Capitulo 3: Capitán

El patriarca y Júpiter habían quedado solos en el salón de reuniones. Fue así que el silencio fue roto por una persona.

--¿Por qué mi rango no está determinado?. Pregunto Júpiter mirando directamente a los ojos grisáceos del patriarca.

--Porque no sé que cargo debo darle a un niño de 10 años.

--Ahora al parecer sí me ve como un niño.

--...Cuando te encontré fue diferente, estabas bajo en control de tus habilidades como ya escuchaste.

--Aun así, dígame. Usted lo sabe, lo que Tarmiel...Lo que él susurró.

--Si, sí lo sé. Y lo he estado pensando.

--¿Qué es lo que piensa?

--Dame cinco años.

--¿Darte cinco años?

--Sí, dame cinco años y te convertiré en el mejor capitán de los guardianes que haya existido. Después de todo, ese cargo es sólo tuyo. Te lo confío Tarmiel.

--Yo...Está bien.

--Será un camino complicado, Júpiter.

--Nunca lo ví fácil.

El Patriarca toco su hombro y coloco luego la palma de él en su cabeza.

--En tres años, te presentaré a una persona y entonces realmente vas a sentir el peso de lo que es ser un capitán.

--¿Tiene que ver con Saturno?

--Podría ser.

El Patriarca solo ladeó su sonrisa y se marchó, dejando a Júpiter sólo con sus pensamientos.

Cuando el Patriarca se encontraba yendo a cierto lugar, al llegar se encontró con sus dos generales, Andreas y Vladimir tirados en el suelo como si hubieran corrido una maratón y sus ropas y heridas se veían como si se hubieran peleado con un león.

--Veo que hubo problemas con estabilizar el poder de Saturno. Menciono el patriarca viendo a sus generales casi sin su alma en su cuerpo

--¿Te parece que fue fácil? Menciono Andreas

--Esa niña es una amenaza, y con todo el respeto, Lion, ella va a matarnos algún día. Dijo Vladimir levantándose del suelo y limpiando su ropa.

--Vladimir, entiendo que estés cansado, necesitas descansar y que ese mal humor se te pase un momento. Menciono el Patriarca colocando se mano en su hombro y dándole una leve sonrisa.

--Creeme que mi cansancio comenzó con esa niña.

--Vamos, por favor, sólo tiene cinco años.

--¡A mí casi me saca un ojo con su lanza! ¡Dos veces!. Menciono Andreas con un tono irónico mostrando con sus manos como estaba su cara.

El patriarca soltó un gran suspiro y los miro a ambos, luego de pensar bien sus palabras prodigio a hablar.

--Entiendo lo que dicen, he tratado con ella durante este corto tiempo y sé que no es fácil. Pero pónganse en su lugar...Estuvo perdida en la oscuridad desde que nació, y ahora posee poder inestable que además...Ni siquiera muestra un registro de ellos. Está asustada.

Los generales no hicieron más que soltar un suspiro y mirarlo, pues él estaba siendo razonable en parte, pues estaban tratando con alguien muy pequeño.

--Solo tu puedes tratarla. Es toda tuya. Nos vemos. Menciono Andreas tomando su bolso de armas y yendo caminando de un pie.

Por otro lado Vladimir no se despidió sino que siguió su camino.

Fue así que el Patriarca sin más se adentro al campo donde se encontraba Saturno, ya que ella no estaba cerca de la nueva civilización, sino en una distancia prudente. El Patriarca creo que está pequeña base militar sólo para que ella fuera entrenada. Por supuesto los únicos que saben el secreto de su existencia Son los guardianes, los generales y el Patriarca. Y ahora todos los que dirigen está base militar. Pues necesitan de soldados muy bien entrenados para poder controlar a Saturno.

Fue así que al estar frente a la puerta de contención, se escuchó un llanto muy fuerte de ahí. Por lo que Lion no evito arrugar su ceño, ya que, por alguna razón ya tenía idea de lo que pasaba ahí.

--Abran la puerta. Dijo el patriarca mirando a los dos guardia muy enojado. Por lo que estos se miraron y se pusieron nerviosos, pues eran cómplices de lo que pasaba.

