CAPITULO XVIII

ESMERALDA

No planeaba ir a la universidad, mi padre insistió mucho en que saliera con mi rutina de siempre, me aseguró que no saldría y que trabajaría en casa, hoy parecía estar mejor, se levantó temprano e hizo el desayuno como acostumbraba. Le dije que no esforzará demasiado y que regresaría temprano para comer con él

--No irás a la práctica? – Diana estaba sorprendida.

--No quiero dejar a papá solo mucho tiempo.

--Con tres faltas estás fuera—amenazó.

--Lo sé—tenía en cuenta que no eran admitidas las faltas, sea cual sea la razón. Ya llevaba dos.

--Veré si puedo hacer algo. – no podía hacer nada, el director no permitía que un integrante de la compañía retrasara al resto, así que simplemente le decía chao. --Te costó mucho trabajo que te aceptaran.

--Tranquila, faltaría una falta más para que me saquen.

Diana se quedó preocupada.

Después de asegurarle que no correría riesgo le hice una llamada a mi padre, me comentó que estaba bien, y que trabaja sin esfuerzo en casa.

Antes de llegar pase por un supermercado para conseguir algunos alimentos.

Mientras caminaba entre los pasillos pensaba en que platillo podría cocinar.

“¿Qué te gusta?”

Le envié mensaje a Marco.

“Tú" respondió enseguida.

“No, ¿que te gusta comer? Estoy en la tienda de comestibles. Cocinaré"

“Lo que tú decidas está bien, llegaré un poco tarde, así que come primero”

“A que hora" me gustaba que sean específicos con los horarios.

“Hasta la cena"

Debía de estar ocupado. No le seguí escribiendo. Luego de terminar la compra me fui directo a mi casa.

--¿Cocinarás? – mi papá estaba sentado en la sala de estar, al verme entrar con las bolsas se levantó a ayudarme.

--Sí, prepararé el almuerzo.

--¿Vendrá Marco?

--No lo creo, tiene trabajo.

Mi padre se movía con agilidad, por la compra que traje ya sabía la comida que prepararía así que se puso su delantal y empezó a cortar los vegetales.

--Papá yo lo hago.

--Esmeralda, estoy bien. Solo tuve un mal día, te prometo que no volverá a suceder. – un mal día, todos tenemos derecho a tener un mal día, a que dejemos que nuestros recuerdos, nuestras sombras oscurezcan nuestra luz, la cosa es que no podía dejar que eso le pasara a él.

No respondí, me quedé con mis pensamientos. La comida estuvo lista en menos de dos horas.

--¿Por qué no vas a visitar a Marco y comes con él?—primero su propuesta me sorprendió demasiado, ¿qué era lo que quería decir con eso? ¿Veía bien el acercamiento que teníamos? Segundo; no estaba segura si era una buena idea.

--Debe de estar ocupado.

--Solamente comerás con él, llévale la comida y pasen juntos aunque sea unos minutos. En algún momento debe de comer algo por más ocupado que esté.

--Bien—dije después de unos segundos.

Me ayudó a empacar lo suficiente para ambos en dos loncheras.

En menos de quince minutos conducía hacia su empresa, me cambié de ropa y arreglé mi maquillaje antes de salir, mi padre me prestó su auto, me enfatizó que tenga cuidado. Demoré unos veinte minutos en llegar al lugar. Para ser una empresa que llevaba poco tiempo tenía un edificio bastante grande, unos siete pisos, no era el rascacielos como el de su padre, pero reconocía que su edificio imponía aunque fuera uno de los más pequeños del rumbo.

Al entrar, el recibidor era muy amplio, tres diferentes recepciones atendían a la gente. Me acerqué al que menos gente tenía.

--Hola señorita, vine a ver a – no sabía el puesto que llevaba, no sabía si era el presidente, el director, o tenía otra función—Marco Mellon, -- me fui por su nombre.

--¿Tiene cita?

Si decía que no, probablemente no me harían caso, pero si decía que si, luego podría quedar como mentirosa.

