Capitulo 10: " La Capital y Quién es ella"

Después de un viaje de un mes entero Deilyne al fin llegó a la capital de Constantine, en verdad era una gran ciudad era la primera vez que Deilyne iba, pero había estudiado muy bien el mapa de la misma para poder saber exactamente donde se ubicaban todas las propiedades pertenecientes a la familia Marshall.

Para llegar a su residencia en la capital, Deilyne debía atravesar un buen tramo de esta, en el camino pudo observar los grandes edificios del distrito comercial, había desde hoteles, casinos, joyerías, restaurantes, pastelerías, tiendas de ropa, de zapatos, florerías incluso había más de un teatro, un sin fin de negocios estaban concentrados en ese lugar, Deilyne se sintió orgullosa al ver todo aquello, ya que la mayoría pertenecía a la familia Marshall, además de los comercios que se veían ahí, la familia Marshall generaba muchos puestos de trabajo para la clase trabajadora del imperio, en sus herrerías que fabrican equipamiento para los caballeros y todo tipo de herramienta de trabajo, además lo hacían con la materia prima extraída en las mismas minas de la familia Marshall, los talleres donde los artesanos trabajaban diferentes minerales para convertirlos en joyas muy valiosas y otras más accesibles, incluso gran parte de los alimentos eran producidos en sus tierras.

Deilyne era ahora la dueña de todo ese capital, pero a pesar de todo no era una persona que demostrará su poder adquisitivo con lujos y extravagancias, Deilyne fue criada por su padre quien le enseñó el valor de las cosas y cuánto cuesta obtenerlas, haciendo de Deilyne una persona sencilla que valoraba el esfuerzo de sus trabajadores, por eso mismo los recompensaba con un salario más que suficiente por sus labores.

Aún teniendo todo esto Deilyne no sé conformaría e invertiría en nuevos negocios como ser la mina de oro blanco que buscaba obtener o el incursionar en mercados externos, esto no la hacía porque fuera codiciosa, lo hacía porque quería mantener y aumentar el legado de su familia, ella sabía que todo de lo que hoy ella podía decirse poseedora no fue obtenido de un momento a otro, fue ganando con el esfuerzo de generación de miembros de su familia y por eso mismo ella haría lo mismo, además de que en esto ella encontraba distracción y entretenimiento.

Todo esto pasaba por la cabeza de Deilyne, hasta que se dio cuenta de que su carruaje estaba llamando mucho la atención. En efecto las personas presentes en las calles de la ciudad eran tan nobles cómo plebeyos, se quedaban viendo y comentando entre ellos quién iría en aquel carruaje, no en sí por lo lujoso que fuera sino por la seguridad que portaba.

Para Deilyne esto nuevamente era una exageración de Benjamín, podría decirse que la cantidad de escoltas que la seguían era como un pequeño escuadrón de combate, hablamos de cien caballeros.

Pero está vez Benjamín tenía razón, la capital no era como el tranquilo territorio del Marquesado, además está ciudad era bien conocida por estar dividida en tres sectores, en los conocidos barrios bajos se escondían muchos delincuentes, incluso personas extranjeras venían a cometer delitos ahí y luego escapaban por las fronteras para no ser atrapados, en efecto el tema de la seguridad en la capital no era muy bueno, tal vez debido a la gran extensión de la misma complicaba a los guardias y caballeros controlarla.

Benjamín había seleccionado los mejores caballeros de la casa Marshall para ser los escoltas de Deilyne en su viaje, más aún los que previamente había enviado para la custodia de la residencia Marshall. Benjamín no pondría ni por un instante en peligro la seguridad de su Señorita.

Por fin Deilyne llegó al lugar donde residiría en adelante. Deilyne bajó de su carruaje escoltada por Benjamín, con ella en el carruaje viajaron Deysi y Lili dos empleadas a las cuales conocía hace tiempo y serían las que la asistirían.

A excepción de los guardias, Deilyne no conocía a los demás empleados de la casa, así que saludo a todos uno por uno, el mayordomo de este lugar se llamaba Tomm, y la ama de llaves Jessy, ellos eran los encargados principales.

La mansión de la capital era igualmente espaciosa que la del territorio Marshall, en sí era una réplica exacta, lo que cambiaba eran sus jardines, un tanto más pequeños que los del Marquesado, y sus flores no eran las mismas, la única flor que se encontraba tanto aquí cómo en el Marquesado era la flor favorita de Deilyne, las rosas del desierto. Gracias a esto no le fue difícil a Deilyne, ni a los que vinieron con ella a acomodarse a la nueva residencia.

Deilyne decidió tomar dos días de descanso después del viaje, después de esto comenzaría con algunas de sus tareas, ya que aún faltaba un tiempo antes de su reunión con el Emperador.

Esos dos días todos los recién llegados excepto por Benjamín, estuvieron durmiendo, el viaje en realidad fue muy extenuante, pero para Benjamín que tenía un cuerpo muy bien entrenado, esto no fue mucho.

