Esto es irritante.

...LAURA:...

—¿¡Acaso crees que no tengo vida!?—solté, más que furiosa, a mi mejor amiga que estaba al otro lado de la llamada.

—Por favor Laura, sabes que si tuviera a alguien más a quién pedírselo, lo haría—dijo Eva con su característica voz chillona.

—¿Por qué siempre tengo que pagar yo, tus reconciliaciones?—dije molesta.

—no son mías, sino de mis padres—me corrigió.

—lo mismo da.

—venga por favor, Lu, a mí también me pilló por sorpresa, no recordaba que hoy era el aniversario de mis padres, tengo que quedarme en casa para cuidar de Leo, pero hoy tengo un evento importante en el club, si no voy, me van a despedir—me explicó, una vez más, al borde de las lágrimas.

¿Piensa que, explicándomelo otra vez, hará que la entienda mejor?

—¿Supones que yo no tengo planes? ¡Es mi día libre, después de dos semanas! Yo también tengo mis planes—la recordé, a punto de perder los nervios.

Ambas, nos quedamos en silencio por unos segundos, escuché a mi amiga suspirar al otro lado de la llamada.

Respiré hondo, tenía que calmarme, siempre tendía a explotar y alterarme enseguida, supongo que la paciencia no es uno de mis fuertes.

—Lu, no quiero perder este trabajo, sabes lo mucho que me gusta, además que pagan muy bien, ¿Ya olvidaste el viaje para el que estamos ahorrando?—su voz ahora sonaba triste.

¿Ahora pretende hacerme chantaje emocional?

Volví a suspirar, sé lo mucho que amaba este trabajo, al igual que yo y entiendo que tenga miedo de perderlo, pero no era excusa para que me hiciera algo como eso.

No era la primera vez que lo hacía, siempre me metía en este tipo de situaciones.

Pero al menos, podría hacer que sea la última.

—de acuerdo, lo haré—dije al fin, cediendo.

Escuché, un fuerte chillido de ella, que casi me deja sin tímpanos.

—¿¡De verdad?! ¿En serio, lo harás?—me preguntó Eva, sin poder creérselo aún.

—si te dije que si, así lo haré, pero con dos condiciones.

Si pensaba que esto iba a ser gratis, iba lista.

Eva guardó silencio para luego añadir.

—¿Qué condiciones?

—primero que nada, esta será la última vez que te ayudaré, no volveré a hacerte este tipo de favores y me da igual la urgencia que sea.

—¿Y lo segundo?—quiso saber con voz sería.

¿Estaba molesta? Encima.

—lo segundo, es, que me darás el sesenta por ciento de los beneficios de esta noche.

—¿¡Qué?!—gritó Eva, incrédula.

—¿Cómo que, qué? Seré yo quien haga el trabajo, me parece lo más justo—la recordé.

Ella volvió a quedarse en silencio y luego con un suspiro acepto.

—Está bien, Dios, eres lo peor.

—¿Yo soy lo peor? Deberías estar agradecida, por toparte con un ser tan magnífico como yo—la respondí de forma burlona y no pude evitar echarme a reír, al imaginar la cara de pocos amigos que debe estar poniendo Eva.

Mi amiga también se echó a reír y después de volver a agradecerme y explicarme de qué se trataba el evento, al que debía sustituirla, colgamos.

Guardé mi móvil en el bolso, me acerqué al espejo del baño y me miré al espejo, mi cabello castaño caía sobre mis hombros y mis ojos marrones oscuros estaban algo brillosos. Acomodé mi vestido de tirantes de color azul celeste y después de haberme calmado del todo, salí.

Volví a mi asiento del McDonald’s, donde mi encantador novio me esperaba, que también se había entretenido con su móvil.

Al percatarse de mí, su rostro se iluminó y sonrió de oreja a oreja, dejando a un lado el móvil.

—¿Todo está bien? Ya estaba por ir y rescatarte, de las garras de ese baño—dijo con tono divertido.

Me reí por sus tontas palabras y procedí a tranquilizarlo.

—todo está bien, ya sabes, Eva…

—como siempre—me interrumpió.

—oye, no lo digas así, que es mi amiga—lo regañé tirándole una patata frita, que tome de la bandeja.

Él se rio y se llevó a la boca otra patata.

—dime ¿Qué sucedió esta vez?—quiso saber y toda risa se borró de mi rostro.

—bueno, la verdad es…

Comencé a explicar la situación en la que, una vez más, me había colocado mi buena mejor amiga y él frunció el ceño por cada palabra que decía.

Ya sabía yo, que no le iba a gustar.

—dejando a un lado el hecho que no me gusta que trabajes de eso, tu amiga tiene mucha cara—soltó molesto.

Aquí vamos de nuevo…

—pensé que ya hablamos de eso, dijiste que te parecía bien—le recordé.

—¿Cómo me va a parecer bien, el que miles de pervertidos babeen por mi chica, mientras la ven bailar?—espetó molesto e indignado.

—eso no es…

—simplemente, lo acepté por ti, pero no es algo que me guste—confesó.

Le sonreí y le agradecí, aún con su cara enfada.

Me alegraba, que de alguna manera aceptara mi trabajo, después de ser el causante de muchos de nuestros problemas, al principio de nuestra relación.

Mi guapo novio, de nombre, Ángel, tiene 25 años, es un año más que yo. De cabello castaño y terriblemente rizado, que le caía en cascada por el rostro y sus ojos ámbar que siempre me encantaron.

Llevábamos tan solo un año de relación, pero fuimos amigos, prácticamente desde que me mudé aquí, al igual que Eva y de eso hace unos tres años.

—siento tener que aplazar lo de esta noche—dije en un suspiro, apenada.

—está bien, lo entiendo, el trabajo es el trabajo—soltó Ángel con sequedad.

Eso me hizo sentir mal, por lo que, me levanté de mi asiento y me senté junto a él, entrelazando nuestras manos.

—no lo digas así, prometo que no volverá a pasar, este es el último favor que la hago y prometo compensarte, por no poder pasar la noche juntos.

Él ladeó la cabeza a mí, con una media sonrisa.

—¿Me compensarás?—repitió.

—si, así que no te enfades, ¿Si?—pedí.

—está bien, no me enfadaré—me prometió y acercó su rostro al mío, para darme un tierno beso en los labios.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***