Nada Es Igual

Tal vez la felicidad no era para Andrés, él se aferraba a la idea de que aquel beta que al principio y antes del matrimonio fue amable, cambiaría por él, sin embargo, cuando cumplieron seis meses de matrimonio, las cosas cambiaron para peor. Miguel llegaba tarde todos los días y siempre traía sobre él un olor a perfume, Andrés no era tonto, sabía lo que pasaba.

La actitud fría del beta se transformó en una agresiva y grosera, nunca escuchaba lo que Andrés quería o deseaba y cada vez que se le presentaba una mínima oportunidad, grito, insulto y menosprecio duramente al Omega. En vez de volverse mejor persona o mejor esposo, Miguel empeoraba con cada día que pasaba y Andrés ya no sabía lo que hacer para hacerlo feliz.

Miguel se encargó de despedir a todos los empleados, dejando solo a un par de guardaespaldas al cuidado de Andrés, Andrés estaba totalmente solo y los peores sucesos empezaron cuando el perfume sobre Miguel siempre era el mismo.

A diario Miguel llegaba y gritaba por cualquier cosa al omega, a estas alturas ni siquiera lo dejaba salir y tampoco salía con él los fines de semana. Cada día era una tortura y Andrés. Ni siquiera podía salir para desahogarse, quería hacer feliz a Miguel, pero no podía hacerlo a costa de su felicidad, tal vez él se había equivocado en algo o simplemente el beta era el único errado, pero ya a estas alturas no había relativamente nada que pudiera mejorar la situación, al menos así se veía a ojos de Andrés.

—Hoy vendrán mis compañeros y personas importantes, cocina suficiente para seis personas y para ti.

—Sí.

—No quiero errores, cada día te vuelves más inútil.

El corazón de Andrés dolía, cada vez que escuchaba ese tipo de palabras, sus ojos se llenaban de lágrimas, mientas soportaba las ganas de llorar, bajaba su cabeza, mientras evitaba la mirada de Miguel, no soportaba ver la mirada fría y sin ningún sentimiento, aquella horrible y simple mirada que le dedicaba siempre.

—No quiero que empieces a llorar.

—¿A qué hora llegarás?

—A las siete, vístete bien y no molestes a mis invitados.

Después de decir con un tono amargo esas palabras, Miguel se fue sin siquiera mirar a Andrés, Andrés intento seguirlo y despedirse, pero la puerta fue cerrada en su cara justo antes de alcanzar al beta, tal vez era una señal de que nunca alcanzaría el corazón de este. Andrés miraba fijamente la puerta hasta que las lágrimas que tanto contuvo salieron para hacer sentir aún más miserable al Omega, el cual ya ni siquiera sabía que era lo que quería lograr con todo lo que había hecho.

Al llegar la noche, justo en la hora propuesta, la puerta resonó, dejando entrar a un pequeño grupo de hombres con trajes, todos alfas, con la pequeña excepción de una hermosa beta de 1,69 de altura y Miguel.

Era imposible no reconocerla, era la misma mujer con la que Miguel hablo cómodamente el día de su boda, lo que amargo el corazón de Andrés fue ver como esta estaba aferrada al brazo de Miguel y este la acercaba más a él, Miguel nunca dejo que Andrés lo tocara de tal manera. Una punzada molestó el corazón de Andrés cuando descubrió que el olor de un perfume familiar estaba sobre aquella beta.

Los compañeros de trabajo de Miguel miraban de reojo a Andrés e incluso llegaron a resaltar lo bonito y eficiente que era, cosa que hacía que Miguel hiciera muecas amargas.

Todo cambio de foco cuando el mismo Miguel comenzó a alabar las habilidades en la oficina de aquella beta, de lo inteligente que era y de las habilidades laborales altas que poseía.

Andrés quería que todos se fueran, no quería seguir siendo menospreciado por aquel al que tanto amaba, Miguel miraba cariñosamente a esa mujer mientras a él lo veía como una molestia.

—No sabía que el esposo de Miguel era tan bonito e incluso hace todo sin ayuda de sirvientes, jamás había visto a un hermoso omega tan dedicado.

—No es gran cosa.

—¿Cómo que no? Jamás había visto a un Omega tan ejemplar, quisiera encontrar un Omega dulce y lindo como él en el futuro.

—Andrés es un Omega común, solo fue criado para hacer las cosas del hogar, no es gran cosa.

Miguel no tenía ningún interés en continuar ninguna conversación que incluyera a Andrés. Eso era mucho más que obvio, pero aun así sus compañeros insistían, pues no era falso el interés que tenían por el Omega, ni tampoco decían mentiras al recalcar lo bonito y talentoso que era.

Esa actitud y desviación de temas hizo enojar gravemente a Miguel, Andrés evitó la mirada de Miguel y fingió no escuchar la conversación, tal vez fue la decisión más sensata.

Horas después, Andrés dejo de entender la mayor parte de las cosas de las que hablaban, se levantó de la mesa amablemente y comenzó a limpiar todo.

Los alfas se rindieron en seguir hablando sobre Andrés, puesto que incluso ellos notaron el poco interés que mostraba Miguel y la molestia que este sentía cuando insistían en ese tema. Pero ellos solo pensaban en una cosa ¿Por qué un beta estaría con aquel Omega? Normalmente, esperarían que el beta tuviera una relación con un beta, no con un Omega ejemplar que normalmente estaría con un alfa Dominante o un alfa que pudiera representarlo bien, aunque estos no sabían que a Andrés no le interesaba estar con un alfa, él solo deseaba el amor del beta

Ni siquiera le presto atención a las pasionales miradas descaradas que la beta le daba a Miguel, tal vez era momento de recapacitar, Miguel ni siquiera lo veía como un ser humano ¿Por qué seguir esforzándose tanto?

Aquel le mostraba más afecto a una amante que a él, porque Andrés estaba más que seguro que esa beta era amante de Miguel y él descaradamente la trajo a su casa, sentados en la misma mesa que a Andrés, ignorando a Andrés e incluso halago cada pequeña acción de la beta.

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