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- Rápido levántate, vas a llegar tarde a la escuela - salía la voz de Lucas por el teléfono de la videollamada que acababa de contestar - Mueve tu seductor y pecoso trasero.
- Déjame dormir a mí y a mi seductor y pecoso trasero en paz - contesté medio molesto y con flojera.
- No me vayas a colgar - algo que estaba a punto de hacer - si no te levantas llamaré a tu mamá.
- ¿En serio con eso me vas a amenazar? - solté con una risa ronca - infantil.
- Es Lunes y tu primer día de nuestro último año escolar - dijo como si fuera lo mejor del mundo.
- De hecho, esas son dos buenas razones para quedarme a dormir en mi cómoda cama y si no es suficiente te doy una tercera - me senté rápido obteniendo un pequeño mareo - espera... - ¡mierda! ¿Qué iba a decir?
- ¿Qué pasó? Se te olvido... - interrumpí rápidamente.
- No, la tercera razón es porque voy a ser el nuevo y eso implica muchas más cosas, que si te las enumero tardaré horas en terminar - dije ya más despierto.
- ¡Vamos no exageres! Todavía sigo empacando, estaré contigo en tres días - me animó mi mejor amigo, de quien me despedí el viernes.
"Lucas cariño, ayúdame a subir estas cajas al camión" - Llamó la voz de Erika, su madre.
- Ya escuchaste, tengo que irme, llámame en tu tiempo libre - se despidió - suerte, te quiero.
- Gracias, también te quiero - me despedí y colgué para alistarme e ir a la escuela.
A papá lo ascendieron en su trabajo, algo bueno, lo malo es que venía con un traslado a la sede principal de la compañía, la cual, quedaba en la capital. Ya que mi mamá trabaja en otra área para la misma compañía, pudieron trasladarlos juntos.
Al explotarme esa granada en mi cara me derrumbé catastróficamente, pero rápidamente fui reconstruido como por arte de magia, cuando mencionaron que nos mudábamos junto con la familia de Lucas, pues casualmente, como si el destino así lo quisiera, el señor Oliver Macek, su padre, también recibió un ascenso y traslado a la capital donde él trabaja.
Ambas familias lo discutieron y decidieron emocionadamente mudarse en la misma urbanización y transferirnos a la misma escuela.
Lamentablemente, los Macek tuvieron un pequeño retraso con la mudanza y yo tenía que empezar primero.
Le rogué, supliqué e imploré a mi madre de rodillas para poder empezar el otro Lunes con Lucas, pero mis palabras fueron ignoradas tan cruelmente, que tuve que recurrir a la última opción utilizada solo en casos de extrema urgencia... arme un berrinche... Puse mis eficaces ojos de cachorrito, lloré, pataleé, rodé por el piso durante minutos, sí con 17 años lo hice, pero nunca había sentido tanta indignación en mi vida, era como un fantasma en medio de una multitud viviente.
Ahora con la poca dignidad que me queda, me despido de mamá y salgo con dirección a mi último año en prisión educacional.
***
La escuela era un edificio de tres pisos que contenía, según había leído, un gran comedor, salones amplios, un patio con mesas y sillas para pasar el rato en el tiempo libre, una cancha de basketball techada y una cancha de fútbol al aire libre con gradas, esta última me llamaba mucho la atención.
Una vez dentro me dirigí a la oficina del director.
RIIIINNN - sonó la campana para entrar a clase.
Lo primero que vi al entrar fue un largo escritorio con pilas de papeles en ella, a mi izquierda había dos muebles, uno frente al otro, de tres puestos y el otro de uno solo.
- Buenos días - saludé cortésmente.
- Buenos días...- hizo una pausa - Daemon Grandal - dijo inseguro.
- Sí, correcto - confirmé - mi amigo Lucas se presentará la semana que viene, tuvo un retraso con la mudanza - le informé.
- ¡Ah cierto! Ya me acordé. Bienvenido a nuestra institución. Como ya sonó la campana y no queremos que te pierdas tu primera clase, hablaremos al final del día con calma, podrás decirles a tus compañeros que te den un recorrido por la escuela mientras haces nuevos amigos - asentí para nada emocionado.
El señor Elliot, era un hombre de unos 55 años, aproximadamente, pero le gusta que le digan señor Rivas. Para infundir respeto.
Siguiendo las instrucciones que me dio, me dirigí a lo que sería mi nueva celda, donde la oficial de Lenguas iba a dictar la primera clase para nosotros los prisioneros.
Parado frente la puerta pude observar por la pequeña ventana que tiene esta, a la profesora y parte de mis compañeros. Lo único que estaba esperando antes de girar la manilla para entrar, era que un meteorito callera cerca y tengan que suspender las clases hasta la semana que viene, pero eso nunca pasó, en cambio, hice contacto visual con la profesora y eso me obligó a entrar.
- Chicos presten atención, tenemos dos nuevos invitados - Todos voltearon a verme.
- Solo uno - le corregí - mi amigo se presentará la semana que viene, tuvo un retraso con la mudanza - repetí como disco rayado.
