ESMERALDA
Toda la tarde me la pasé llena de sonrisas.
--Tengo que dar mi aprobación – Diana me miró con altanería. Estaba disgustada por que no haber tenido la oportunidad de conocer a Marco. A propósito no le conté que me vería con él pues sabía que iría de curiosa. – no puedes empezar nada sin mi consentimiento.
--¿No estás feliz por mi? – siempre me hostigaba a salir con chicos.
--Lo estoy, pero tengo que checar si está a la altura de mi amiga – dijo mientras me asfixiaba con su brazo.
Ya era entrada la tarde, prendí mi teléfono para escribirle a Marco diciéndole un breve “hola". En lo que contestaba marqué a mi padre para avisarle que no me esperara a cenar.
El timbre sonó varias veces hasta llegar al buzón. Volví a marcar. Lo mismo.
--¿Puedes marcar a mi casa? – le dije a Diana mientras seguía intentando con mi padre, de inmediato sacó su teléfono y la vi marcar. Con un gesto me dijo “nada, no contesta".
Habían pasado quince minutos y no contestaba. Cuando paré de marcar vi que Marco ya había enviado una respuesta.
“hola, estoy libre ahora, ¿dónde paso por ti?”
“¿Podemos dejarlo para mañana? Tengo que ir a casa.
“No hay problema” – respondió de inmediato – “dime donde estás y te llevo"
“Ya conseguí a alguien que me lleve, gracias"—no podía esperarlo, de hecho ya caminaba en dirección en busca de un taxi.
“De acuerdo, escríbeme cuando puedas"
--¡Esmeralda! – Diana trataba de seguirme el paso -- ¡espérame! Mi coche está por aquí.
--Conseguiré un taxi—estábamos lejos del estacionamiento y cerca de la autopista así que era más fácil coger uno. Alce mi mano al visualizar uno. Paró frente a mi – trabajo llamo más tarde. –dije ates de subirme.
Después de decir mi dirección le pedí al taxista que por favor fuera rápido. Estaba a unos veinte minutos de mi casa, llegamos en quince. Después de agradecer al taxista me apresure a entrar. Mi padre ya debería de estar en casa por fuera todo estaba en penumbra. Por dentro slencio. Un silencio sepulcral había dentro de la casa al entrar. Traté de hacer el mínimo de ruido con la puerta no quería que mi padre despertara si es que estaba dormido. De repente me entró la idea de que estaba exagerando y puede que solo esté cansado. Lo había visto exigirse mucho últimamente. Con paso sigiloso subí las escaleras para comprobar, la puerta de su habitación estaba entre abierta, me acerqué para poder mirar ahí estando a corta distancia fue cuando lo escuché sorber su nariz, lloraba, me asomé solo un poco, estaba de espaldas a mi, sostenía algo que no podía alcanzar a ver desde mi posición, quise entrar y preguntar si estaba bien, pero algo me detuvo de hacerlo, se notaba abatido y… escondido, protegido por dos muebles a sus costados. Me retiré en silencio hasta mi habitación sin ser vista.
La escena se me quedo plasmada en la mente, todavía nublada le escribir a Diana diciéndole que todo estaba bien, y a Marco para decirle que ya estaba en casa.
Hice el menor ruido posible, no quería interrumpir lo que sea que mi padre tenía.
Tomé un baño, no podía dejar de pensar en mi padre. Me preguntaba cual era la razón de su tristeza. No sé por qué no me atreví a entrar, era como si no quisiese ser visto, lo miré tan lamentable que no simplemente no pude.
Al terminar de bañarme cogí mi móvil, noté que tenía bastantes llamadas perdidas de Diana. Le marqué de vuelta.
--¿Qué pasa? – pregunté cuando contestó.
--¿Está todo bien?? – gritó en mi oído, hice una mueca de disgusto por mi tímpano destrozado.
--Si, te envié mensaje .
--Te marqué miles de veces y no contestabas ¿estás bien? ¿No te han secuestrado?
--Estoy en casa, solo entré a bañarme.
---¿Y tu papá?
--Dormía – contesté.
--Amiga, te quiero, me preocupé mil.
--Yo igual te quiero-- respondí.
--¿Ya… ya estás aquí? – mi padre asomó por la puerta. Debió haberme escuchado hablar.
--Tengo que colgar, te veo mañana. – después de colgar preste especial atención a mi padre. --¿cómo te fue en el trabajo? -- pregunté haciendo un rápido escaneo.
--Muy bien, muy bien. – estudié su mirada. -- ¿y a ti como te fue? Llegaste temprano.
--Si, una clase terminó antes – dije fijándome de su reacción
--¿Pasa algo? – pregunté insegura
--¿Qué tendría que pasar?-- Preguntó riendo, si no lo hubiese visto hace un rato tirado llorando le creería, --descansa. – después de darme un beso con una amplia sonrisa salió de la habitación, era como si ese hombre que vi en su habitación hubiera desaparecido. Nunca lo había visto llorar, no de esa manera, lloramos juntos en las películas y cuando bailaba lo veía sacar alguna lagrimita desde el escenario, pero nunca como lo vi hoy. Tal vez solo extraña a mi madre y no quiere hacerme sentir mal. Después que se fuera me acurruque de un costado hecha una bola. Al cerrar los ojos sus ojos negros se adueñaron de nuevo de la oscuridad, fundiéndose, haciéndose uno.
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