El atentado. Por Camilo

Desde que me deje convencer para ser el candidato del partido, aceptar , pero bajo las condiciones de ser mis propuestas las que defendería contra capa y espada, no he tenido descanso, tanto a si que Lucía mi prometida se ha distanciado de mí, se ha ido del departamento donde convivimos desde hace un año y como si fuera poco las amenazas en contra de mi vida, no han cesado, mi equipo de seguridad ha sido reforzado por el gobierno; sin embargo esta mañana en particular, tengo un palpito, observó cómo la guardia ha sido incrementada desde anoche, por tanto me rehusó a continuar en esta zozobra:

-”Gabriel me regalas un momento”.

-”Sí jefe claro¿ Que necesita?.

-”Necesito que me digas ¿Qué está ocurriendo?.

- “No estoy seguro doctor, pero tengo la orden de redoblar la guardia”

-”Hoy es el cierre de campaña y bien sabes que no puedo eludir este compromiso”.

-”Lo sé doctor, pero tranquilo yo lo cuidare con mi vida de ser necesario”.

Nos embarcamos en la camioneta blindada, rumbo a la plaza central, allí sería el cierre de campaña, Claudio el otro guarda quien acompañará al chofer en el puesto de copiloto espalda me dijo que esta vez no llevamos chalecos antibalas por problemas de logística, que al bajar de la camioneta, Peter nos los entregaría para poder subir a la tarima. No le preste atención simplemente, leí nuevamente mi discurso.

Cuando un disparo y un freno brusco de la camioneta provoca que Gabriel se comunique con sus hombres quienes le confirman que estamos siendo atacados, un nuevo disparo atraviesa el vidrio y esta vez es Claudio quien recibe el balazo en la frente.

Gabriel se comunica por radio con las otras camionetas y se dirige al frente de la misma empujando a un lado a Bladimir mi chofer quien aún permanece con vida y se desplaza hacia atrás, Gabriel me grita que permanezca tirado y empieza la huida, que parece película, se adentra a unas calles estrechas que parecen callejones, rozando en mas de una ocasión contra las verjas, la gente despavorida corre por la rafaga de disparos que va dejando los malditos bastardos que nos persiguen, le pido a Gabriel un arma y este me la niega, así que le quito la de Bladimir que esta desmayado y cuando desde uno de los carros enemigos salen balas que atraviesan el vidrio trasero, me asomo y empiezo a responder, una de las balas cae certera en el cuerpo del chofer quien muere o eso creo yo; pues el automóvil pierde el control y se estrella contra un poste, obstaculizando por unos minutos el paso de 2 vehículos que vienen detrás.

Gabriel pide que le tome los signos vitales a Bladimir, quien ya no respira,ni se le siente pulso, me grita:

- “Es hora de correr jefe, usted siga adelante, yo lo cubro, jefe no confíe en nadie a partir de ahora, tratare que salgamos de esta con vida”.

-”Gabriel, no te dejes matar, tu para mi eres un amigo”.

-”Así será Camilo”.

Gabriel corre por una callejón dejando una estela de disparos a su paso y con ello un grupo de enemigos corriendo tras de él, unas patrullas a lo lejos avisan que tal vez solo tal vez viene la ayuda en un momento y me decido a salir de mi escondite y llamar la atención de la patrulla, que en vez de detenerse y auxiliarme, empiezan a dispararme a quemarropa, una de las balas la sentí rozar mi brazo izquierdo,aproveche que los policías aún no detenían el auto para ir tras mi, corrí sin mirar atrás; sin embargo al voltear la esquina una bala penetró mi abdomen y un hilo de sangre se hacía visible, el dolor era desgarrador, pero la adrenalina que corría por mi sangre era mayor, segui corriendo, la mano izquierda en el estómago y la necesidad de correr por mi vida era imperiosa, cuando creí que todo estaba perdido , vi luz al final del camino, uno de mis hombres mató a los 2 policias corruptos,no pude acercarme a él, un nuevo vehículo se acercaba y Gabriel y el otro guarda espalda, me pedían que me ocultara.

En mitad de una cuadra, una puerta trasera estaba entreabierta y tomé la decisión que cambiaría mi vida sin yo saberlo. Entre a esa casa trabe esa puerta, como pude force la entrada a una pequeña cocina y al no poder mas cai al suelo, como pude pedi ayuda aun con el arma en la mano, cuando una hermosa morena, de cabello negro azabache y ojos miel con un bate en la mano venia hacia mi.

Después de eso perdí cualquier fuerza, me sentía flotando en el espacio, vagos recuerdos llegan, la joven rasgando su falda, yo con el pedazo de tela ensangrentado haciendo presión en la herida, los paramédicos al lado de ella, el sonido de la ambulancia, las luces de un quirófano.