- Oh, ya veo, entonces puedes presentarte primero - señaló para colocarme en el centro frente a la pizarra.
Miré a mis compañeros, me sentía un poco nervioso por estar solo y no tener a alguien de apoyo, pero debía hacerlo, igual que la primera vez.
- Hola a todos, mi nombre es Daemon Grandal - varias chicas chillaron - tengo 17 años y mi mechón blanco junto con mis pestañas son una condición genética, no es teñido - Comencé por lo básico.
- Cuéntales más - me animó a seguir hablando la profesora.
- No soy de la capital - me detuve en seco cuando reconocí un viejo rostro - y antes de concluir - reí levemente recordando no volver a cometer el mismo error - voy a contarles algo que por lo general no lo grito a los cuatro vientos, pero prefiero que lo sepan antes de tener falsos amigos para que después me apuñalen por la espalda o simplemente huyan de mí como si fuera un virus mortal. - dije eso último mirándolo a los ojos.
- Que intriga ¿tienes novia? - habló una chica desde la parte de atrás del salón.
- No, soy gay - hubo varios sonidos de sorpresas, caras de chicas desanimadas y la sorprendente cara dramática de Manuel con los ojos bien abierto resaltó entre la multitud, junto con un chico de cabello azabache y ojos azul oscuro que estaba a su lado levantando ambas cejas con una corta sonrisa, más que sorprendido parecía que la situación le causaba gracia.
- Muy bien ¿tienes algo más para decir? - negué con la cabeza - entonces puedes sentarte en cualquiera de los dos asientos libres que están en el fondo a la derecha al lado de los ventanales. - señaló - el otro es para tu amigo.
Agarré el penúltimo asiento al lado del chico de ajos azul oscuro, dejando el puesto detrás de mí a Lucas.
***
Al sonar la campana anunciando el final de la primera clase todos salieron rápido para quedarse con las mesas del patio con sombra o es lo que escuché.
Saqué mi teléfono para hacerle una videollamada a mi mejor amigo y le marqué, con todo lo que pasó necesitaba verlo.
- Esperen, no se supone que los dos chicos nuevos van a estar en nuestro equipo de fútbol - susurró en voz alta un chico de pelo castaño claro - es lo que mencionó el entrenador ¿no deberíamos conocerlo?
- Olvídalo, vámonos - dijo Manuel.
- Tiene razón, hay que presentarnos - finalizo mi chico de pelo azabache.
¿En serio piensan eso cinco chicos que no los estoy escuchando?
- Hola - Aparece Lucas en la pantalla con una camiseta blanca pasándose la mano por su cabello color negro logrando alisarlo hacia atrás, gotas de sudor rodaban por su sien y en sus ojos color miel se notaba lo cansado que estaba - espera déjame tomar una limonada - observe como se le escapaba su bebida por la comisura de su boca.
- ¿Me estás seduciendo? - pregunté sin importar quien escuchara.
- Idiota - suelta una carcajada.
- ¿Cómo no puedes ser consciente de tu estado? - Joder se veía tan sexy.
- ¿Quién dice que no soy consciente? ¿Por qué crees que contesté así? - asentí, tiene un buen punto - ¿Cómo te está yendo?
- Tengo que confesarte algo - dije con un tono serio - yo... he partido rumbo al otro lado del océano, perdóname querido mío, no fue mi intención irme sin despedirme - comencé a recitar dramáticamente - espera pacientemente mi regreso y cuando nuestros ojos se encuentren junto con nuestros corazones, recíbeme como si no existiera un mañana y déjame arroparme en tus calurosos brazos.
Los chicos que no habían vuelto hablar, resulta ser que estaban atentos a mi conversación y soltaron risas al unísono, claro, todos menos uno.
- Lo siento - soltó un de los morenos - es que no pudimos evitar reírnos.
- Eres muy graciosos - dijo el otro moreno, perecen ser hermanos - hola - se acercaron a mí.
- ¿Quiénes son? - pregunta Lucas.
- Son del salón y del equipo de futbol - Contesté, se miraron entre ellos percatándose de que los había escuchado.
- Hola - giro la pantalla para que vean a Lucas.
- Hola - dicen todos, mientras Manuel se oculta atrás.
- Mi nombre es Lucas - se presenta.
- Mi nombre es Camilo Welch - contesta mi chico - ellos son los hermanos Antonio y Branko, él es David y un momento - agarro del brazo a la persona que quería huir y lo enfocó en la cámara - y él es...- interrumpió Lucas.
- Maldita sea, Daemon ese es...
- Manuel - completé, giro el teléfono apuntando otra vez hacia mí - pobre tipo que va a tener que aguantarnos, claro, si es que no vuelve a salir corriendo.
- Joder, como quisiera estar allí para darle una paliza - dijo como si estuviéramos solos - maldito retraso de la mudanza.
- Sigo aquí imbécil - habló Manuel.
- Y más vale que sigas ahí cuando llegue - amenazó mi mejor amigo.
