Valloled

Gina aun estando inconsciente podía sentir el suave roce de Caleb y el escucharlo le daba consuelo. Pasaron dos días Valloled estaba impaciente, pues Gina ya debería estar muerta, cosa que la llenaba de angustia e incertidumbre, ya que su cuerpo antes hermoso, resplandeciente, ahora lucia obscuro, demacrado lo que significaba que ya no le quedaba mucho tiempo, pues pronto su cuerpo físico moriría y necesitaba que la transición estuviera completa para poder tomar el cuerpo de la pelirroja, pero por alguna extraña razón está seguía viva. De repente, se empezó a sentir mareada, perdió el equilibrio y cayó de rodillas, el dolor invadió su cuerpo haciendo que se retorciera, entre llantos y gritos, mientras maldecía en agonía, pues ella no comprendía el porqué de su malestar, de repente como si un destello de lucidez la iluminará, volteo a ver a Gina y la rabia la invadió, la pelirroja tenía agujas envenenadas clavadas en sus muñecas, ¡maldita bastarda!, ¿cómo se atrevía a hacerle esto? - pensó - cuando logrará recomponerse la haría pedazos, aun así, lo que más le sorprendía es que apresar del insoportable dolor Gina se mantenía en calma...

Valloled estaba a punto de perder la conciencia, no podía soportar más, en ese momento el plano en el que se encontraban cambio drásticamente, miles de espejos aparecieron, sus cristales negros invadieron el lugar y de ellos salían espectros horripilantes envueltos en auras de niebla. Cada espejo era un recuerdo de Valloled, recuerdos que narraban historias, los espectros su ira, miedo, incertidumbre. El cuerpo de Valloled se encontraba en el centro, inconsciente, su cuerpo levitaba y era envuelto por un aura escalofriante.

Al quedar Valloled inconsciente, las cadenas de Gina se desvanecieron, dejando las heridas de las púas y su carne atravesada, carne atravesada que pronto comenzaba a cerrarse, los tejidos se regeneraban y los músculos se cerraban poco a poco, aunque el dolor no desaparecía. Pronto fue recuperando la movilidad de su cuerpo incorporándose lentamente.

Una vez incorporada, comenzó a caminar cautelosamente, entre los negros y preciosos cristales, pero hubo algo que llamo su atención, fue una pequeña de ojos vacíos, cabello revuelto, tan blanco como la nieve, llevaba un vestido rasgado, sucio, su pequeño cuerpo, estaba tan delgado que parecía que si se cayera, este se rompería como si fuera de cristal. Gina quiso ignorarla, pero su expresión le recordaba a ella cuando niña, sola, en pena, cubierta de sangre, después de renegar un poco se acercó a la niña lentamente.

-! Hola!, ¿quién eres?, ¿qué haces aquí sola?, ¿te gustaría que te acompañara? - le decía suavemente mientras se sentaba a su lado, a ella no le gustaba mucho tratar con niños, eso era más cosa de Solvi, pero le hablaba de la misma manera que le hablaba el general cuando niña, pues recordaba que el sentirse acompañada confortaba su corazón.

- ¡guarda silencio, si no te escuchan pronto se marchará!- decía la pequeña en susurros.

- ¿quién no debe oírnos?- pregunto Gina con curiosidad.

-los monstruos, si ellos se van, podemos ir al lugar bonito que está dentro del cristal, es por eso que debemos estar calladitas.

La pequeña le temía a los espectros del recinto, así que Gina la tomo dulcemente de la mano y la acompaño al cristal, para percatarse que al tocarlo este se transformaba en un pasaje a un recuerdo, y bien ambas entraron. Tal como dijo la pequeña era muy bello, se trataba de un campo precioso, lleno de lirios blancos y fragantes, una cascada, árboles de todo tipo, que bailaban al son del viento y un espléndido lago, lleno de agua fresca y cristalina. A lo lejos se podía observar una mansión realmente grande, por lo que se debía tratar de alguien muy importante, tal vez como un conde, o alguien muy cercano a la realeza. Al acercarse se percató de una niña realmente talentosa, poseedora de magia negra, que tenía cabello como la seda, y preciosos ojos violetas.

