Rodrigo

Los días en la isla fueron tranquilos, Andrés salía a la playa y a veces Miguel lo acompañaba, se entregó por las noches a Miguel y en las mañanas este lo ignoraba, el corazón de Andrés se sentía herido, sin embargo, silenció amargamente su dolor, Miguel ignoraba al Omega e incluso le hablaba con frialdad en algunas ocasiones. Andrés creía que tal vez había hecho algo mal, pero al pensarlo realmente no se le ocurría nada, quizás algo le incomodaba a Miguel, pero era imposible saberlo, este nunca dejaba en claro lo que quería o le molestaba, ese tipo de cosas le causaba mucha frustración a Andrés.

Cuando decidieron volver Andrés deseo no irse, a pesar de que a veces Miguel era frío, tuvieron buenos momentos y una que otra sonrisa se formaba en aquellos serios labios.

Al abordar el avión, Miguel clavó su mirada en su tablet y Andrés suspiro y miró por la ventanilla del avión.

—Cuando lleguemos iremos a nuestra nueva casa.

—¿Nueva casa?

—Estamos casados, obviamente viviremos juntos.

Miguel hablaba sin despegar su mirada de la tablet, como si no le importará lo que decía.

—Es genial entonces.

—Supongo.

Miguel solo respondió de forma fría y Andrés siguió mirando por la ventana, su corazón estaba dolido.

De un momento a otro ya habían llegado, Andrés ni siquiera notó el momento en el que se había quedado dormido, en el aeropuerto solo lo esperaba su hermano mayor, no había rastro de su madre o padre.

Su hermano era un alfa dominante eficiente de 25 años, tenía la misma cabellera rubia de Andrés y los mismos ojos, lo único que realmente cambiaba era su complexión y altura. Era muy amable, mucho más con su hermano menor, era el único miembro de la familia al cual no le importaba que Andrés fuese un Omega.

—¡Rodrigo!.

Grito el Omega cuando visualizo al alfa y corrió a su encuentro.

—Hola Andrés.

El alfa cargo en sus brazos al pequeño omega.

—¿Qué haces aquí?

La emoción de Andrés era realmente evidente, él adoraba a su hermano y lo hacía súper feliz el hecho de que este le diera la bienvenida en el aeropuerto.

—Supe que llegabas hoy y me pareció una buena idea venir a recibirte ¿No debí hacerlo?

—Está bien, te extrañé mucho.

El alfa bajo al Omega y Miguel llegó a ellos.

—Hola Rodrigo, no hace falta que nos acompañes, nosotros iremos a nuestra casa.

—Con más razón los acompañaré, quiero ver el lugar donde vivirá mi amado hermanito.

La conversación entre el alfa y el beta era poco amable y las palabras debatían con intensidad.

Nunca su habían llevado bien y mucho menos en estas circunstancias, la razón de su mala relación solo lo sabían ellos dos, simplemente porque Miguel veía como un competidor a Rodrigo, tenían la misma edad y estudiaron juntos. Sin embargo, en sus momentos de escuela y secundaria, Miguel llegó a sabotear en varias ocasiones a Rodrigo para sacar ventaja u obtener los primeros lugares, sin embargo, nunca pudo superar al alfa, cuestión por la cual solo sentía rencor al verlo, todavía a estas alturas de la vida el alfa lo superaba en muchas cosas.

Miguel siempre queso ser el mejor en todo, si embargo, Rodrigo siempre lo superaba con demasiada facilidad, Miguel siempre creyó que solo ganaba por ser alfa, pero Rodrigo tenía talentos naturales.

—¿Nos acompañarás?

Pregunto el inocente Andrés que ni siquiera notó las malas vibras a sus alrededores. Pensó que simplemente era conversación ligera entre ambos, aunque era evidente que las miradas entre Rodrigo y Miguel podrían ser todo menos amistosas.

—Claro que sí, pequeño, a menos de que exista la posibilidad de que mi cuñado no quiera.

Miguel soltó un largo suspiro y respondió amargamente mientras miraba mal a Rodrigo.

—Está bien, de todos modos iré a trabajar.

Después de eso los tres caminaron hasta el auto, Andrés subió al de Miguel y Rodrigo los siguió en el suyo. Miguel miraba al frente sin emoción alguna mientras Andrés jugaba con su teléfono.

Miguel no quería estar cerca de Rodrigo, lo odiaba profundamente y Rodrigo era un experto para provocarlo en cualquier momento, esto hacía que Miguel fuese aún más infeliz con la visita de Rodrigo.

Al llegar, bajaron del auto y Andrés se emocionó al ver la hermosa y grande casa, corrió a su interior y veía todo con asombro.

—¿Te gusta?.

Pregunto Miguel, poco interesado.

—Es muy bonita, ¿La escogiste tú?

—No, la escogieron nuestros padres, es un regalo de su parte, está a tu nombre.

—Ya veo.

Luego de dar un par de vueltas, Miguel se fue, dejando a Rodrigo con Andrés. Andrés se despidió de Miguel y después centro toda su atención en Rodrigo.

—¿Cómo te trata Miguel?

Preguntó Rodrigo un poco agobiado.

—Bien, no es muy cariñoso, pero su trato no es malo.

El Omega sonrió mientras hablaba, Rodrigo soltó un largo suspiro y se relajó.

—No le hablo a nuestros padres, pelee con ello por hacerte esto, no debieron comprometerte, jamás te han respetado.

—No pelees con mamá y papá, ellos nos quieren y sé que hicieron esto por mi bien.

—Andrés no seas inocente, ellos no te respetan, tampoco te quieren solo por ser omega, solo te ven como mercancía de intercambio, ni siquiera les importo tu opinión sobre esto.

Rodrigo hablaba con un poco de rabia en su voz, mientras las palabras salían amargamente de su boca, frunció el ceño.

—No digas eso.

—Ya formé mi propia empresa y tengo dinero propio, cuando quieras huir o me necesites, no dudes en buscarme, ya no dependo de la familia y mucho menos pretendo volver a ella.

Las palabras de Rodrigo eran serías, sin embargo, Andrés no quería rendirse tan pronto con su matrimonio, había llegado tan lejos, ya estaba casado con aquel al que había amado por tanto tiempo.

—Lo tendré en cuenta.

—Está bien, debo irme.

Rodrigo se levantó y abrazo a su hermano, luego Andrés fue a despedirlo en la puerta. Después de que Rodrigo se fuera Andrés se sentó en el sofá y encendió la televisión, no sabía cómo empezar su vida de casado, esperaba hacerlo bien y no decepcionar a Miguel, las sirvientas saludaron a Andrés y continuaron con sus deberes.

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