ESMERALDA
La señora Daysi ya dejaba casi todo listo para el almuerzo, solo me tocaba hacer dos complementos o a veces solo terminar de cocerlo, dependía de la comida. Hoy hacía arroz y verduras salteadas como complemento, hice también pasta y con lar carne que la señora Daysi había preparado la comida ya estaba completa.
Antes que la pasta se terminara un sombra cayó encima.
--¿Necesitas que te ayude?
Lo miré de soslayo.
--No -- ¿ayuda? No creía que el supiera hacer algo de cocina, había visto su casa desde fuera, era una mansión, seguro nunca ha tenido que mover un dedo.
--¿Quieres que te ayude a servir? – empezó a acercarse para buscar los platos.
--No – lo detuve – romperás algo.
La señora Daysi amaba su cocina, era con lo único con lo que verdaderamente era estricta.
--Tendré cuidado.
--No. – mi respuesta era tajante.
Me pareció ver que se congeló en el proceso. Quedándose quieto observó como me movía mientras terminaba. Serví los cinco platos.
--¿Puedes llamarlos?
--Claro.
Cinco minutos después aparecieron.
--Vayan a lavarse las manos.
--Marco ya hizo que lo hiciéramos.
--Sofí, ven.
--Marco ya me ayudó a lavarme las manos. – ella estaba casi agarrada a su pierna.
--Bien, siéntense a comer.
En lo que ellos comían, limpiaba un poco la cocina. Paul también entró pidiendo su comida así que me apuré a preparársela, no era nada paciente.
--Yo lo hago. – esta vez no esperó respuesta me arrebató lo que tenía en la mano, revolvió la comida junto con la vitamina – ve a comer. – dijo sin mirarme, vi como se movía dando la impresión de que sabía lo que hacía.
Me retiré hasta la mesa, los tres niños me miraban con atención como si estuvieran esperando algo. Tenia hambre así que solo dije con la mirada que sigan comiendo. No es hasta que Marco se nos unió que me di cuenta que no había probado nada de plato, ¿me estaba esperando? Yo en cambio ya llevaba la cuarta parte comida.
--Esmeralda es una excelente cocinera—comentó Víctor.
--Deberías de probar los brownies que hace, son de otro mundo.
-- Ella también hace galletas.
-- Y es muy hábil para las matemáticas
-- A mi me ayudó con el abecedario.
No paraban de decir las cosas buenas que sabía hacer o había hecho por ellos. Parecía que me estaban vendiendo.
--Shh… -- callé – no hablen con la boca llena.
-- ¿La has visto bailar? ¡es como un cisne!
--Víctor, -- de los tres era el que tenía que reprimir varias veces para que por fin me hiciera caso.
--¡Y también canta!
--Víctor, es suficiente, deja de hablar de mi como si fuera mercancía.
--¿Qué es mercancía? – Sofía preguntó.
--Son objetos que están a la venta – explicó su hermano mayor.
--¿Estás en venta?—preguntó con inocencia.
---No – era paciente, pero tenía un límite y empezaba a llegar.
--Sofí, ninguna persona se puede vender, es por eso que Esmeralda se disgustó—Marco explicó con paciencia y dulzura, la miró con tanta ternura que un nervio se me movió.
-- ¿Cuánto pagarías por ella? – Víctor continuó. – lo siento, -- se disculpó cuando vio la cara seria de Marco, rápido pasó de la ternura a la frialdad. –Discúlpame Esmeralda. – dijo Víctor para mi.
--Disculpas aceptadas, ahora termina de comer.
Marco les preguntó asuntos de la escuela, y cosas relacionadas a fútbol o caricaturas, se entendía muy bien con los niños.
Cuando todos terminamos, los tres chicos recogieron su plato sin decir nada.
--¿Me ayudas a lavarme los dientes? – Sofía preguntaba a su hermano, supuse que Víctor se negaría, pero para mí sorpresa cogió su mano llevándola al baño.
--Déjame ayudarte. Tendré cuidado – Marco se acercó al lavabo.
Esta vez dejé que lo hiciera, entre los dos limpiamos la mesa y los trastes sucios. Cuando terminamos me fijé que miraba su celular frecuentemente.
--Si necesitas estar en otro lugar, está bien.
--No es nada – lo guardó.
Los niños quisieron ver una película, así que todos estábamos acomodados en la sala viéndola. Sofía estaba acostada en mis piernas, Raúl se encontraba a mi lado, Víctor en el otro sillón junto con Marco. El coche de los señores de la casa estacionó fuera, después de saludarlos, mi vecino, padre de los niños cargó a Sofía que ya se había dormido.
