ataque .........(corregido)

—Todo listo, señorita Alice —habló el encapuchado.

Alice y un encapuchado hablaban en un callejón. Alice le estaba dando órdenes a aquel hombre mientras él escuchaba atentamente.

—Atacarán mañana. Él va a hacer una expedición por el imperio. Quiero que lo intercepten en el camino. No es necesario matarlo, ya que yo me encargaré de él después. Solo hagan lo suficiente —Alice estaba preparada para atacar. Mañana en la mañana acabaría con ese estorbo para poder llevarse consigo a Elise.

—No quiero que te vayas. Te voy a extrañar mucho —Elise hizo un puchero.

—Sabes que tengo que irme, Elise, es mi trabajo —Cassian se acerca a Elise y le deja un beso en la punta de su nariz. Luego mira sus labios y la besa, sin saber que sería el último en mucho tiempo.

Elise tenía algo en sus manos. Era un pañuelo que ella misma había hecho. Él miró sus manos y lo tomó.

—No soy la mejor bordando —dijo, mostrando una sonrisa.

—Este es el mejor que me han dado, no te preocupes por eso —Cassian sonríe.

—Mentiroso —Elise lo desmiente para luego echarse a reír.

Después de que ambos ríen, el semblante de Cassian cambia a uno más serio.

—Te amo, no lo olvides —Cassian la mira y ella ya tenía los ojos llorosos.

—¿Por qué parece una despedida? Solo te vas por unos meses, no te preocupes. No lo olvidaré porque yo también te amo… te amamos —dijo esto último frotando su vientre.

Cassian se sorprende.

—¿En serio? —le pregunta. Ella solo asiente con una sonrisa. Cassian la carga para luego besarla—. Me haces el hombre más feliz del mundo.

—Y tú a mí, la mujer más afortunada del mundo.

Cassian estaba muy emocionado y, a la vez, enojado, ya que tenía que irse y no podía llevarla con él, pero estaba feliz de que su esposa y su bebé estarían a salvo. Se despidieron unas cuantas veces más antes de partir. Elise vio cómo Cassian se alejaba en su caballo con los demás, e inconscientemente, una lágrima corrió por su mejilla.

—¿Qué es esto? —se pregunta, secándose la lágrima.

Mey estaba a su lado, la abriga con una manta y luego ambas volvieron a entrar al palacio.

CASSIAN

El viaje ha sido tranquilo desde que salimos. Aún no se me quita la emoción de la noticia que Elise me dio: un bebé, un hijo de ella y mío. Es indescriptible lo que siento, y más aún, quiero que esto termine rápido para volver a los brazos de Elise.

En el camino, todo era normal, como siempre, pero no sabía por qué sentía que algo no estaba bien, hasta que, de un momento a otro, hubo una emboscada.

—¡Majestad, nos atacan!

Desenvainé mi espada. El sonido de las espadas chocando unas con otras se escuchaba en todo el lugar. Ya había acabado con algunos enemigos cuando sentí algo frío atravesándome. Miro hacia abajo y veo la espada que me ha atravesado. El encapuchado la saca, empiezo a perder sangre y, con ello, el conocimiento. Solo escucho voces mientras pienso en una sola cosa:

«Elise…»

Cassian cae al suelo. El líder de los encapuchados grita que su trabajo está hecho y abandonan el lugar. Los guardias que iban con Cassian corren a su rescate.

—¡Está vivo! Corran, busquen la poción —grita uno que está cerca de Cassian. Otro sale corriendo en busca de dicha poción.

—¡Aquí está! —vuelve con un pequeño frasco en las manos y se lo pasa al comandante.

El hombre vierte la poción sobre la herida de Cassian, que comienza a cicatrizar. El hombre revisa todo el cuerpo de Cassian para asegurarse de que no tenga otra herida, encontrando una en su cabeza, aunque no muy grave. Ese día decidieron descansar ahí, para al día siguiente volver al palacio, donde el emperador recibiría una mejor atención médica.

Por otro lado, en el palacio, Mey le entregaba a Elise una caja bañada en oro. Ella hace que Mey se retire antes de abrir la caja.

ELISE

Abro la caja que está en mis manos. En su interior se encuentra un revólver que mandé hacer, con una empuñadura de madera. Reviso el tambor: hay seis balas de hierro sólido. Este es mi método de seguridad. La verdad, desde hace días me sentía intranquila, así que diseñé uno parecido al de mi vida anterior. Ya había usado uno antes, así que no tengo problema en utilizarlo. Al lado del revólver hay más balas.

Tomo el revólver y lo meto bajo mi falda, junto con las balas. Justo después de eso, alguien toca mi puerta. La dejo entrar, y entra Alice con una bandeja de galletas y té.

—Saludo a su majestad —hace una reverencia con la bandeja en sus manos.

—¿Y eso? Yo no he pedido nada —entrecierro los ojos, preguntándole.

—Ehh, su majestad, esto lo mandó Mey. Dijo que estaba ocupada en algo y me pidió que se lo trajera —la miro con sospecha, pero dejo que deje la bandeja. Ella me mira, pero no se mueve.

—Alice, ¿no piensas irte? —pregunto, arqueando una ceja. Ella me mira nerviosa.

—Oh, cierto. Perdón, su majestad, ya salgo —dijo antes de salir por la puerta. Yo doy un suspiro y miro la bandeja. No le doy importancia y dejo de mirarla.

Luego bajo la mirada a mi vientre y sonrío, acariciando mi plano vientre. «Te amamos».

(Te cuidaré, aunque tenga que dar mi vida por ti, pequeño).

Me da hambre y veo la bandeja, así que tomo una taza de té y la bebo. Luego tomo una galleta y comienzo a comer tranquilamente, hasta que siento mis párpados pesados. Trato de levantarme de la mesa y caminar un poco antes de caer. Lo último que escuché fue una voz de alguien que acababa de entrar a la habitación y dijo:

—Te tengo —logro ver su cínica sonrisa antes de caer inconsciente.

Nota del autor:

¡Hola! Segundo capítulo del día jajaja. A partir de ahora seré muy mala jajaja. Nah, mentira. Ahí los veo. ¡Bye! Besos y abrazos.

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