ESMERALDA
El resto de la cena transcurrió normal. La conversación se fue aligerando y las bromas entre los amigos volvieron a asomar. Mi padre se retiró un momento al sanitario y su padre le siguió. Ambos permanecimos en silencio.
--¿Qué fue lo que sucedió entre Damián y tu? – lanzó su pregunta. No quise responder. -- ¿Tú… le quieres?
Alcé la mirada. Su vista estaba pegada a mi.
--Eso no te interesa.
--Tu padre ha dicho que te alejes de él, ¿lo desobedecerás?
No sé cómo llegaba a esa conclusión. Creo que se hacia falsas ideas de mi, creía que estaba totalmente tonta por su hermano.
--No.
--No es por ser chismoso, pero me gustaría saber cuál es tu posición.
--¿En qué?
--¿Te interesa todavía? -- era directo con lo que quería saber.
Rodé los ojos con fastidio.
--No – hacía mucho que me dejó de interesar. Su mano se movió por encima de la mesa. --¿Qué haces? – su mano estaba apunto de tocar la mía. ¿Cuál era su veedadera intención?
--Esmeralda, no sé porqué, pero desde que te conocí siento que ya te conozco ¿a ti no te pasa lo mismo?. -- su voz era cautivadora, cada vez que lo miraba reconocía esos ojos, eran los mismos.
Si. Respondí en mi mente. Sus ojos negros me eran tan familiares que ahora me llamaba estúpida por creer que los de Damián eran los correctos.
--No. – mentí – me has estado observando ¿verdad? – no cambió su mirada, pero percibi un poco de culpa – deja de hacerlo. No estoy interesada.
--¿No estás interesada? – volvió a rectificar como si no lo pudiera creer. -- ¿De qué exactamente?
--Acabo de liberarme de un Lennox, no quiero enrredarme con otro.
--¿Enredarte? – alzó la comisura de su labio como provocación. -- esa es una peculiar palabra.
--No pierdas tu tiempo. -- dije sin evitar que los colores se me subieran.
Apoyó su espalda sobre el respaldo de la silla.
--¿Porqué supones que estoy interesado en ti? ¿Tan obvio soy? – se acercó lo más que la mesa le permitía. ¿lo admitía? – estoy más que interesado, quiero que estés totalmente consciente de mi interés por ti. – escaneo mi rostro – pero tranquila iremos a tu ritmo.
--¿Qué ritmo? – dije molesta – te he dicho que no estoy interesada ¿crees que por parecerte a mi ex tienes algún tipo de ventaja?
Apretó sus labios, empezaba a darme cuenta que a la mención de su hermano se enojaba. Era su punto débil. Su criptonita.
Su expresión corporal lo evidenciaba, se volvió a alejar.
--¿Me das tu número de teléfono? -- Rei. Le decía expresamente que no e insistía. – de cualquier forma lo conseguiré.
--Entonces, ¿para qué me lo pides?
--Quiero que tu seas quien me lo de. ¿Qué te parece si me lo gano? – incliné mi cabeza prestándole atención— Ya que deseas liberarte de Damián—no sé si era sarcástico o no – una vez que haga que deje de molestarte, saldrás conmigo.
Era perder o perder. Cambiar a uno por otro. La cuestión era qué tanto quería Marco de mi.
--No saldré contigo solo por una apuesta o recompensa ¿Qué crees que soy? ¿Un juguete?
--No quise decir eso.
--Si salgo contigo o no, será mi decisión, sin condiciones. Ahora, si me disculpas, dile a mi padre que lo espero en el auto.
La cena ya había terminado. Salí del restaurante sin mirarlo. ¿Qué se creía?. No era alguien que pudiera manipular a su antojo.
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