Capitulo 4: "Primero Saquemos la Basura"

Deilyne que salió de la mansión Marshall por primera vez desde su regreso, se dirigió al pueblo más cercano que estaba a dos horas en carruaje, ella no le comento a nadie el fin de su salida, pero para todos era obvio.

Deilyne salió vestida totalmente de negro, iba al cementerio.

Rosa sabía que Deilyne no sé perdonaba el no haber estado con su padre, pero el entender la trama de los sentimientos le llevaría tiempo, Rosa amaba a Deilyne cómo a su propia hija y sufría si ella sufría, pero no intervendría en temas tan complejos, no porque no los pudiese entender, si no que ella creía fielmente que superar esas situaciones adversas y de dolor harían de ella una persona fuerte.

Deilyne lo necesitaría, él lugar que ahora ocupaba era de mucho peso, la familia Marshall era muy reservada y esto fue lo que los llevo al éxito y mantener su paz.

Era uno de los apellidos más antiguos de todo el imperio, pero sobre todo la familia Marshall era muy R

rica, de qué grado de riqueza hablamos, pues entré los nobles había un viejo rumor que decía que la familia Marshall era la que mantenía a flote al Imperio con sus impuestos.

Era verdad, solo que la familia imperial siempre trataba de silenciar estos comentarios ya que temía que el poderío de está familia fuera más que la suya, para suerte de los emperadores ellos nunca estuvieron interesados en temas del gobierno del imperio, participaban en diferentes épocas del año en los debates de política y votaciones, porque la ley se lo exigía, buscaron estar al margen y evitar apoyar cualquier bando en los temas de sucesión.

La familia Marshall era más bien dedicada a los negocios y comercios.

Cuando llegó al pueblo Deilyne hizo que el carruaje se detuviera en la zona comercial, al poner un pie fuera del carruaje Deilyne estuvo rodeada por una docena de caballeros sin contar a Benjamín, era una exageración en palabras de Deilyne, pero Benjamín insistió, si era una exageración ya que ese pueblo estaba custodiado por los caballeros de la familia Marshall, era un lugar tranquilo y próspero.

Deilyne se dirigió a una florería, Deilyne no permitió que todos aquellos caballeros entrarán así que solo Benjamín la acompaño al Interior del lugar.

Deilyne buscaba algo particular, pero no la veía por ninguna parte, cuando de repente Benjamín estaba poniendo en su vista lo que buscaba.

- Benjamín: Es ésto Señorita?

Benjamín sostenía un ramo de flores formado por las Rosas del desierto.

Era su flor favorita, pero como lo supo Benjamín, Deilyne compro el ramo y volvió al carruaje, ahora sí pidió al chófer que se dirigiera al cementerio.

Él aroma de las flores inundó él lugar, eran delicadas flores blancas con un llamativo centro rojo, siempre le gustaron a Deilyne, por eso su padre hizo que cada día hubiera un jarrón con ésas flores en su habitación, y en invernadero hizo que las cultivarán, los buenos recuerdos sacaron una triste sonrisa en Deilyne.

Al llegar al cementerio nuevamente no permitió que todos aquellos caballeros la siguieran y solo Benjamín lo hizo.

Cuando Deilyne estuvo frente a la tumba de su padre las piernas le temblaron, Benjamín que se percató se acercó para ayudarla pero Deilyne lo detuvo.

- Deilyne: No te acerques más a mí Benjamín.

Él que noto la voz un poco quebrada de Deilyne, respetó su orden y dió un paso atrás.

Deilyne se arrodilló, coloco el ramo y habló a la memoria de su padre.

- Deilyne: Padre, es muy tarde para mí ? ¿perdonarás a está malagradecida hija tuya? ¿podrás hacerlo algún día? Yo no creo poder hacerlo, no puedo hacerlo padre.

Una lágrima recorrió el rostro de Deilyne.

- Deilyne: Te extrañare por siempre, adiós padre.

Deilyne se paro sin decir otra palabra y se dirigió hacia su carruaje, Benjamín podía observar desde atrás las lágrimas que caían, Benjamín se preguntaba porque ella se culpaba de esa forma por algo que no tenía solución.

Le dolía verla así, pero no podía hacer nada más que ver .

Deilyne regresó a la mansión Marshall, sin saber que tendría unos invitados no tan agradables.

Al encuentro de Deilyne salió el mayordomo, a darle las noticias.

