capitulo 10: “algo fuera de los planes"

En el camino de regreso a la mansión, hice un gran esfuerzo para no sacar mis lágrimas, también, Iván respeto mi silencio y no preguntó nada durante el viaje. Al llegar a la residencia, solo yo me bajo del auto, me asomo por la ventana y lo miro.

— gracias Iván. Me hizo falta ver de nuevo a mi madre.

— no me agradezca, es lo menos que puedo hacer por tí, solo cuida a mi hermano y yo haré lo posible para encontrar otra solución a tu madre. Me tengo que ir, debo de atender negocios clandestinos.

Por un momento, pude reírme de ese comentario. Él me miraba seriamente para luego preguntar.

— ¿Cuál fue la gracia?

— ah, solo me causo risa... Adiós, Iván.

Al darle la espalda al coche, la voz del hombre me detiene. Obligada a voltearme, me dice.

— cuida de mi hermano... Por favor. Él, no es tan malo como piensa, solo que el cáncer....

Estaba apunto de respóndele, más sin embargo, solo asiento con la cabeza y sigo caminando.

Me quedé pensando sobre lo que Iván me dijo hace un rato. Tal vez, he juzgado a Sebastián muy pronto, pues el odió y rencor de mi vida pasada se hicieron presentes en el momento de que lo vi por primera vez y su trato al principio no fue nada complaciente... Y quizás no sea el hombre que creo que sea, no quiero confiar en él, pero...

— Julieta...

La voz de Sebastián al frente de mí me hace sacar de la mente. ¿En qué momento llegó?... Ahora, no se que sentir, sí odio, repulsión o simplemente nada... Él camina hacia mi y de imprevisto, hace algo que me saca de quicio. En un intento desagradable, casi me besa la mejilla. Lo hacía apropósito pues sabe que me molesta eso eh intento apartarlo de mí.

Ahora ya sé que siento.

— ¡Aléjate de mi!...— lo empujé levemente, el se ríe como de costumbre.

— solo venía a saludarte...

— no era necesario hacerlo de esa forma...— miré mi reloj de muñeca— llegué a tiempo.

Una vez que le dejo el suero inyectado, él se queda tranquilamente en su asiento en su habitación. Antes de irme, me saca una pregunta.

— ¿Como sigue?

— ¿Ah?

— tu madre...

Abrí mis ojos por la pregunta, no pensé que seguiría con el tema. ¿Le interesa?

— ella sigue recuperándose...— ¿Por qué le respondí?

— ya veo...

— vendré en medía hora cuando el suero se acabé.

Tomé las cosas y sali de la habitación. Luego de eso, me encamino a mi recámara, por un momento dejó de pensar en Sebastián y marco al número de mi pareja Raph. Solo quiero saber cómo está él y decirle sobre la noticia que mi madre desea conocerlo. Mi voz se emociona al oírlo responder la llamada.

— Raph...

En la otra línea, la voz del hombre sonoba algo distante. Julieta sabía que algo pasaba.

— ¿Raphael?

— Julieta...

— ¿Que sucede?... No te escucho feliz de oírme.

— no quería hacerlo por teléfono, pero debo de aprovechar ahora que hablo contigo. Quiero terminar esta relación.

— ¡¿Ah?!

— encontré a alguien mucho mejor. Una mujer que posee mucho más que tú, en el sentido económico.

— un momento... ¡¿Me estas dejando solo por lo material?!... ¡Pensé que me querías!

— y si lo hice, pero... Conocí a Mónica en el bar donde trabajo y me di de cuenta que lo que sentía por ti solo era algo pasajero, ya que me enamoré de ella...

No sabía cómo procesar. Pero fueron cuestiones de segundos para sentir ira, el enojo y sobre todo la impotencia que se acumula en mi pecho. luego pensé mejor mis palabras, ya que este hombre jamás me merecía. Respiré profundo y le respondí con toda tranquilidad.

— ¿Sabes?... Dale las gracias a Mónica, me quitó a un bastardo del camino que solo se interesa en lo material y que cambió a una gran mujer solo por eso. Y sobre su dinero, espero que se convierta en sal y agua haber donde quedó su amor...

— Julieta, yo lo siento-...

Corte la llamada de una vez.

Maldita sea, problemas tras problemas se asoma a mi vida. De todas esas emociones acumuladas, lancé el teléfono contra la pared, sin darme cuenta que ahí estaban todo mis contactos. Me senté de golpe al colchón de mi cama y junté mis manos en mi rostro.

— dios... Y pensar que lo iba a presentar a mi madre un tipo como él.

Ahora que lo pienso... Le prometí hacer eso a mi madre. Y si le digo que me dejaron de esa manera, se preocupara. Rápidamente tomo mi celular del suelo, por suerte, aún sirve. Pero... ¿A quien puedo llamar?... Todos mis conocidos tienen pareja. Una idea se me cruza en la mente...

— Iván...

A punto de marcar su número, me detengo y no le llamo. Ahora mismo debe de estar ocupado en su trabajo y dudo mucho que haga eso. Me asusta el sonido de una voz conocida.

— ¿Que pasó, Julieta?

Me di la vuelta para verlo.

— Sebastián.

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