--Muchas gracias por cuidarlos.
--Dile a tu padre que hoy no puede faltar.
--Le diré. Nos vemos.
La señora Daysi ya había hecho que le presente a Marco, suponía ya que éramos algo lo cual tuve que negar con la mirada varias veces.
Después de dejar mi reporte del día, nos retiramos.
--¿Qué sigue ahora? ¿Las compras?—preguntó.
--Primero iré a ver cómo está mi padre.
Anoche llegó bastante tarde con algunas cuantas copas de más, hoy temprano seguía dormido cuando me fui. Necesitaba saber si ya había comido. Era un hombre obsesionado con el trabajo si no estaba presente frecuentemente saltaba sus horas de comida.
Cuando entré a la casa no lo vi a primera vista, yendo directamente a su habitación, todavía permanecía acostado.
--Papá.
--No alces la voz—se quejó. Apenas había hablado. Se tapó las orejas como si hubiese escuchado muchísimo ruido.
--¿Qué tienes? – susurré mientras me acercaba para tocarle la frente.
--Solo me siento mal por la bebida, no estoy acostumbrado así que me ha pegado muy fuerte, no te preocupes por mi, déjame descansar. – no quería dejarlo, pero insistió en que quería dormir.
Cuando bajé, Marco estaba en la cocina.
--Dale esto a tu padre, en un rato ya debe sentirse mejor.
Me ofreció una taza con un té. ¿Cómo sabía lo que pasaba? ¿Nos escuchó? Luego recordé que mi padre salió con el suyo, el señor Lennox debió de llegar igual. Confiando en él, subí de nuevo. Después de tanto insistir y lograr que se lo tome, bajé.
Me senté junto a él exhausta.
--¿Porqué no descansas un rato? Yo cuidaré de él.
--No creo que sea buena idea. – mi padre enfermo era bastante melindroso.
--Conozco a tu padre desde hace mucho. Recuéstate y descansa. – se levantó dándome espacio. Me relaje en el cómodo sofá, cuando me di cuenta ya me había dormido.
Desperté sintiendo que había descansado un montón, la luz del día todavía era resplandeciente. No viendo a nadie alrededor, subí a la habitación.
--Claro, si usted lo permite. – alcancé a escuchar hablar a Marco.
Mi padre no respondió enseguida. Pasó bastante tiempo.
--Aunque no parezca, Esmeralda puede ser demasiado ingenua, debes saber que no ha salido mucho, de alguna manera nunca me ha gustado que salga, cada vez que está fuera, lejos, me preocupo demasiado, es mi única hija. Nunca quisiera que nadie le haga daño. Se alejó de tu hermano antes que este pudiera hacerlo, me siento orgulloso que supiera cuidarse así misma y ahora… otro Lennox.
--Le aseguro que conmigo ella estará segura.
--¿No la acabas de conocer?
--Siento como si no fuese así.
Mi padre suspiró.
--Te pido que..
Entré en la habitación interrumpiendo. Mi padre calló, no quería escucharlo decir nada. No me gustaba cuando hablaban a mis espaldas.
--¿Cómo estás? – observé su cuerpo entero por si no me cuadraba su respuesta con su estado.
--Ya estoy bien.
--¿Seguro?
--Si- respondió sonriendo.
Se veía mejor, no había duda.
--¿Ya comiste algo?—me fijé en el plato de comida que estaba sobre una pequeña mesa.
--Si, Marco pidió sopa.
--¿No te hará mal? Era mejor que me despertaras para que te cocinara, no sabes con qué tipo de ingredientes está hecha – los restaurantes no siempre usaban los ingredientes más frescos y el estómago de mi padre era demasiado sensible.
--Hija, tranquila, la sopa estaba bien, Marco se encargó que fuera hecha especial para mí.
No pude evitar que mis ojos fueran a él. Su manera tan peculiar de mirarme me hacía sentir verdaderamente transparente.
--Ya no saldré por hoy, me quedaré a cuidarte.
--Estoy bien, no interrumpas tus planes por mi.
Negué. Nunca podría dejarlo.
La silueta de Marco se levantó de donde estaba.
--¿Quieres que me vaya? – preguntó.
No y si. Quería estar con mi padre, pero también quería conocerlo más. Toda la mañana me sorprendió bastante.