- Mayordomo: Bienvenida Marquesa, Señorita acaban de llegar visitas.

- Deilyne: Quiénes son Robert?

Quién podría ser. La familia Marshall no era muy sociable, entonces tal vez era alguien que venía por negocios imagino Deilyne.

- Mayordomo: Bueno el Vizconde Casares y su familia han llegado de imprevisto, están adentro Señorita.

La voz de Robert sonaba un tanto nerviosa.

El Vizconde Casares era un pariente lejano de la familia Marshall en realidad el parentesco venía por parte de su esposa la Vizcondesa Lucila, pero quién ya ni siquiera portaba el apellido Marshall.

Deilyne entro a la mansión para averiguar los motivos de la repentina visita, ella había visto una vez cuándo era muy pequeña a esas personas ni siquiera podía recordar sus rostros.

Justamente por esto, se sorprendió tanto cuando fue recibida por el abrazo de una mujer que no recordaba para nada, esa mujer era la Vizcondesa Lucila.

- Vizcondesa: Sobrina ahí estás!

Fué lo que dijo la mujer mientras abrazaba a Deilyne quien ni siquiera logro reaccionar.

- Vizcondesa: Lo siento tanto sobrina, cómo estás, tranquila tú tía está aquí para consolarte!

Que demonios decía esa mujer Deilyne ni siquiera sabía su nombre, era obvio que quería algo de ella.

Deilyne vió que Benjamín estaba a punto de reaccionar de mala manera, antes de que eso suceda ella intervino.

- Deilyne: Quién es usted?

Pregunto con total calma Deilyne, alejando a la mujer de su abrazo, la cara de la mujer lo decía todo estaba muy avergonzada entonces la voz de un hombre intervino llamando la atención de Deilyne.

- Vizconde: Que pena sobrina, que no recuerdes a tú propia familia , hemos vendido hasta aquí para consolarte y nos tratas así? Pero no importa ya que lo más importante es brindarte nuestro apoyo, si es necesario, nos presentaremos ante ti nuevamente.

- Deilyne: [que descaro vienes hasta aquí sin siquiera avisar, me insultas y después finges ser bueno?]

El hombre que habló fue el Vizconde James Casares.

- Vizconde: Sobrina yo soy tú tío James Casares, ella tu tía Lucila, y ellos tus primos Carlos y Catarina.

Deilyne miraba a los intrusos detalladamente, cómo se atrevía a decir que todavía ellos tenían un lazo de sangré, ni siquiera Lucila quien era por dónde ellos estaban emparentados, poseía los rasgos de la familia Marshall.

Deilyne no veía por ninguna parte el cabello rubio, en su lugar todos tenían cabellos castaños ¿y los ojos rojos? tampoco los tenían. De igual forma Deilyne los saludo apropiadamente.

- Deilyne: Es un gusto conocerlos, no sabía que vendrían, sino hubiera preparado algo más adecuado para recibirlos.

Con estás palabras Deilyne no les estába dando la bienvenida, en realidad lo que significaba era que eran mal educados por no avisar con anticipación que vendrían, ya que la etiqueta y costumbres del imperio Constantino así lo demandaban.

- Vizcondesa: Oh así está muy bien sobrina!!

Se adelantó a hablarle la VisCondesa, cada vez que Deilyne escuchaba la palabra sobrina se irritaba , así que trató de salir rápido de ahí para así también poder pensar más en esa situación.

- Deilyne: Tomen asiento por favor, y traiganles té.

Una vez todo estuvo servido Deilyne se excusó.

- Deilyne: Cómo pudieron apreciar, acabo de llegar, y tengo otros deberes por cumplir, si me disculpan los dejaré solos, ustedes sigan disfrutando del té.

La cara de los Vizcondes no demostraba que éso les gustara, ya que el dejar sólo a las visitas significa que no eran de importancia.

El Vizconde habló.

- Vizconde: Tranquila sobrina, fue nuestro error el venir tan apresuradamente ya que queríamos verte, atiende tus asuntos ya que de todas maneras tendremos la oportunidad de vernos más tarde.

A Deilyne no le gusto nada este comentario, ya que éso significaba que planeaban quedarse por más tiempo ahí.

- Deilyne: Seguramente así será.

Sonrió Deilyne.