La descendencia de los nobles Isis, eran poseedores de magia obscura y a través de los años habían logrado mantenerlo en secreto, pues se consideraba a los usuarios de esta magia, malditos, por lo que eran desterrados o ejecutados por traición por el mero hecho de existir. En ese entonces Valloled era una niña de 16 años de edad, era primorosa y parlanchina, siempre sonriendo, siempre cantando y totalmente enamorada de un joven granjero de las cercanías, de nombre Ismael. Ismael era un jovencito de 18 años de edad, de cabello castaño y ondulado, piel canela, labios carnosos, y expresivos ojos verdes.

Ella se veía en él, lo amaba, no le importaba su estatus, ni apellido, así que en su presentación a la sociedad, ella rechazó a todos los que la pretendían y bailo con él.

El padre de Ismael, se veía complacido, pues era ambicioso y planeaba usar a la tonta niña para ganar estatus, para ganar poder. Una vez acabado el baile, el joven de ojos verdes le propuso matrimonio a la niña de cabellos de seda, y ella por temor a mentirle a su amado en un acto de valor, le revelo su obscuro secreto, él la abrazo con fuerza para después retirarse bajo la luz de la luna, con la promesa de verse al día siguiente.

Esa noche, ella dormía tranquila, sin sospechar de la malicia de su amado, que al llegar con su padre la había delatado. Sin perder oportunidad, mando llamar al rey y al enterarse de que el conde de Isis había ocultado sus habilidades malditas se les sentenció a la muerte, sin un juicio, sin oportunidad a defenderse, solo por ser, solo por tener, algo que era incomprendido. Esa mañana la mansión fue rodeada, sus padres y hermanos pequeños, fueron asesinados sin piedad alguna.

Ismael apareció en medio de la tempestad y tomo a la hermosa Valloled en sus brazos y la rescato de los caballeros, pero no por amor, sino por fines más obscuros. Una vez libre la llevo con su padre y este la dejo inconsciente, cuando despertó, se vio amarrada en una pequeña cama, con agujas en sus manos, con una bata blanca, en un sitio que conocía, ¡era su sótano!, ¡era su casa!, ya que el rey como recompensa y su silencio, le dio al padre de Ismael el título de lord. Las lágrimas cayeron por sus mejillas, una vez más había sido traicionada, en sus ojos se reflejaba tristeza y decepción, tales que con el tiempo, se convertirían en rabia y desprecio, por aquel que tanto había amado.

Lord Yonik, rio con malicia, pues ser granjero era solo una fachada, pues él experimentaba con la sangre de animales buscando crear la bestia perfecta y ahora con la niña de ojos color violeta tendría de primera mano, sangre con flujos mágicos que le permitirían dar vida a su creación.

Valloled conteniendo el llanto miro a Ismael con rabia.

- ¡cómo pudiste, creí que me amabas! - grito con voz quebrada.

- ¿amarte yo?, ¿cómo podría amar a un ser tan despreciable?, al menos tu vida servirá de algo, solo asegúrate de no morir, pues eso arruinaría la diversión- río Ismael cínicamente.

Valloled Giro su cabeza con repulsión solo para darse cuenta de que a su costado había más niños encadenados y otros más sin vida, a los que tenían amontonados como si de ganado se tratara, a los que habían aventado en una esquina y sacados a una fosa común.

- Solo ruéga a dios, nunca se rompan mis cadenas, por qué de hacerlo morirás lentamente y aun así tus pecados no serían expiados - exclamó Valloled.

- ¿quién me va a castigar, tú?, ¡pobre Valloled estás al borde de la muerte y sigues delirante! - exclamó burlonamente Ismael.

Ismael la miro detenidamente, dando rienda a sus bajos instintos, pues, desde hace mucho la deseaba, más no podía tocarla por ser de sangre noble. Ella era hermosa y si bien sabía era virgen, él, segado por el deseo, se acercó con intenciones de mancillarla y cuando Valloled lo tuvo cerca, le mordió la garganta ferozmente, acabando así con su miserable vida. El cadáver de Ismael cayó al suelo, con la mordida Valloled le transmitió la maldición y la runa maldita, runa que después transmitirá a Gina, pues fue el cadáver de Ismael quien había atacado el campamento.

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