Pensamientos Inútiles

Andrés limpiaba la sangre mientras lloraba, el beta ya se había ido, cada vez Andrés se sentía más miserable, su cabeza dolía mucho y tal vez nadie lo ayudaría, él no era importante para absolutamente nadie, por culpa de los arrebatos de Miguel, ni siquiera podía salir libremente, no podía ir a un

parque a observar el atardecer o la gente, aunque tal vez sería mala idea, Andrés no deseaba ver a las familias felices jugar, mucho menos observar la

felicidad que tal vez él nunca tendría, sin embargo, deseaba poder ir a un centro comercial y comprar cosas, ir a un supermercado y escoger un helado.

Estos eran pensamientos inútiles, por ahora su única

preocupación era no molestar a Miguel para evitar el descontento de este, no deseaba soportar otro golpe, debía ser cuidadoso como si caminara sobre un hilo, tal vez si daba un paso en falso todo se echaría hasta el fondo del abismo y no abría forma de repararlo.

Como era costumbre, minutos después de que Miguel se fuera, el Omega que siempre curaba las horribles heridas de Andrés llegó a curar y saturar la herida de Andrés.

Lo hizo cuidadosamente limpiando con delicadeza la sangre, un poco inútil, ya que cuando puso alcohol sobre la herida el ardor logro abrumar a Andrés, este mordió sus labios en un intento de soportar el ardor.

—Esta vez fue profunda la herida, lamento que tengas que pasar por esto.

—No te preocupes, supongo que ya estoy acostumbrado, de todos modos no puedo hacer nada.

El Omega comenzó a coser la herida mientras Andrés soportaba el dolor, aquel Omega veía con un poco de pena a Andrés, el mejor que nadie sabía lo que soportaba Andrés, ni siquiera viéndolo podía creer que alguien tan amable y pacífico como Miguel pudiera herir y maltratar de esa forma a alguien que no podía defenderse.

—Sé que no puedo hacer nada y eso hace que me sienta peor al verte así.

—Eres solo un empleado, estoy seguro de que aunque lo intentarás con mucha fuerza no podrías ayudarme, solo mantén discreción y no hagas que Miguel sospeche que quieres ayudarme, no quiero que por mi culpa te pase algo malo.

Andrés hablaba con seriedad, lo que decía era totalmente en serio, ya podía esperar cualquier tipo de comportamiento violento de Miguel, no sabía que haría si alguien de su confianza lo llegaba a traicionar, al imaginar tal escenario un escalofrío recorrió la columna vertebral de Andrés.

—Nunca creí que Miguel fuera tan peligroso.

Aquel Omega se veía sorprendido y un poco asustado, al pensar en Miguel sintió miedo, sintió verdadera lástima al pensar en todo lo que debía hacer Andrés para complacer a Miguel. Pero lo que no tenía explicación era porque el beta maltrataba tanto a Andrés, no había una razón, tal vez simplemente lo odiaba, aunque eso tampoco era una razón lógica.

Cuando el Omega terminó se levantó y se despidió de Andrés, unos minutos después Andrés se levantó y dijo con lamento en voz baja.

—Ya no soporto más, me siento demasiado solo ¿Merezco estar así? ¿Por qué debo vivir así?

Cuando las lágrimas al fin pararon, Andrés tiro los vidrios rotos que antes eran una hermosa mesa a la basura, limpio los restos del suelo y luego de mirar fijamente a la basura más pensamientos Inútiles o mejor dichos pensamientos desesperados comenzaron a fluir en su mente.

Tenía que irse… reflexionó lentamente, hasta que llego a una conclusión ¿A dónde ir? No tenía un lugar a donde ir. Tal vez su destino era uno desagradable y desgraciado, si solo no hubiese estado tan segado por su amor, habría visto las pistas de tan lamentable destino.

Pero era un hecho indiscutible, permanecer junto a Miguel no era una buena opción, debía alejarse para estar seguro, sin importar que no tuviera un sitio a donde ir, debía buscar la manera de alejarse y estar seguro. Ser feliz estaba lejos de lo que podía tener, era ser codicioso, pero si quería vivir de forma tranquila debía huir.

Miguel regresó esa noche con un humor peor que todas las noches, extrañamente no se desquitó con el omega, todo lo contrario, lo sentó en su regazo mientras veía su Tablet, Andrés ni siquiera se movía, no deseaba que aquel agradable momento se acabará por una imprudencia. Miguel acariciaba la cintura del Omega y después de cansarse de acariciar su cintura comenzó a acariciar suavemente el cabello de Andrés sin levantar la vista de su tablet ni un segundo.

—Dejaré de verla.

Al principio Andrés no entendió las palabras de Miguel, pero luego de unos segundos esas palabras tomaron sentido, hablaba de esa beta, tal vez realmente ya no la vería. Era muy extraño como Miguel le decía como algo natural que ya no vería a su amante, pero Andrés decidió no decir nada.

—¿Te hizo enojar?

Miguel no respondió y Andrés se sintió temeroso de haber cometido un error, pero Miguel soltó un largo suspiro y continúo hablando.

—Le conté sobre tu petición de divorcio y me dijo que

aceptará, esa mujer asquerosa solo quiere tu lugar… Jamás te irás, jamás dejaré que me dejes, eres solo mío.

—…

—Eres demasiado obediente, nadie sería tan sumiso como tú.

La palabra más sencilla de la oración creo una nube mental en la cabeza de Andrés “sumiso” resonaba en su cabeza, pero era cierto, Andrés, mucho más que obediente, era totalmente sumiso.

—¿Me quieres?

—No, no te hagas ilusiones estúpidas, solo cumple tu deber como esposo y no pienses estupideces.

—¿Me amaras alguna vez?

—Lo dudo me desagrada que seas un omega, me pareces sucio e indecente, estás aquí solo porque eres lindo y obediente.

Sucio e indecente, era todo lo que Miguel veía de él, jamás sería correspondido, perdió su tiempo y entrego su vida a alguien que ni siquiera lo respetaba, ni siquiera podía huir, nada estaba yendo bien y todavía con esa cantidad de sufrimiento seguía amando a ese beta, eso hacía sentir más patético

a Andrés.

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