la razón, mi habilidad sólo me decía quién mentía, no el trasfondo de ello. Por ello, hice lo que mi mamá me recomendó y fui más inteligente, no para sacar provecho como la mayoría de mi familia hacía, sino porque no quería herir nuevamente a alguien que no lo merecía. 

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