furia..........(corregido)

No sé cuántos días he estado encerrada con la misma ropa y llena de vómito. Aún estoy encadenada, no he hecho nada, pero aún tengo esperanza de que podré salir de aquí. Alice es una completa lunática. Ella no es la protagonista que yo había descrito; es una completa enferma que se me hace extrañamente parecida a alguien de mi vida anterior, que era igual de loca que esta.

Trato de acomodarme en la pared. Mi espalda duele por estar todo este tiempo sentada, no siento mis piernas. Esto es peor que un día después de estar con Cassian.

(Cassian…) Lo extraño demasiado, pero ahora no es momento de ponerse sentimentales. Voy a tratar de que esa loca me quite estas estúpidas cadenas, que por lo menos será un avance. Luego pienso cómo voy a escapar, pero primero pediré ropa nueva.

(¿Eres estúpida, Elise, o te haces?)

¿Qué? Digo que si me va a tener aquí contra mi voluntad, que al menos me dé ropa y buena comida. Bueno, la verdad es que antes había vivido una situación similar en la cual, lamentablemente, no pude poner tras las rejas a la culpable, pero sí puse una orden de alejamiento. Sé cómo se comportan las locas maniáticas, y si esta es similar a la acosadora de mi vida anterior, va a ser fácil; solo tienes que demostrarle un poco de interés, porque son de esas personas a las que les falta afecto y lo buscan a toda costa. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no noté que alguien estaba mirándome. Sí, era Alice. Aún no entiendo qué ganaba con esto, pero bueno, veamos qué quiere.

—Mi pequeña Elise, ¿cómo estás hoy? —saluda mostrando una “angelical” sonrisa.

—Ah, pues igual que ayer, encadenada —sonrío sarcásticamente.

Alice abre la puerta, entra y se acerca a mí.

—Si tanto quieres que te las quite, tienes que prometer que no harás un escándalo. Si te portas como mi linda muñequita, irás ganando cosas, como poder salir de aquí.

Este tipo de personas no es de fiar, quizás porque son como ciertas personas que prometen y prometen, pero no cumplen. Pero bueno, sigamos el juego, porque cuando juegas con fuego, te terminas quemando, querida Alice.

Le sonrío dulcemente y asiento.

Pasa un brillo por sus ojos, y empieza a aplaudir y saltar por toda la celda.

(Qué loca.)

—Ves, ya nos estamos entendiendo. ¡Qué tierna eres! Te prometo que construiré una casa de muñecas solo para ti, mi Elise.

Alice no paraba de sonreír. Su sonrisa me incomodaba, pero tenía que fingir que me agradaba, al menos por ahora. Ella saca de su collar, que estaba escondido en sus ropas, una llave que llevaba como medallón. Se acerca y quita mis cadenas. Lo primero que hago es frotar mis muñecas, las cuales están enrojecidas.

—Ah, ya sé, ya vengo, mi querida Elise. Vendré con tu nueva y linda ropa —después de eso, salió de la celda, la cerró y la vi desaparecer.

Aprovecho que ya se ha ido y, de mi vestido, reviso que mi revólver esté ahí, y sí, aún lo tengo. Alice… Alice, eres tonta, debes revisar a alguien antes de secuestrarlo. Sonrío con malicia, luego dirijo mi mano hacia mi vientre y empiezo a acariciarlo.

(No te preocupes, cariño, pero ya saldremos de aquí.)

Después de unos minutos más, regresa Alice con un vestido en sus manos. Abre la celda no sin antes decir lo hermosa que me veré con este puesto y bla, bla, bla. Bueno, en fin, ella deja el vestido en una pequeña cómoda, el único mueble de la habitación, sí, porque ni una camita.

Después de dejar el vestido, se despide no sin antes decir que estará mañana muy temprano para traerme el desayuno y ver cómo me queda el vestido.

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—Su excelencia, encontramos algo.

El archiduque no se había dado por vencido. Él iba a encontrar a su hija Elise y haría pedacitos al culpable. El archiduque mostró un brillo en sus ojos al saber que habían encontrado una pista.

—¡HABLA! —sus ojeras eran muy notables, se notaba que no había dormido en días.

—Su excelencia, el día de la desaparición de su majestad, con ella también lo hizo una sirvienta que era nueva. Su nombre es Alice, hija de un barón.

—¿Y esa mierda de qué me sirve si no me lleva al paradero de mi hija? —el archiduque está desesperado, y esa información para él no era muy relevante.

—Lo que pasa, su excelencia, es que justo antes de que la señorita Alice llegara a la capital, el barón desapareció sin dejar evidencia alguna. También está el hecho de que ella antes estuvo hablando con la baronesa, y logramos obtener una de ellas —el joven le entrega una carta al archiduque.

El archiduque no pudo seguir leyendo. Era una locura, pero si la desaparición de su hija tiene algo que ver con esa tal Alice, que no esté tranquila, porque se ha metido con la hija del diablo.

—Quiero que busquen a esa tal Alice y al barón. ¡¿ME OÍSTE?!

El joven sintió un escalofrío recorrer su columna y asintió frenéticamente antes de salir casi corriendo del lugar. El duque dejó escapar un suspiro.

(Prometí cuidar de nuestra hija, pero soy muy malo en eso, querida.)

Pensó viendo el retrato de su difunta esposa.

Cassian estaba igual o peor que el archiduque. Él mismo quería salir a buscar a su esposa e hijo, pero en las condiciones en las que se encontraba, Jack no lo dejó. Ellos también habían encontrado una pista, y todo esto estaba relacionado con una persona: la baronesa.

—¡HABLA! NO TENGO TODO EL PUTO DÍA. ¿DÓNDE ESTÁ ELLA? ¿DÓNDE SE LA HA LLEVADO ALICE? —Cassian, que desde hace unas semanas había estado torturando a la baronesa.

Cassian, al ver que no pensaba hablar, sacó una navaja y se acercó a ella, clavándosela en el muslo. La baronesa gritó de dolor. Ya tenía moretones por todo el rostro; se le veía cansada y cerca de morir.

Por otro lado, la verdadera razón por la cual la baronesa no hablaba era por un contrato de sangre que hizo con Alice, que si ella intentaba o quería mencionar a Alice o a Elise, no podría recordar nada, ni siquiera escribiéndolo.

—Majestad, no podemos hacer nada. Solo el otro contratista podrá romperlo.

Esto hizo enojar a Cassian, quien empezó a tirar varias cosas de la habitación y les gritó a todos que salieran. Cassian se acercó a un cajón y sacó el pañuelo que Elise le había dado.

—Soy un completo inútil, no pude protegerlos —de los ojos del emperador caían lágrimas desgarradoras.

Pero se detuvieron, y en sus ojos ya no había tristeza, solo había furia y resentimiento. Cassian rompió el cristal que resguardaba su espada y la miró con sed de sangre, dispuesto a saciarla.

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–––––––– Nota del autor –––––––––––

Hola a todos y que tengan un feliz año nuevo lleno de bendiciones y oportunidades. Los quiero, ya saben, estén pendientes porque después de este capítulo publicaré el otro. Bueno, bye y cuídense.

Besos y abrazos.

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