Capítulo 6 PELEA

...GABRIEL SANTOS...

Llegué a la que es mi casa que no es más que un cuchitril lo más rápido que pude. Choqué algunas personas en el camino a quienes insulté mientras maldecía a mi pésima suerte.

Recordé como nos besábamos la chiva y yo y debí parar a vomitar en plena calle, que maldito asco.

Mientras siguiera recordando la peor noche de mi vida no me creía ser capaz de comer algo y mantenerlo en mi estómago. Agradecía no recordar más que el beso pero donde algo viniera a mi mente acabaría vomitando y golpeando a mis estúpidos amigos o lo que sean ellos ahora.

Entré a mi casa y corrí al deteriorado baño, rogaba tener agua caliente pero la suerte como era de esperarse no me acompañaba. Me metí al agua fría para quitarme el repugnante olor que tenía en el cuerpo. Prefería congelarme debajo del agua antes que permanecer con ese olor y quién sabe cuántos gérmenes encima de mi.

Me bañé y al salir del agua temblando después de secarme me puse alcohol por todo el cuerpo. Gracias a Dios tenía colocado un condón al despertar porque sino no se que hacía de no haberme cuidado con la sucia esa.

Me cepille los dientes y hasta me hice un buche con alcohol logrando que todo me ardiera pero era preferible eso antes que enfermarme.

Franco me llamó tanto o más furioso que yo porque también fue drogado y despertó con alguien igual o peor que Marixa. Felicia si bien no tiene sobrepeso no conoce los beneficios de bañarse cada semana. Ella tiene rastas en su cabello y un olor a patas imposible de aguantar. Si se pone ojotas las uñas se ven sucias y los tobillos combinan así como las rodillas cuando usa algo corto.

No envidiaba la suerte de Franco porque entre Marixa y Felicia cualquiera era una horrible y pésima elección para pasar la noche, el día o un rato a su lado.

Ya si despertar con esas mujeres era horripilante que llegaran mensajes y aguantar a los inútiles hijos de puta de nuestros amigos burlándose de con quien intimamos era aún peor porque ¡Fue su maldita culpa!. No hubiéramos tocado a esas mujeres ni con un palo, mucho menos acostarnos con ellas.

Franco vino a casa y empezamos a beber para aliviar las penas. Los culpables de semejante atrocidad llegaron después y como era de suponerse acabamos peleando con puños y patadas. Acabamos destrozando lo poco que tenía en mi "casa" pero lo más importante era alivianar la furia.

Después de eso ellos se disculparon y dijeron que fue una broma que acabó muy mal, ayudaron a levantar las cosas rotas y fueron a comprar más para beber. Todos estábamos lastimados aunque yo no tanto pero hubo algunos ojos morados y labios hinchados.

Mi confianza hacia ellos había disminuido considerablemente. Ahora tomar algo solo lo haría si yo conseguía mi propia bebida y abría una botella yo mismo.

Dormir con aquellas sucias mujeres nos ocasionó a Franco y a mí un trauma así como un profundo resentimiento con quiénes se hacían llamar amigos nuestros pero la venganza es un plato que se sirve bien frío y en algún momento podríamos desquitarnos seguramente. Por el momento no confiariamos ni en nuestra sombra.

Con el paso de los días tuve algunos recuerdos de ese día que quería olvidar y más porque Marixa consiguió mi número de teléfono y me acosaba con mensajes así como también con fotos horribles dónde intentaba posar sexy.

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