capitulo 20: “amargo destino"

Y mientras que Julieta buscaba a su madre en su habitación. Ésta se encuentra con la nada, la cama vacía en donde debería estar ella. De inmediato, sus angustias aumentan y sale a buscar al director, pero al doblar una esquina choca con él.

— ¡Por fin lo encuentro!... ¡¿Donde esta ella?!

El rostro del director se encontraba apagado y sin vida. Haciéndole comprender a Julieta que la situación de su madre está fuera a de sus manos.

— ¿Que ha pasado?... Dígame por favor...

— al parecer, la última medicina que se le dio a tu madre... Ha acelerado su enfermedad. Al principio, daba buenos resultados, pero luego de varias horas de ese tratamiento, comenzó a decaer se una manera crítica, ahora está en terapia intensiva.

El rostro de Julieta se pone blanco como una hoja. Ella estaba confiada que ese medicina que Iván le había dado habría funcionado está vez, pero al parecer, es todo lo contrario, la chica de inmediato va a esa sala, al llegar, solo podía observar desde un vidrio que se veía toda la habitación por dentro, y en ella, estaba la madre de Julieta, con aparatos demás para mantenerla respirando, ya que su cuerpo no puede hacer esa simple función por su cuenta. Lentamente se podía escuchar el sonido de la máquina donde indicaba los latidos de su corazón...

A Julieta se le parte el corazón en dos, las lágrimas comienza a desbordarse en sus frías mejillas, ahoga un grito entre sus manos y ve con dolor como su madre está en las últimas horas de vida.

Ella mantenía la esperanza, la esperanza de estar juntas nuevamente, pero ahora, todo eso... Será imposible.

El director le ofrece un abrazo, pues el también está dolido al ver a una mujer que admiraba, como también le duele observar así a Julieta, quién ha sido como una hija para él.

Por otro lado, en la consulta de Sebastián, solo él y Iván estaban ahí. El albino le explicó a su hermano la razón del porque Julieta no estaba aquí, en espera de los resultados finales, Iván habla.

— ¿Que habrá pasado en el hospital?... ¿Será su madre otra vez?

— tal vez, o no lo sé, ella quedó en avisarme, pero no entiendo lo que está pasando ahora mismo.

— luego de aquí, iremos donde ella está, se que te preocupa...

Ambos esperaban en la oficina del médico personal de Sebastián. El señor entra con papeles en mano, canoso y mayor de 50, pero es el mejor de todo en esta área. Él se sienta frente de su escritorio con la vista de ambos individuos.

— Sebastián black... ¿Esta preparado para los resultados?

— sea breve, alguien me necesita...

Luego de varias horas, Julieta estaba sentada en el suelo frente de esa sala de terapia intensiva, sus ojos estaban hinchados y con un hueco en el corazón, el director Diego le lleva una vaso con café, ella lo toma más no bebe el cálido líquido.

— Julieta... Por favor... Tiene que beber algo o comer, no quiero que decaigas.

— no puedo... Lo siento.

— no te disculpes...— Diego se agacha y toma el hombro de la chica— nada de esto es tu culpa...

Las comisuras de los ojos de Julieta salen lágrimas espesas y dice con su voz temblando.

— no puedo evitar sentirme así... Yo... Yo...

— ¡Julieta!— gritó la voz masculina conocida para la chica.

Al levantar sus ojos llorosos, un brillo comienza a destellar ligeramente al ver a Sebastián acercarse a ella de manera muy preocupante...

— ¡Sebastián!— dejando a un lado el vaso de café. Se levanta y corre tras sus brazos.

Un leve choque hubo entre ellos dos, Julieta al encontrar algo de consuelo, se aferra al espaldar de él con sus manos. La barbilla de aquel albino reposa sobre la cabeza de ella, y con una voz de arrullo, le dice.

— ya estoy aquí, Julieta...

— no puedo... No puedo verla morír, Sebastián... Aún así, no pude salvarla... ¡¿Por qué?!... ¡No lo entiendo!... Ella no merecía esto, ella jamás le hizo daño a nadie... ¿Por qué?

La chica rompe el llanto entre los brazos de él. Aún así, Sebastián mira al lado donde el vidrio refleja la habitación de la madre de Julieta, él veía sin emoción como ella estaba con la mascarilla dándole aíre para mantenerla viva, pero eso era cuestión de tiempo para...

— lo siento mucho, Julieta... Ojalá pudiera hacer algo para remediar esto...— declaró Sebastián con mucha tristeza.

— solo... Quédate a mi lado, no se que haría después de esto.

Y sin dejar de abrazarse, él le confirma.

— jamás me iré... Pase lo que pase...

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