--Te traeré agua—le dije a mi padre como excusa para salir de su habitación.
Como esperaba, él me siguió.
--Gracias por cuidarlo.—dije una vez en la cocina.
-- Oh no hay problema.
Serví dos vasos de agua, le ofrecí uno.
Al lamiar su mismo labio mientras terminaba de beber mis bajos instintos no dudaron en saborearlos. ¿A qué sabrían? Algo me decía que a gloria.
--Si necesitas algo más, dime.
--¿Por qué? ¿Te vas? – tal vez ya le urgía irse y que mi padre enfermara era la salida perfecta.
--¿No quieres que sea así? – respondió con otra pregunta – yo no quiero irme, pero si tu quieres no me negaré. Tu decides.
Lo miré por más de diez segundos.
--Quédate, no quiero estar sola. – dije -- ¿vemos una película?
Sonrió satisfecho.
Escogimos una película ligera para solo pasar el rato. Su mera presencia no dejaba que me concentre del todo en la película, aunque la trama era bastante sencilla no lograba seguirle el paso. Sentados a casi un metro de distancia, cada uno en un sofá diferente el ambiente era intenso, queria acercarme, pero tampoco era muy buena dando primer paso, demasiado torpe para comenzar. Esperé a que él lo hiciera, pero no lo hizo.
La noche llegó más rápido de lo que esperaba.
--¿Qué haces en tu día a día? – pregunté como si nada queriendo saber más de él.
--Después de despertar suelo ir a la oficina, básicamente paso todo mi día ahí. Hasta el anochecer.
Su respuesta fue muy resumida, sin detalles.
--¿Todos los fines cuidas a tus vecinos?—preguntó él.
--No—respondí -- solo a veces.
--¿Sueles salir con tu amiga?
--¿Con Diana? A veces, no salgo mucho.
--¿Por qué? – preguntó con rapidez interesado.
Debía de pensar que era una marginada.
--No me gusta. Prefiero quedarme en casa, solo salgo cuando necesito hacerlo, pero si te refieres a fiestas o solo a divertirme no suelo hacerlo.
--¿Cómo conociste a mi hermano entonces?—preguntó curioso – él es de otro estilo.
Lo sabía, en los meses de nuestra relación siempre insistía en salir, le di gusto varias veces aunque al final siempre terminábamos disgustados, nunca me hacía caso cuando le decía que ya me quería ir.
--Una vez tu padre lo mandó a entregar unos documentos al mío, yo estaba en casa así que los recibí. Nada del otro mundo – comenté, seguro tenía otro tipo de escena en mente ya que se quedó callado en sus pensamientos, debió de imaginarme a mi en una fiesta loca conociendo a su hermano mujeriego y yo no pudiéndome resistir.
--¿Y después?
--¿Después qué?
--¿Qué pasó entre ustedes? ¿Cómo? – me miraba con atención.
--No mucho, sus visitas para traerle a mi padre documentos fueron más frecuente después de la primera vez,– todo esto sucedió en una semana, un día el solo entró y me besó, jamás me habían besado así que me eclipsó, aparte que no podía olvidarlo por sus encantadores ojos, fue algo bueno en su momento, luego, el sueño fue perdiendo el sabor. Se volvió monótono. – luego salimos un par de veces hasta hacerlo oficial.
Su teléfono sonó. Bloqueo la llamada.
—Tengo que irme. – se levantó demostrando de repente una absoluta seriedad. -- ¿puedo pasar por ti mañana en tu universidad?
--Yo…
--Mándame un mensaje. – dijo dejando en mi mano su número escrito en un pequeño papel. – me encantó pasar el día contigo – dio dos pasos cortando la distancia, sentí sus labios por encima de mi sien, regalándome un breve beso. – esperaré tu mensaje. – saliendo por la puerta lo vi marcharse.
Me desplomé en el sofá. La sensación que sentía a su lado era distinta a cuando estaba con Damián. Con él varias veces me sentía incómoda, pero bastaba verle a los ojos para que mis dudas se disiparan, en cambio con Marco, no eran solo los ojos, era todo. Aunque me ponía de los nervios, el saber que estaba aquí me tranquilizaba de alguna forma. Sonreí para mí misma.
--Marco, Marco, Marco, -- repetía su nombre con suavidad disfrutando de las sílabas. Daba en mi una nueva paz.
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Comments
Milcaris
Me encanta que el amor hacia Marcos este empezando a florecer en Esmeralda 💞
2022-11-10
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