--No – probé con la verdad – pero me dijo que podía visitarlo en cualquier momento, me dio su tarjeta—dije mostrándosela.

Echándole un pequeño vistazo a la tarjeta habló sin emoción – siéntese y le informaré cuando pueda subir.

--Gracias.

Me senté durante un rato, los minutos transcurrieron, ya casi llevaba media hora esperando, me levanté de nuevo para preguntar , antes que llegara, a unos cuantos pasos la recepcionista me dijo que todavía no podía subir y que debía esperar. Impaciente volví a sentarme.

“Hola" decidí escribirle.

Tardó un minuto en responder.

“Hola"

“¿estás muy ocupado? “pregunté.

“No para ti”

Entonces porque todavía no he subido, pensé.

“¿Ya comiste?

“Todavía"

“Genial, te traje algo"

“¿Estás aquí?

Casi enseguida entró una llamada. Contesté.

--¿Estás aquí?

--Sí, estoy en recepción, llevo bastante tiempo esperando – dije con ganas de que sepa que si su comida estaba fría no era mi culpa.

--Sube

Miré para los elevadores, había dos.

--No sé cómo—me daba pena acercarme y subir sin más.

--Espera, voy por ti—escuché ruidos como de una silla deslizarse, seguido de varios ruidos extraños.—Estoy contigo en un minuto, sé…

Estaba segura que iba por empezar una oración, pero colgué antes que empezara.

Observe el área de elevadores, bajaba, en unos segundos llegó, las puertas se abrieron, dos personas salieron y una tercera también, sonreía a todo su esplendor, me levanté enseguida al verlo.

--Estás aquí—declaró feliz.

--Traje algo para que comamos juntos ¿quieres?

Su respuesta fue otra sonrisa y un gesto cuya mirada me hizo derretirme un poco. Tomándome la mano la llevó a sus labios besándola.

--Vamos.

Ya estaba guiándome con su mano, planteé mis pies sin moverme.

--¿Puedo subir así? – pregunté mirando hacia recepción, quien miraba de reojo.

--¿No sabes dónde estás?—su tono estaba lleno de suficiencia—estás en mi empresa. Vamos.

Tal parecía que únicamente esperaba que las puertas del elevador se cerraran para acorralarme.

--Te extrañé—su mano se posicionó en mi cintura, si no fuera por la lonchera que cargaba su cuerpo estaría peligrosamente cerca.

--Apenas han pasado unas horas – dije, ayer se había ido de mi casa bastante tarde por lo que pasamos casi toda la noche juntos.

---Para mí han sido días, años…

--¿No estás exagerando?

Movió la cabeza en señal de negación. Sin previo levantó mi barbilla colocando sus labios en los míos, presionó dulcemente.

El elevador llegó, no se apartó como pensé que haría, las puertas se abrieron, fui yo la que tuve que cortar antes que se volviera bochornoso, por suerte no había gente alrededor.

Caminamos por un pasillo, alrededor escuché gente trabajando tras las paredes, dando un giro llegamos.

--Pasa—dijo abriendo la puerta para mí.

Definitivamente, esto tenía más personalidad que su departamento, tal vez porque era aquí donde pasaba más tiempo de su día.

Encontré una pequeña mesa circular con dos sillas con diseño moderno, empecé a sacar la comida para servirla.

--Comamos que tengo hambre—antes que pudiera servir otro plato aprisionó mis caderas jalándome hacia él.

--Bésame antes. – debía decir que su voz era demasiado sensual, no llevaba un tono demasiado alegre, era grave, profunda, pero sin ser demasiado. Nuestro beso fue suave, me encantaba la forma en que empezaba, solo nos habíamos besado dos veces y esas dos veces eran suficientes para darme cuenta que ya era adicta a sus besos.

El beso se fue profundizando más. Y me di cuenta del cambio del ritmo, tal vez fue el ambiente. Hoy teníamos mucha más privacidad que ayer, solos, en su oficina donde nadie entraría sin tocar, no nos preocupaba que mi padre podría oír. El beso se fue intensificando, la fría pared tocó mi espalda. Mis dos manos estaban a mis costados sin saber como moverlas o si debía de tocarlo. Él,, en cambio, usaba sus manos para tocar mi mejilla y parte de mi cuello, no intentando ir por más. Cuando decidí moverme para tocar su espalda detuvo el beso antes que pudiera lograrlo.