- ¿Ustedes se conocen? - preguntó Branko
- Sí, larga historia - contesté.
- Saben que, no tengo nada que hacer cerca de ustedes, me voy - Anunció Manuel.
- Huye maldito cobarde - grité y me responde sacándome el dedo medio.
- Igual que la primera vez - ironiza Lucas - es como si nada hubiera cambiado. - suspira - tengo que irme a bañar, estoy pegajoso y sabes que no me gusta.
- Muy bien, no olvides mandar fotos - me saca el dedo medio y yo respondo colocando mi mano frete mi boca formando un "ok" y sacando la legua por el agujero.
- Maldita sea - ríe a través del teléfono - Cuídate, te quiero.
- También te quiero - finalizo la llamada.
- ¿Son novios? - Pregunta Camilo.
- No, es mi mejor amigo - respondo con obviedad.
- ¿Seguro? - Dice David.
Esto siempre me pasa, las personas malinterpretan nuestra relación, de hecho, para sorpresa de muchos, él y yo jamás 'nos hemos besado' solo hemos hecho otro tipo de cosas, pero eso no entra aquí.
- Sí, seguro - confirmo.
En la hora libre que nos daban les pedí a los chicos ABCD (así los llamaban) que me mostraran la escuela, lamentablemente la cancha de futbol estaba en mantenimiento hasta la semana que viene, debieron hacerlo en vacaciones, esto me da otra razón para faltar.
- Estudiante Grandal - No puede ser, estaba a unos pasos de la salida de la cárcel - venga a mi oficina por favor - El señor Rivas me atrapó en medio de mi fuga.
- Era un plan perfecto - susurré lamentándome sin que me escuchara.
Entrando a su oficina me señala que me siente en el sofá de tres puestos, mientras él toma asiento en el de uno.
- Joven Grandal ¿Cómo puede ser que en su primer día forme un escándalo? Todos los estudiantes y profesores están hablando de usted ¿Sus padres ya saben? - Y aquí vamos otra vez.
- Primero que todo, yo no formé un escándalo, los que recibieron la noticia hicieron un escándalo - recalqué - Segundo, entiendo que los estudiantes corran el rumor y se alimenten de los chismes, pero ¿los profesores? Usted como director debería controlarlos porque se supone que ellos están para ayudarnos y educarnos de forma académica, no para difamarnos o ¿me equivoco? - negó, iba a responder, pero lo interrumpo - y tercero, mis padres son conscientes de mi orientación sexual y me apoyan. No tiene nada que reclamarme. Si me citó aquí para hablar de eso, lo veo totalmente innecesario y fuera de lugar.
- Entiendo, solo quería hacerte saber la situación - informó.
- Bueno, controle las leguas de los profesores y le recomiendo que les dé una clase sobre las diferentes orientaciones sexuales porque pareciera que fuera la primera vez que escuchan que un chico es gay y no saben manejarlo - le dije.
- Ok, lo tomaré en cuenta.
- No, no lo tome en cuenta, hazlo, porque si no, lo haré a mi modo y no le gustará - Amenacé.
- Muy bien joven Grandal, lo haré - aseguró.
- Por cierto, ya mis compañeros de fútbol me dieron un recorrido. Si no hay nada más que hablar me iré - en serio quiero salir de aquí.
- Entonces se puede retirar, que tenga un buen día - se despidió.
- Igualmente - Dulce libertad.
***
Al llegar a casa mis padres no estaban como cualquier otro día de semana. Me bañe, vi una película mientras cenaba y como el sueño me estaba ganado le mande un mensaje a Lucas de buenas noches. Mis últimos pensamientos fueron de aquel chico de nombre Camilo, "Que lindo, quiero conocerlo más".
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El apodo 'ABCD' es por las iniciales de sus nombres de forma alfabética.
Les dejo la presentación de los personajes, no cuadra al 100, pero es lo más cercano a lo me imagino.
Daemon Grandal (17 años, cabello naranja, mechón blanco en frente, ojos azul claro, pestañas blancas, piel clara con pecas y mide 1.85 cm)
Lucas Macek (17 años, cabello negro, ojos miel, piel trigueña y mide 1,86 cm)
Camilo welch (17 años, cabello azabache, ojos azul oscuro, piel clara y mide 1.80 cm)
Antonio y Branko (18 años, morenos de piel oscura y miden 1.79 cm) el resto a su imaginación.
David (17 años, cabello castaño claro, ojos vedes, piel clara y mide 1.66 cm)
Manuel (17 años, cabello marrón oscuro, ojos negros, piel trigueña y mide 1.78 cm)
Blooper: Era un hombre de unos 55 años, aproximadamente, se llama Elliot, pero le gusta que le digan señor Rivas. *Seguro debe ser porque la profesora de química le hacía bullying* - Lo siento por todas las personas que se llaman así, espero que no se lo tomen personal, no es mi intención, es humor.
Juro que estaba a punto de ponerlo en el capítulo, pero no es el tipo de humor de Daemon, es más de Lucas.
(Sigan disfrutando y si les gusto el capítulo no olviden apoyar).
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