tumbas

Valloled sonrió, pues estaba feliz por Gina, aunque no pudo evitar sentir celos, si bien lo único que quería era ser amada y lo único que consiguió fue ser traicionada por Ismael.

Pronto se reunieron, caminaron al bosque y Valloled hizo un círculo mágico, en el que se llevaría a cabo el ritual. Solo los más cercanos estarían presentes, resguardando sus cuerpos, pues bien, una vez que iniciará, serían realmente vulnerables. Gina y Valloled se colocaron al centro del círculo y colocaron sus palmas una contra la otra, en ese momento una niebla negra y densa las envolvió, siguiendo de una extraña energía, roja como el fuego, mientras levitaban en el aire sus ojos se iluminaron y quedaron en un estado de inconsciencia.

Sus almas se transportaron a otro plano, uno con hermosas constelaciones, cielo nocturno, y fugaces estrellas. Valloled movió su mano y aparecieron las dos puertas, las mismas puertas negra y roja que equivalían a sus respectivos cuerpos, ambas entraron, despertando así de su sueño profundo, volviendo a la realidad.

Al despertar a Caleb sujeto a Gina, quien se encontraba débil por la transición, los caballeros se acercaron para darle la bienvenida. Valloled a lo lejos, la miro con tristeza, ahora en ese momento también estaba sola. Gina se habrio espacio entre ellos y tomo su mano.

- ni creas que te libras de mí - sonrió Gina - ahora eres parte de esta familia.

- ¿familia? - pregunto Valloled conmovida mientras las lágrimas brotaban de sus ojos - claro, ahora formas parte de los nuestros, ahora nunca estarás sola.

Mientras tanto, el príncipe Luka enviaba un halcón al castillo de Aurenia informando de la situación al rey, y a la corte.

Todo estaba preparado, el primer general se quedaría a liderar el cuartel en conjunto con la mitad de sus hombres, mientras que Argón, Said y Gina, llevarían a la princesa Solvi ya los príncipes hasta el castillo, al igual que a Valloled, quien se encontraba prisionera y a los hijos de los nobles.

Gina había charlado con ella y le había proporcionado ropa y alimento, le habria dicho que no se preocupara, que ella y los príncipes se encargarían de su liberación.

La caravana empezó a avanzar, de pronto, los caballos se agitaron, azotando sus crines contra el piso, relinchando, y jalando sus cuerdas al grado de romperlas, huyendo despavoridos sin causa aparente. La mirada de Valloled se volvió sombría, de sus ojos violetas cayeron lágrimas cristalinas, pues ante ella se habían revelado, incontables animas en pena.

- ¡detengan el carruaje!, grito exaltada.

- ¿qué es lo que pasa? -Pregunto Gina.

- son las almas de los niños, que están ante nosotros.

Gina abrió el carruaje, para que saliera. - adelante, guíame - exclamó Gina.

- ¿es que estás loca?, ¡es solo una artimaña que usa para escapar! - grito el capitán de los caballeros de Aurenia – ¿o es que tú le crees?

- Le creo – exclamo Gina- y la próxima vez que la insultes, sin importar tu rango o estatus, perderás tu lengua.

Valloled caminó, las nubes oscurecieron y pequeñas gotas comenzaron a caer, el aire se volvió frío y el piso atascado, la niña de cabellos de seda siguió caminando, guiada por las almas de aquellos a quienes la vida les habían robado. Argón y Saíd la seguían, el capitán por su parte había ido a informar a los príncipes de las acciones de la insolente pelirroja. Al llegar, los niños pararon, y juntos señalaron una fosa profunda. Valloled se acercó, pero lo que vio la dejo horrorizada, eran pequeños cuerpos amontonados, había cadáveres con los dedos fracturados, sin uñas, pues algunos pequeños, habían sido arrojados con vida, aunque enfermos y moribundos, ellos desesperados, luchaban en agonía, mientras con su último aliento, buscaban su libertad. Luka y Caleb habían llegado, al ver la terrible escena quedaron sorprendidos.

- No podemos perder más tiempo, ya nos hemos retrasado bastante y el rey nos está esperando, además la princesa debe estar resguardada, ella no está segura en campo abierto y más con los atentados a esta zona - replico el capitán fríamente.

-la princesa, aunque parezca frágil, es más fuerte de lo que crees - respondió Gina.

- en ese caso yo me quedaré con Gina y Valloled, Luka puedes escoltar a la princesa

Solvi al castillo y nosotros los alcanzamos a caballo- sugirió Caleb.

- Nosotros nos quedaremos, exclamaron Argón y Said, después de todo, ¿quién evitará que Gina se meta en problemas?

Así, los príncipes se separaron y Solvi, quedó bajo la protección de Luka y siguió rumbo al castillo, mientras que Gina y los otros se quedaron en la fosa con los cadáveres. Gina se adentró en la fosa y comenzó a sacar uno a uno de los pequeños cuerpos de los niños, mientras que Caleb los envolvía en sábanas blancas, Argón y Said cavaban las tumbas y Valloled al enterrar el cuerpo, el ente del niño le decía su nombre y ella, lo grababa en una pequeña cruz de madera.

- ¿por qué lo haces?- pregunto Caleb.

- por qué apresar de ser hijos de plebeyos, merecen ser recordados, merecen tener una tumba digna en la cual sus seres amados pueden venir a rezar - respondió Gina, mientras recordaba los pequeños cuerpos en sus misiones encubiertos, siendo tragados por aves carroñeras.

- eres realmente impredecible, nunca imaginé a una princesa que fuera tan fuerte para desafiar aún titán o asesinar a una bestia, o en una fosa sacando cadáveres - exclamó Caleb.

- seguro te interesan las damas elegantes y modales pulidos, que son intrigantes, con hermosos vestidos y sonrisa perfecta - río Gina.

- estás muy equivocada, desde hacía tiempo me siento atraído por una flor muy bella y salvaje a la vez - suspiro Caleb.

- ¿y por qué no te declaras? - pregunto Gina - por qué ella es fuerte, astuta, e independiente, no es de las que se impresionan por un título o riqueza, así que no sé si con lo que soy será suficiente para cautivarla.

Una vez que los cuerpos fueron enterrados y las tumbas terminadas, Caleb puso su mano en la tierra y de esta brotaron lirios de cristal, la vista era preciosa, de pronto el cielo se despejó y los rayos del sol se filtraron entre la espesura del follaje de los árboles, haciendo resplandecer a las preciosas flores, sin duda la más bella ofrenda ante los ojos de los espectadores, mientras las almas ascendían al cielo.

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