Sus dos días de descanso habían terminado, al amanecer de su tercer día en la capital Deilyne había decidido salir de compras. Cuando recién llegó a la capital se dio cuenta de que la ropa que tenía no era acordé para el lugar, debía buscar algo un poco más elegante para su reunión con el Emperador. No es que Deilyne no vistiera ropa elegante, sino que esta ropa era muy sencilla, ya que en el Marquesado no acostumbraba a recibir visitas o salir, entonces la ropa que tenía era cómoda y sencilla.

- Deilyne: no es necesario que vayas tú Benjamín, asigna a algunos de los caballeros que están hace un tiempo aquí.

- Benjamín:por supuesto que no Señorita, yo seré su escolta a dónde quiera que usted vaya.

- Deilyne:pero deberías seguir descansando.

- Benjamín: he descansado lo mismo que usted, está bien.

Deilyne no podía ganar contra el empecinado Benjamín, así que se dirigieron al distrito comercial. Una vez ahí, una tienda llamó la atención de Deilyne, así que decidió entrar a esa, pero no permitió que sus escoltas la siguieran, les dijo que esperaran fuera.

Deilyne entro acompañada de Lili, era una tienda muy elegante con vestidos puestos en maniquíes por doquier, eran vestidos coloridos otros no tantos, con joyas como decoración y bordados con hilos dorados o plateados, eran lujos y se notaba su calidad, fueron del agrado de Deilyne así que decidió quedarse en esa tienda, pero lo que pasaría después ni siquiera había sido imaginado por Deilyne.

Al entrar una empleada de la tienda la atendió

- hola Señorita, en que podemos servirle?

- Deilyne: estoy buscando vestidos, me gustaría que me los muestre y asesore.

La empleada era muy amable hasta el momento, pero había sondeado de pies a cabeza a Deilyne desde que entro.

- bien señorita, puede pasar por aquí, tome asiento y espere su turno pronto será atendida.

La empleada la guío hacía un lugar donde había varios asientos, había un hombre sentado ahí, frente a ese lugar había unos espejos, parecía ser donde las personas mostraban sus atuendos a los que los acompañaban, Deilyne se sentó y pacientemente espero su turno, el problema fue cuándo Deilyne noto que ya habían pasado varias horas, otras personas llegaron y fueron atendidas antes que ella. ¿Qué tenían estás personas en común? Todas ellas venían vestidas con vestidos y joyas bastante costosas a simple vista, contrastando con Deilyne que vestía sencillamente.

- Deilyne: [ja ya veo que tratas de hacer]

Pero ella tenía un propósito ese día y era comprar lo que necesitaba, no dejaría que los empleados de esa tienda la intimidaran, de pronto tuvo una idea y pidió a Lili que fuera a buscar a alguien por ella.

Lili que se encontraba muy enojada por cómo estaban ignorando a su Señorita no quería dejarla sola, pero la palabra de Deilyne era incuestionable así que se dirigió a buscar a quien ella le pidió.

Mientras tanto Deilyne noto que el hombre sentado a un lado de ella, no había dejado de verla, era incómodo, pero Deilyne no le prestó atención, más bien pensó en las medidas qué tomaría con respecto a la situación que estaba pasando.

Ese hombre vestía muy elegante, estaba acompañando a una dama que de tanto en tanto le mostraba lo que se probaba.

-Qué dices de este cariño me veo bien?

- claro todo te queda bien, sigue eligiendo otros.

- gracias cariño.

Dijo la mujer que vestía un vestido bastante exagerado en cuanto a decoraciones, el hombre de cabello rojizo y ojos azules era bastante atractivo, pero sus respuestas a aquella dama no parecían sinceras.

-Arzan: [quien es esa mujer, es muy hermosa, aunque se ve como una pueblerina, debe ser algún noble de bajo rango, ya que ni siquiera trae un escolta, y que hay con esa actitud, dejará que la sigan humillando de esa forma, no volteó a verme ni una sola vez, eso es raro todas las mujeres siempre lo hacen, cómo es una pueblerina debe estar muy nerviosa debe ser por eso, será fácil de conquistar]

Eso pensó el hombre que estaba a un lado de Deilyne, cuándo decidió ir a hablarle no pudo, ya que en ese momento la doncella que se había retirado entro acompañada de un hombre, que era Nicolás, y traía consigo un montón de papeles y se dirigieron hacia donde estaba Deilyne.

El hombre sentado a un lado de Deilyne jamás imagino la situación que presenciaría.

- Deilyne : Los tienes Nicolás?

- Nicolás: Si Señorita he traído todo.

- Deilyne: Bien, cómo siempre todos tienen las mismas pautas?

- Nicolás: si en efecto es cómo usted dice.

- Deilyne: está bien, Lili llama a la encargada dile que quiero hablar con ella .

- Lili: Cómo usted diga Señorita.

El hombre al lado sintió curiosidad por lo que estaba pasando. Pensó que Deilyne sería aún más humillada así que decidió intervenir para así ganarse el favor de ella.