Tan pronto como Deilyne salió del salón, se dirigió a la que ahora sería su oficina. Llamó a Rosa, el mayordomo y Nicolas quién era su asistente.

Una vez todos estuvieron ahí Deilyne dió órdenes a cada uno, pidió a Rosa que se encargara de ubicarlos en las habitaciones, a él mayordomo indico que se preparara una cena abundante y les avisará a los recién llegados con el fin de mostrar su agradecimiento por que la fueron a ver. Obviamente ésto era un telón que Deilyne estába preparando para ver qué hacían detrás de escena su "familia", cómo ellos mismos se nombraron.

Después que se retiraron Rosa y Robert, Deilyne específico sus órdenes a Nicolas.

Nicolas había sido asistente de su padre, el Marqués Osman, era tan solo unos años mayor a Deilyne, lo que significaba que era una persona muy competente para ocupar tal puesto, ahora Nicolás asistiría a Deilyne.

En la noche se sirvieron abundantes y exóticos platós, el comedor de la mansión Marshall era espectacular, un lugar impregnado de lujos pero de igual forma sobrio y elegante.

Los Vizcondes no podían ocultar su admiración, debía ser la primera vez que veían tantos lujos, no era eso lo que molestaba a Deilyne sino la forma codiciosa en qué veían todo.

Deilyne era muy perspicaz observando éstos detalles, ya que ella fue criada en una familia donde los negocios primaban, su padre le había enseñado muchas cosas sobre negocios, incluído el interpretar gestos y actitudes de los demás, cosas cómo esas eran fundamentales para ser un buen negociante.

La cena transcurrió tranquilamente, sin más que comentarios forzados por parte de la familia hospedada hablando de lo bueno que fué el Marqués, el cómo ella se parecía a él, y los momentos que la familia de Vizcondes compartió con su padre, momentos qué por sierto Deilyne sabía nunca ocurrieron.

Ya había pasado una semana desde que los Viscondes y sus hijos llegaron al Marquesado, Deilyne estaba cansada de no poder seguir la rutina que tenía planeada y era molesto tener que estar escuchando las constantes mentiras y falsos halagos que le decían en cada conversación que tenían.

Pero Deilyne no podía echarlos, no hasta desenmascararlos, por suerte para ella el Vizconde daría él primer paso.

Esa tarde se encontraban en la hora del té, aparte de la familia del Vizconde y Deilyne en el salón estaba cómo escolta Benjamín.

Las conversaciones monótonas ya ni eran escuchadas por Deilyne, tan sólo fingía que lo hacía, hasta que el Vizconde habló de algo que le llamo la atención.

- Vizconde: Sí cómo el negocio que hicimos con tú padre , en este tiempo el debía darme la segunda parte de la inversión.

- Deilyne: [Ja! el pez siempre cae por la boca]Podria contarme más sobre ese negocio.

Le dijo Deilyne fingiendo interés.

Los ojos del Vizconde brillaron y se dispuso a hablar.

- Vizconde: Claro sobrina, bueno el negocio se trataba de una plantación de un nuevo tipo de cebada en nuestro territorio....

Y así el Vizconde habló de todo lo relacionado con la supuesta inversión que su padre realizó en el negocio del Vizconde.

- Deilyne: Dice usted que mí padre le tenía que dar la segunda parte de la inversión?

- Vizconde: Si, así es sobrina, pero lamentablemente todos sabemos lo que pasó, es una pena para mí también ya que el negocio no podrá crecer.

- Deilyne: Vizconde usted deberia saber que mí padre fué un hombre de palabra, y que siempre cumplía lo que prometía.

Él Vizconde esbozo una sonrisa, pensando que las siguiente palabras de Deilyne serían preguntarle cuánto dinero de la inversión debía darle.

- Vizconde: [niña tonta].

Deilyne: Dónde está el informe de la evolución del negocio?

- Vizconde: he.. qué?

Confundido pregunto él Vizconde no pudo ocultar su expresión de desconcierto.

- Deilyne: Si Vizconde, dónde está ese informe, hace cinco meses debió ser entregado. Conozco muy bien como se hacen los contratos de está familia.

Deilyne hablaba tranquilamente mientras bebía su té rojo con miel.

El Vizconde y demás miembros de su familia se pusieron notoriamente nerviosos y trataron de dar cualquier tipo de excusas.

- Vizconde: Bueno he.. es que... es bueno

- Vizcondesa: debido a la salud de su padre no queríamos molestarlo!

