Capítulo 3 CAMINOS

...GABRIEL SANTOS...

Llegué a mis dieciséis y ya me quedaba poco para finalizar mis estudios y decidir que haría con mi vida pero con mis calificaciones no podría acceder a ninguna beca.

Mi tiempo lo pasaba con amigos en fiestas, experimentando todo lo posible con mujeres y además rompiendo la ley de las maneras que pudiera pero nunca solo, siempre con alguno o todos mis amigos.

Junté dinero y me hice mi primer tatuaje, uno que escondí de mis padres. Dejé mi cabello crecer un poco y mi ropa fue reemplazada con tonos oscuros. No estaba deprimido ni mucho menos, era mi manera de expresarme.

Aún dibujaba cosas de las cuales me sentía orgulloso, desde cosas terroríficas como el payaso o la monja así como paisajes sombríos pero una gran fascinación fueron los dibujos de ojos, miradas penetrantes y vacías o bien paisajes nocturnos dentro de ojos femeninos.

Los dibujos los escondía de todos porque mis amigos no estaban enterados de nada por temor a que no me aceptaran tal cual soy ya que piensan que cualquier cosa así es propia de un gay.

Comenzamos a escalar en nuestras salidas ya que estar juntos era sinónimo de problemas. Ahora pintábamos graffitis y hacíamos mil cosas más como explotar buzones y robar la rueda de algún auto de quién nos caía mal.

Las cosas en casa iban de mal en peor porque mis padres querían disciplinarme pero yo consideraba que era demasiado tarde para eso así que cuando me ponían límites yo simplemente huia de casa. Volvía cuando mis padres se calmaban porque si seguían con la misma cantaleta y el mismo sermón yo me iba de nuevo.

Así llegaron mis diecisiete años que los festejé con mis amigos y una tremenda borrachera que acabó en arresto y mis padres no estaban felices al respecto pero a mí me daba igual. No podría hacer nada con mi vida, dinero para universidad no había y yo no sería elegido ni en un millón de años para una beca.

Dejé de preocuparme por todo y viví con mi lema antes de cometer cualquier acto "a la mierda las consecuencias". Un arresto no sería gran cosa ahora ya que era menor de edad y no podían hacerme nada. Al cumplir la mayoría de edad me cuidaría más de que no me atraparan.

Aprendí a conducir y me arrestaron porque mi padre denunció su auto como robado así que luego retiró los cargos pero ahora ya quitarle el coche sería más difícil.

Mi madre cuando salí de estudiar me esperaba en casa con el sacerdote porque había encontrado mis dibujos por estar husmeando en mi cuarto seguro buscando drogas o alcohol pero no sería tan estúpido de tener algo en casa estando mis hermanos pequeños que siempre meten sus narices dónde no los llaman.

El sacerdote había intentado darme su bendición pero ¿Por qué? ¿Solo por un dibujo? Que exagerados.

-mamá solo es un estúpido dibujo de una película

-Eso es satánico, ¿Cree que necesite un exorcismo padre?- se veía realmente muy nerviosa, demasiado alterada e histérica

-No creo que sea necesario tal cosa hija- el sacerdote intentaba calmarla

-Un exorcismo por un dibujo, esto es absurdo. Deberías buscar un buen psiquiatra porque te hace falta

La cachetada de mi madre no tardó en llegar ni tampoco el grito de mi padre que acababa de llegar y había escuchado lo que dije.

-¿En qué fallamos?- le preguntó mi madre a mi padre llorando histérica

-En nada querida, siempre hay un hijo que no sigue los caminos del señor

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