--Necesitaba besarte. – susurró.

Sin esperar a que dijera algo terminó de servir.

--Siéntate – fue como que lo que pasó hace un momento no sucediera.–come.

Rápido se me olvidó el cambio que tuvo, su sonrisa y su vibra entera hacía que me sintiera realmente bien. No sé por qué, de repente lo encontraba mirándome de manera extraña. No sabría explicarlo muy bien, pero expresaba tristeza y a la vez felicidad, era un sentimiento extraño.

--¿Por qué me miras así? – no podía solo ignorarlo.

--¿Cómo?

--Así—señalé -- justo ahora lo haces, como si fuera un cachorrito que acabas de encontrar bajo la lluvia.

-- Es que es así, acabo de encontrarte, y tengo miedo.

Fruncí el ceño.

--¿De qué?

--De perderte.

¿En verdad tenía ese sentimiento? Por supuesto que yo también me sentía diferente cuando estaba a su lado o únicamente con el hecho de pensar en él, pero apenas llevábamos ¿dos días? ¿Cómo podía sentirse así? ¿Era un chico muy enamoradizo? ¿O era uno de esos que se obsesionaba?

--¿Te estoy asustando verdad? – preguntó, no respondió, aunque estaba segura que él sabía que sí. Me asustaba un poco. Y lo que más me espantaba es que lo supiera. --Lo siento, tendré que acostumbrarme. --Más signos de interrogación surgieron a mi alrededor. --¿Cómo está tu papá? – preguntó desviando el tema

-- Mejor.

--Todavía tengo unos asuntos que terminar, quiero mostrarte algo ¿puedes esperarme?

“Esperar" no era una palabra que me gustase mucho.

--¿Cuánto tiempo?

--Dos horas.

Deje caer mi cabeza para atrás.

--De acuerdo, adelantaré unas tareas.

Después de terminar de comer y recoger todo, él se sentó detrás de su escritorio. Lo vi revisar documentos, pasar de una página a otra, yo empecé por adelantar unas investigaciones, pero no pude concentrarme más que en él. Me hipnotizó su forma de trabajar, su mirada al concentrarse y ponerse serio era como ver otra persona.

Mirando entre mi teléfono y él, por curiosidad se me ocurrió poner en el buscador del navegador “Marco Mellon", me sorprendió todos los artículos que hablaban de él, había muchos más de su hermano “Damián Mellon" pero Marco también figuraba bastante, me fui a la galería de fotos llevándome la sorpresa que era modelo, o al parecer había hecho tres campañas diferentes para marcas importantes. Y en todas se veía realmente guapo. Comparándolas con el chico que estaba en frente la verdad es que no había cambios, tenía un aire realmente varonil sin verse como un macho alfa, era sutil y elegante, su complexión era delgada, su clavícula se asomaba viéndose demasiado sexy. Arriesgándome busqué “Marco Mellon sin camisa" puede que tuviera suerte… y si en dos segundos la página cargó mostrándome una sesión fotográfica, las fotos eran a escalas de grises en mayoría, y ¡oh por dios! Me sorprendió tanto saber que de bajo de su ropa escondía ese abdomen.

--¿Qué miras?

--¿He?

Marco me miró divertido.

--Estás sonriendo mucho a la pantalla ¿estás viendo chistes?

Totalmente pillada cerré la página lo más rápido que pude.

--No, solo… hablaba con una amiga.

Asintió sin preguntar más, volviéndose a enfocar en sus documentos.

Cargando con la culpa volví a abrir el buscador en la misma página. Eche un rápido vistazo y cerré.

Volví a enfocarme en él, ahora no podía dejar de mirarlo sabiendo que lo había visto sin camisa y peor cuando él ni siquiera sabía que lo había visto.

Cerré los ojos con culpa. Sin poder sacarme esas imágenes de la cabeza.

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