MARCO
Me tomé unos minutos para contemplarla de lejos, tenía los brazos descubiertos, se abrazaba a sí misma, había olvidado su chaqueta, la brisa de otoño era fuerte, su cabello rebelde volaba por su rostro metiéndose varias veces en su boca, la liga que lo sujetaba ya no era suficiente. La ropa que llevaba era fina, su silueta perfecta se formaba a pesar de sus pantalones anchos de tela.
–Parece que no te he dado una buena impresión. – hablé desde atrás mientras le ponía por encima mi chaqueta. No se inmutó, ¿me había visto venir? Hice las cosas mal desde el principio, no quería que pensara que la trataba como una especie de trofeo. – ¿Puedo llevarte a casa?
Giro su cabeza para mirarme. Le llevaba al menos unos veinte centímetros de altura, desde mi posición podía ver la extensión de sus largas pestañas.
—No creo que mi padre me deje ir contigo. —acababa de dejar de hablar y los dos amigos asomaron.
—Hija, Marco, te llevará a casa, iré con Reynaldo a tomar un trago, ¿te parece? – la pregunta del final era decisiva, noté que era una forma de pedirle permiso y que lo que ella decidiera, se haría. Creí que su respuesta sería negativa, me sorprendió cuando dijo que estaba bien.
Su padre me tocó el hombro mientras me decía que la cuidara.
—Lo haré, váyase tranquilo.
No sé cómo es que en todo este tiempo ella siempre estuvo tan cerca. Conocía al señor Mellon por bastante tiempo, y una o dos veces lo había escuchado hablar de su hija, nunca le tomé demasiada importancia.
Después de ver como nuestros padres se marchaban, me quedé quieto a su lado.
—¿Dónde está tu auto?
—¿Puedo? — me incliné un poco mostrándole la palma de mi mano. Vaciló un momento antes de aceptarla.
La guie mientras caminábamos tomados de la mano, era una sensación bastante agradable, su pequeña mano sudaba a pesar del frío. Abrir la puerta y tener que soltarla para que entrara se sintió como un nuevo vacío. Cuando me acomodé en mi asiento detrás del volante de nuevo su aroma inundó el espacio compacto del auto.
—¿Dónde vives? — pregunté después de aspirar su rico aroma.
—¿No lo sabes?
—No.
Entrecerró los ojos como si no me creyera. Era verdad, no tenía idea de donde vivía.
—En la calle Saint.
Encendí el motor, girando el volante di reversa para salir del cajón del estacionamiento. No tardó en recluirse, con sus audífonos y mirando hacia la ventana el silencio dentro del auto se manifestó, para mi sorpresa no era incómodo, de hecho me gustaba bastante el solo tenerla cerca, si me concentraba lo suficiente podía escuchar su respiración. Ese sonido me tranquilizaba.
Escogí a propósito una avenida concurrida, el tráfico estaba a reventar en este horario de la noche, quería que el tiempo que pasara con ella fuese más que solo unos cuantos minutos.
—Esmeralda. — llamé por cuarta vez. En ninguna vez anterior me había escuchado, la música que sonaba en sus oídos debía de estar demasiado fuerte.
Seguí conduciendo.
—Esmeralda — volví a llamar cuando entramos a su calle.
No contestó.
—Ey — dije mientras le cogía la mano, ella saltó.
—¿Qué haces?
—Estamos en tu calle, ¿cuál es tu casa?
Miró hacia el frente.
—Avanza un poco más — lo hice — aquí — dijo después. — gracias por traerme.
—Espera. — no dejé que desabrochara su cinturón. Sus ojos claros me miraron sorprendidos. — hemos comenzado mal.
—Estoy muy de acuerdo con eso, no deberi...
—Déjame enmendarlo— la corté, definitivamente no había dado una buena primera impresión — ¿podemos ser amigos?
—¿Quieres ser mi amigo?
“No”, respondí en mi mente
—Sí, ¿qué dices?.
—¿No sería extraño ser amiga de mi excuñado? — lo volvió hacer, el fantasma de su sonrisa se asomaba, empezaba a identificar su manera de bromear.
—No creo que a nadie le importe — dije tragándome mi orgullo.
—¿Qué pensará tu hermano?
—¿Tanto te importa? — no pude más, mi pregunta salió malhumorada. — lo siento, no... no creo que le interese, tú y él ya terminaron, ¿no?
—Si — dijo con suavidad. ¿Lo dudaba? ¿Lo extrañaba?
—Entonces ¿qué dices? ¿Serás mi amiga?
—Está bien.
Sonreí.
—Paso por ti mañana.
—Espera — dijo negando — no dijiste nada de salir.
—Los amigos salen a pasar el rato, ¿no?
—Si — dijo dudosa.
—Entonces, paso por ti.
—No puedo, trabajo y en la tarde tengo que hacer unas compras.
—¿Dónde trabajas?
—Con mis vecinos. No creo que…
—¿A qué hora empiezas?
—A las 8:00 am
—Estaré aquí a las 7:15 am
—No creo que…
—Esmeralda, soy tu amigo, ¿no?
—Eso creo...
—Entonces te ayudaré a terminar tu empleo, haremos tus compras y el resto del día la pasaremos juntos, como amigos — dije aclarando al final.
Claro que se dio cuenta del truco, pero su sonrisa del final fue ancha, me dejó sin respirar.
—Está bien, no llegues tarde.
Desabrochó su cinturón y se fue sin decir más, me quedé como un tonto respirando el aroma que había dejado.
La observé desde el auto, me dedicó un adiós con la mano mientras sonreía y entraba a su casa. Me encargaría que mañana fuera el día en que se enamorara de mí.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 77 Episodes
Comments
Milcaris
Y yo más de Marcos!
Me encanta esa ese amor que él le da a ella 💞
2022-11-04
1