- Arzan: Señorita yo podría ayudarla, cómo se llama usted.

Deilyne no necesitaba su ayuda y tampoco le interesaba, su respuesta dejo mudo al hombre.

- Deilyne: creo que quién habla primero debería presentarse para después solicitar saber quién es la otra persona, y quién sea usted gracias, pero no necesito nada de usted.

La reacción del hombre confundiría a Deilyne.

- Arzan: jajajajaja usted, usted sí que es graciosa.

Antes que Deilyne pudiera decir algo la encargada de la tienda llego, pero incluso ahora hizo algo que haría cambiar la decisión que Deilyne había tomado.

- Duque Valente, siento que tenga que estar viendo está situación, disculpe pronto acabaré con esta molestia.

La encargada después de decir esto vio directamente a Deilyne.

- Deilyne: [con que es Duque Valente]

- Arzan: [que dirá ella ahora que sabe que soy un duque]

A Deilyne eso no le importaba para nada así que continúo con lo planeado.

- Deilyne: Increíble, primero me ignora abiertamente y ahora me trata cómo a una molestia.?

- disculpe dama, pero es obvio que esté es un lugar donde usted no puede adquirir nada.

- Deilyne: y como sabe usted éso?

- es muy evidente Señorita, y antes de que algo falté en está tienda la invito a retirarse.

- Deilyne:y justo ahora está diciendo que voy a robar algo?

- para evitar cualquier otro malentendido por favor regrese, está incomodando a los demás clientes.

- Deilyne:es suficiente, Nicolás dame ese documento.

Nicolás sacó de sus muchos papeles un documento con sellos y firmas que a simple vista parecía ser un contrato.

- Deilyne:Reconoce esto señora ?

-Qué es eso, ¿cómo es posible que usted tenga eso?

La mujer lucía desconcertada y también el Duque Valente que observaba la situación, se preguntaba que sería aquel documento.

- eso es el contrato de esta tienda? Porque lo tiene Usted?

Volvió a preguntar la encargada.

- Deilyne: Porque soy la dueña.

Respondió con autoridad Deilyne.

Todos en la tienda se quedaron sin palabras por el desenlace de la situación.

- Uste.. usted... es la dueña?

- Deilyne: Es así, y usted acaba de incumplir numerosos puntos y normas especificados aquí, que dicen cómo debe ser la atención al cliente. No era mi intención hoy supervisar esto, pero lo hhe vivido en carne propia y viendo esto está más que claro que usted no es apta para dirigir esté negocio.

Deilyne estaba hablando cuando de repente, Benjamín y un grupo de Caballeros enteraron a la tienda, Benjamín lucía muy enfadado, y fue directo hacia la mujer con la cual Deilyne hablaba.

El Duque Valente parecía bastante entretenido con la situación, pero se preguntaba quién era aquella dama y que sorpresa era lo que acaba de escuchar, esa tienda era una de las más costosas del distrito comercial y ella era la dueña? Quien sería? Sus dudas pronto serían contestadas con el ingreso de Benjamín.

- Deilyne: Benjamín que haces aquí? Todos ustedes esperen a fuera.

- Benjamín: Usted, usted es quién a estado ofendido a nuestra Señorita, acaso sabe con quién habla?

Benjamín volteó a ver a Deilyne y le dijo.

- Benjamín: Marquesa que medidas desea que tome.

Al escuchar la palabra Marquesa la encargada abrió mucho los ojos, si habla de marquesa y dueña del lugar había solo una posibilidad. La hija del Marqués Marshall. Él era el dueño de esa tienda, pero hasta donde ella sabía él tenía una hija. La encargada se arrodilló en el piso y suplico perdón. Pero Deilyne no parecía conforme con esa situación.

- Deilyne: Benjamín es suficiente, y usted señora levántese y guíame hasta la oficina de este lugar, hablemos ahí.

La mujer no dudó dos veces y se puso de pie inmediatamente indicando el camino. Deilyne antes de retirarse habló al Duque.

- Deilyne: lo siento por usted que tuvo que presenciar está situación, después de todo usted es un cliente y yo no le respondí de la mejor manera. Discúlpeme.

Deilyne hizo una reverencia ofreciendo sus disculpas.

El Duque Valente estaba impresionado por cómo manejo la situación, pero todavía sabía quién era tan solo sabía que era una Marquesa.

- Arzan: Arzan Valente es mi nombre Señorita, creo que ahora podría saber el suyo.

- Deilyne: Oh, bien. Deilyne Marshall es el mío, con su permiso ahora cómo ve tengo asuntos por atender.

Deilyne se retiró dejando a Arzan ahí, que seguía esperando a la dama con la cual estaba en lugar.

- Arzan: Ella es Deilyne Marshall? ¿Ella es la exesposa de Gabriel?

Arzan no lo podía creer, y tampoco podía creer la situación en la que acababa de conocer a la exesposa de su amigo.

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