El Comienzo Del Infierno

Andrés estaba cansado de esforzarse tanto por nada, al final una beta sin esforzarse o siquiera intentarlo, llamo más la atención de aquel hombre que Andrés amaba.

Cuando todos se fueron el rostro amargo de Miguel volvió a tu típico estado natural, ese comportamiento no sorprendió para nada a Andrés, probablemente comenzaría a decir cosas hirientes

como siempre lo hacía, Andrés ya estaba acostumbrado, pero en el fondo sentía que tal vez esas horribles palabras eran ciertas. Tenía sentido que no fuese amado, su madre nunca lo quiso realmente y su padre le dio cariño y buenos

tratos hasta que cumplió los 9 años y se reveló como omega dominante, nunca logro nada destacable y en su familia era reconocido solo por ser el omega más sumiso y eficiente en el ámbito del hogar.

Pero en el fondo Andrés creía que tal vez el error era él y no su vida, todo lo que le pasaba era su culpa, él no podía hacer feliz a Miguel. Tal vez por esa razón Miguel tenía una amante, esta idea se descartó cuando Andrés recordó que Miguel siempre cambiaba de amantes y Andrés también le ofrecía más de lo que cualquier persona normal daría.

—Tal parece que no importa que tan decente pretendas ser siempre terminas seduciendo alfas.

—¿Qué?

—Lo sabes, no sé si es por tus feromonas, porque no las huelo o por el simple hecho de ser omega, mis

compañeros del trabajo solo querían descaradamente tenerte debajo de ellos, hablaban de ti y te miraban y no hiciste nada para rechazarlos.

—No me agrada ese tipo de insinuaciones, sabes que solo te amo a ti y jamás intentaría seducir a otra

persona, además de que tú claramente les dijiste que cambiarán el tema ¿Me viste insinuando algo a alguno de esos alfas?

—Por favor Andrés eres un omega, siempre estás buscando alfas.

Miguel hablaba seriamente mientras miraba al Omega con desprecio, intentando culpar a Andrés de la atención que recibía por parte de otras personas, más en específico alfas.

—¿Qué dices?

Andrés miró con rabia a Miguel, lo que decía estaba muy fuera de lugar, incluso para él. Andrés era incapaz de mirar a otra persona, mientas Miguel existiera, era indiscutible su amor por el beta y lo que era capaz de hacer para que esté fuera feliz, no sabía ¿por qué Miguel tenía esos pensamientos tan desagradables sobre él?.

—Yo jamás me he atrevido a pensar siquiera en estar con alguien más.

Andrés reafirmó lo que siempre dejo en claro, su corazón solo le pertenecía a Miguel, lo único en lo que pensaba siempre era en Miguel, muy contrario a lo que hacía el beta, Andrés incluso llegó a sentirse en muchas ocasiones como un estorbo.

—Cada vez que salimos los alfas siempre te miran, te observan con deseo, son atraídos por tus feromonas, es más que obvio que deseas a uno para que estés totalmente satisfecho.

Miguel seguía culpando al Omega e incluso acusándolo de tener actitudes fuera de sitio y comportamientos lascivos hacia otros alfas, él sería incapaz de usar sus feromonas para atraer a alguien y mucho menos a un alfa que no conocía.

—No sé qué imagen tienes de mí, pero nada de eso es verdad, no necesito a nadie más ¿Con qué cara me dices eso? Tú tienes a más de una amante y yo lo he soportado.

—¿Qué dices?

El rostro de Miguel mostraba sorpresa, como si Andrés hubiese descubierto un secreto que jamás debió descubrir, aunque siendo realmente sincero, Miguel nunca intento esconder sus infidelidades realmente, actitud que hirió más a Andrés.

—Siempre que regresas tarde traes perfume o feromonas encima, el perfume que has traído sobre tu cuerpo el último mes huele exactamente igual al de Diana, tu compañera beta.

Más que sorpresa, el rostro de Miguel mostraba desagrado, como si Andrés hubiese dicho algo que no debió decir nunca, su rostro se volvió sombrío y le dio una fuerte bofetada a Andrés haciendo impactar contra el suelo.

—No sé quién te crees para juzgarme, eres solo un asqueroso omega que no sabe hacer nada, dependes de mí, solo debes callarte y obedecer, no entiendo tu fuerte empeño en meterte en cosas que no te tendrían que interesar.

Los ojos de Andrés se inundaron de lágrimas, las cuales se acumularon y comenzaron a caer sin parar por sus mejillas. Andrés comenzó a sobar su mejilla, la cual estaba ardía por aquel golpe, y se levantó suavemente del suelo y encaró a Miguel.

—Si soy tan inútil, ¿Por qué estás casado conmigo? Solo déjame si te parezco tan inútil.

Un gran silencio reinó en la habitación a excepción de los fuertes sollozos del omega, Miguel se quedó pensativo unos segundos y luego hablo mientras miraba con furia al omega.

—No quiero seguir así, no quiero seguir contigo.

Las palabras de Andrés sacudieron la mente del beta ¿Qué insinuaba?.

—¿Qué quieres? ¡DIME ANDRÉS!.

—Quiero el divorcio, te amo, pero tú no me amas a mí… Hago de todo para hacerte feliz, pero nada es suficiente, solo me has hecho pasar momentos horribles.

Mientras Andrés decía aquellas palabras, las lágrimas de su rostro se desbordaban de tal manera que caían y mojaban el piso, él no quería dejar a Miguel, sin embargo, ya no podía soportar los constantes insultos y miradas de odio que

este siempre le daba.

El rostro de Miguel mostraba odio y enojo, quería ahorcar al omega que solo lloraba frente a él mientras decía estupideces. Ya no soportaba la actitud inútil e infantil que Andrés mostraba frente a él, ya no podía seguir reprimiendo aquellos oscuros sentimientos.

—Solo lo dices para irte a buscar un maldito alfa ¡JAMÁS SERÁS LIBRE! ¡NO SERÁS FELIZ SIN MI PERMISO! SI CREES QUE NOS VAMOS A DIVORCIAR ESTÁS MUY EQUIVOCADO ANDRÉS, TE JURO QUE JAMÁS SERÁS LIBRE.

Miguel tomó a Andrés del cabello y lo arrastro hasta la habitación haciendo que este se diera un fuerte golpe contra el frío suelo de la habitación.

—AHHHHH.

Un fuerte grito desgarrador salió de lo más profundo de la garganta del omega, intento levantarse a pesar del agudo dolor que recorría su cuerpo, sin embargo, apenas se apoyó en sus manos para levantarse, sintió una fuerte patada en su estómago.

Miguel lo pateo con fuerza y después le dio otra bofetada, Andrés solo pudo llorar e intentar inútilmente evitar los golpes.

—Creí que ya sabías comportarte, pero tal parece que me equivoqué, debes aprender a no ser tan irritante.

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