Rápidamente dijo esto la Viscondesa, pero debió pensar más antes de decir una tontería que la humillaria más.

- Deilyne: Que extraño Vizcondesa, la condición de mí padre tan solo lo sabían los empleados de está mansión y no solo eso sino que fue los últimos dos meses cuándo realmente enfermó.

Deilyne dejo su taza de té y miro a la familia sentada frente a ella.

- Ustedes Vizconde y Vizcondesa que se jactan de haber conocido tan bien a mí padre deberían saber lo mucho que el odiaba los engaños y justamente eso es lo que están intentando hacer conmigo en éste momento, claro que ese informe nunca llegará porque usted nunca invirtió el dinero que mí padre le dió.

El Vizconde no sabía que decir, cómo Deilyne sabía eso, en efecto el Vizconde había gastado todo el dinero en apuestas de juegos de azar.

Lo que Deilyne había pedido a Nicolas era que buscará y le entregará cada documento que esté relacionado con el Vizconde Casares y eso fué lo que hizo Nicolás.

Deilyne reviso detalladamente todo hasta entender que clase de trato había hecho su padre con ese hombre.

En efecto el Marqués había invertido en la propuesta del Vizconde, de realizar una plantación de cebada, era un tipo nuevo de planta de cebada, más resistentes y que producía mayor cantidad, ésto fue lo que atrajo al Marqués las ideas eran buenas así que el Marqués decidió invertir, pero él Marqués nunca perdería una inversión, en el contrato realizado se especificaba que si por incumplimiento de los puntos a seguir para llevar a cabo la plantación y posterior comercialización del producto, el proyecto fracasaba el Vizconde debía devolver el dinero invertido o en su defecto el marqués podría tomar la propiedad del Vizconde en su lugar.

El contrato se incumplió ya que el Vizconde gasto casi todo el dinero en juegos de azar, cosa sobre la que el Marqués antes de morir ya sabía. Pero debido a su estado de salud había pospuesto esos temas.

- Deilyne: Es molesto qué tanta basura haya rodeado a mi padre y que ahora intenté entrar a mi casa, es molesto que me crean tan estúpida, es molesto que me hayan faltado por tanto tiempo el respeto, han entrado a mí casa sin ser invitados, me llamaron sobrina cuándo ni siquiera lo soy, metieron llamarme Marquesa, cualquier otro noble en mi lugar ya les habría cortado la lengua o los hubiera azotado. Si entendió Vizconde, tome a su familia y larguese de mi casa y de mí territorio, no habrá una segunda advertencia, la próxima que se paren frente a mí saldrán siendo arrastrados por los caballeros,

ah por cierto Vizconde no olvide que el techo sobre su cabeza ahora es mío.

Deilyne hablaba de la casa del Vizconde que ahora pertenecía a la familia Marshall tras el incumplimiento del contrato.

Tras que Deilyne habló, unos caballeros sacaron de la sala a la familia al Vizconde.

Después de eso Deilyne parecía aliviada, había terminado de sacar la basura de su casa.

Pero de repente sus pensamientos fueron interrumpidos por las risas de alguien, al voltear se encontró con Benjamín que no podía parar de reir.

- Deilyne: Qué es lo que te pasa... de que te ríes.

Pregunto extrañada Deilyne un poco avergonzada pensando que se reía de ella. Cuando estuvo más calmado Benjamín le contestó.

- Benjamín: Lo siento mucho Señorita es que debía ver sus rostros, no se lo esperaban. Se lo merecían. Usted los hizo temblar jajaja.

- Deilyne: Al parecer no fué así ya que a tí te causo gracia.

- Benjamín: No, no es así, Señorita de verdad Yo odiaria y tendría tanto miedo de que alguna vez usted me mirara de esa forma.

- Deilyne: Cómo?

- Benjamín: Con desprecio, con odio.

Benjamín había dicho muy seriamente estás últimas palabras.

Deilyne se sintió un poco avergonzada y pensó.

Deilyne:[Benjamín tonto que no te das cuenta que tus palabras son muy fáciles de malinterpretar]

Al ver que Deilyne no decía nada, Benjamín también se sintió un poco avergonzada y busco alguna excusa para salir del momento.

Después de la situación vivida con el Vizconde al fin Deilyne tendría un tiempo de paz en su casa .

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