Días Tristes

Después de que Rodrigo se fuera Andrés se quedó dormido y Miguel lo despertó para cenar juntos, Andrés se sentía un poco avergonzado, pues él quería darle la bienvenida a Miguel, no planeo que lo encontrará durmiendo.

Luego de eso los días para el omega fueron un poco vacíos y sin nada realmente interesante o bueno, Andrés siempre estaba solo y aunque saliera, no tenía a quien visitar. Andrés nunca fue de tener amigos o intentar mantener una amistad con alguien, así que no era de extrañar que no invitará a nadie a su boda más que familiares.

Miguel trabajaba todo el día y cuando llegaba tarde por las noches ignoraba totalmente al omega, con la excepción de los días en los que tomaba al omega. Los fines de semana eran peores, Miguel se volvió muy celoso cuando salían y algún alfa se acercaba a Andrés, lo más seguro, era que de cualquier forma

Miguel formará un alboroto.

Andrés quería pasar más tiempo con Migue, pero tenía miedo de decirlo, tal vez sería egoísta decirlo o pedirle pasar más tiempo con él.

Un día de la nada Miguel despidió a las mucamas, luego al chofer de Andrés impidiéndole salir libremente, no dejo a ningún empleado, todos fueron despedidos dejando a Andrés a cargo de todo lo referente a las tareas del hogar. El pequeño omega no salía por miedo a lo que hubiese afuera, su hermano dejo de visitarlo cuando salió de la ciudad y en su “hogar” se dejaron de preocupar por él desde el momento en el que se casó, como si ya no fuese responsabilidad de su “familia”. El descaro fue tan evidente que sus padres no lo llamaban y cuando Andrés los llamaba, los empleados siempre decían que no había nadie o simplemente que estaban ocupados, en pocas palabras no querían contestar y les molestaba el hecho de que Andrés fuera tan insistente, por ello Andrés decidió no molestar más a su familia.

Andrés se sentía solo, no había nadie con quien pudiera hablar, tampoco podía molestar a su hermano, ya que Andrés sabía que su hermano había viajado por trabajo, al ser cirujano sus horarios eran irregulares y a veces pasaba días enteros sin dormir.

Era una noche relativamente tranquila cuando Miguel llego, el omega lucia feliz mientras ordenaba la mesa, se arregló mucho y fue a darle

la bienvenida al beta.

—Cocine para ti.

—No debiste hacerlo, para eso tenemos cocineras.

—Quise hacerte algo especial, pero creo que no debí.

Miguel soltó un largo suspiro y se sentó en la mesa sin darle importancia a lo que decía el omega. Solo deseaba comer tranquilamente y después descansar.

—Comamos entonces.

—Sí, espero sea de tu agrado.

Andrés estaba feliz únicamente por el hecho de que Miguel comería lo que él le cocino, Andrés era tan feliz con tan poco que ante los ojos de Miguel era un poco patético. Una persona que creció ante lujos se conformaba con cosas tan insignificantes, tal vez por eso se casó con él, un simple beta.

Andrés creía que tal vez Miguel no era de expresarse mucho y no le dio importancia a su frío comportamiento, a sus pequeñas frases hirientes

y se cegó por culpa de su propio amor, tampoco le dio importancia a la clara indiferencia del beta y su poca empatía.

En la cena todo marchaba bien hasta que los comentarios comenzaron a brotar de la boca de Miguel, cosa que ya era un poco habitual desde hacía pocas semanas.

—Cocinas y limpias bien, eres un omega completo ¿Por qué no simplemente te dedicas al hogar y ya?

Andrés odiaba ser tachado como un omega ejemplar o perfecto para el hogar, él deseaba hacer otras cosas, pero Miguel creía que él solo servía para eso, tal vez no era tan falso después de todo.

—Mi madre me educo para ser un buen esposo, mi primo acaba de casarse, pero él no se dedica mucho a su matrimonio, mis tíos y abuelos dicen que soy mejor en cuestiones del hogar, aunque no lo sé.

—A partir de mañana vas a cocinar, ya limpias, así que te mantendrá ocupado el hogar todo el día, es imposible que te aburras.

Miguel dijo todo seriamente, Andrés no sabía si estaba hablando en serio, pero aun así decidió tomarlo con seriedad.

—¿Quieres que lo haga?

—Claro, naciste para eso ¿Por qué no hacerlo?

Andrés mordió suavemente su labio inferior, las palabras carentes de empatía de Miguel hacían doler su pecho. Tal vez solo debía dedicarse a ser un Omega servicial para hacer feliz a Miguel, tal vez su destino era solo ser un omega común que se dedica a su esposo y hogar. Sin embargo, Andrés sabía que debía esforzarse para ganar el amor de Miguel a toda costa sin importar los métodos, tal vez si se dedicaba a lo que él quería y en lo que era mejor, tal vez solo así Miguel lo notaría.

—Claro que sí.

Andrés mostraba una dulce y amable sonrisa, pero en el fondo quería llorar, deseaba seguir intentando que Miguel lo amara, pero cada vez esto era más y más difícil, de ese modo nunca llegarían a nada.

Andrés limpió todo y cuando subió a la habitación, Miguel ya estaba dormido dándole la espalda al lugar donde dormía Andrés.

—Buenas noches.

El omega le dio la espalda a Miguel y cerro sus ojos en busca de un sueño agradable. Tal vez si ponía un poco más de empeño al fin el beta notaría el gran amor que sentía. Aunque esos fueron deseos un poco tontos sin notarlo.

Mientras más se esforzaba parecía que Miguel más lo ignoraba, eso le causaba más ansiedad a Andrés. Cada día Miguel llegaba más tarde y era más indiferente, cada vez las palabras frías era más hirientes y sin empatía, algo estaba yendo muy mal y a estas alturas tal vez ya no podía repararse, pero Andrés no podía rendirse, al menos no todavía.

La soledad se volvió un poco normal, pero con esfuerzo tal vez todo mejoraría.

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