Al no abrir la puerta cuando se les ordenó, el patriarca estiró su mano y arrojo a los dos guardias de la puerta, abriendo con fuerza la puerta y dejando ver así la escena.

Ahí estaba Saturno, en el suelo con su ropa rasgada, con heridas en sus brazos y piernas, su rostro lleno de golpes y lu labio roto y lleno de sangre, sumándole a un sujeto que la tenía agarrada del cabello y otro que le sujetaba el brazo con fuerza.

Cuando estos dos se dieron cuenta que los descubrieron no hicieron más que forzar una sonrisa ante el patriarca y reír disimuladamente mientras explicaban lo que hacían.

--Verá, Patriarca, no es lo que parece...Es, que está niña es muy problemática, ella...Ella casi mata a los dos generales, mire, es verdad...Dijo el que tenía a Saturno agarrada del cabello.

--Sí, es cierto, además... Además, mi brazo, ella rompió mi brazo, lo ve, y sólo le fui a llevar su comida. Menciono el que la tenía agarrada del brazo, y quién tenía un cabestrillo en su brazo contrario.

Sin embargo, cuando fueron a abrir su boca otra vez, estos salieron disparados por el aire y cayeron en el suelo, donde se escuchó que algo se les rompía.

--De ahora y adelante no vuelvan a poder ni un sólo pie en está base militar, y nunca serán aceptados en ninguna de las demás facciones. ¡Guardias!

Los dos guardias que habían sido cómplices del crimen cogieron a sus compañeros entre sus brazos como pudieron y salieron tan rápido de ahí antes de que la ira del patriarca pasará a ellos.

Saturno, que yacia con su rostro dentro de sus piernas, sintió una mano que tocaba su espalda, a lo que ella reaccionó golpeando su mano y alejándose de él.

--Tranquila, soy yo. ¿Me recuerdas, verdad?.Menciono con una leve sonrisa e incandose a su altura.

Ella vio como este hombre le estiraba su mano, pero por más que lo hiciera, ella no cedía.

--¿Te duele mucho?

No había respuesta, puesto que ella no entendía a qué se refería. Porque el pequeño detalles es...Que ella no sabe hablar ni leer, y al parecer, no entiende algunas palabras. Más bien, no puede hacerlo.

El Patriarca intento con sus manos hacer lo posible para que ella entendiera, que parecía un payaso haciendo una escena de uno de sus chistes. Al final, Saturno asintió la cabeza respondiendo así la pregunta del Patriarca.

Con sus manos un extraño brillo naranja salió de ellas, a lo cual ella se asustó aún más y se puso a la defensiva, pues pensó que la atacarían otra vez.

Él sabía porqué ella estaba tan asustada, y tiene todo el derecho para hacerlo, pues, si no le hubieran colocado esas pulseras, no estuviera indefensa y nadie la habría herido así. Y sí, Saturno no tenía una sola, tenía una en cada muñeca, eso porque una no fue suficiente, por lo que Tarmiel le advirtió que una sola sería inútil en ella.

--No voy lastimarte, esto, está luz que vez, es para poder sanarte.

Pero ella seguía sin entender, era inútil su intento de comunicarse.

Por lo que sacó de su bolsillo una daga haciendo que Saturno frunciera el ceño, pues aún no confiaba en él. Acto siguiente corto su mano con ella y una cantidad de sangre caía al suelo, haciendo que Saturno abriera sus ojos en par en par por lo que él acababa de hacer. El brillo que le mostró en la palma de sus manos volvió aparecer, y lo uso para curar la herida de su otra mano, Saturno seguía viendo con suma atención lo que pasaba. Cuando la herida del patriarca se había sanado por completo, él mostró su mano sin herida con una sonrisa.

Al final, Saturno no dejaba de verlo, y fue así que el patriarca provocó nuevamente el brillo de su mano y lo acerco a ella, pero estaba vez ella no se alejo. Él coloco su mano en su cara golpeada y su labio roto. Por lo que ella sintió una calidez y además, el dolor poco a poco se iba.

--No voy a lastimarte.

Y entonces, por un momento los ojos verdes de Saturno se postraron con los orbes grisáceos del Patriarca, y su pequeña mano sujeto la manga de su túnica. Y fue así que al fin que por primera vez el patriarca sintió que Saturno se había comunicado con él.

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