...Primera parte, UNA PROMESA...
Los ojos de este chico si eran bonitos. Una combinación de azúcar morena con azúcar glass, un café muy claro que brillaba chido con la luz del lugar. Sus labios se movían al ritmo de las veces que masticaba. ¿Donde estábamos?
—¿Por que no comiste en la cena? La comida estaba bien buena.
La caja de la pizza estaba abierta, habíamos venido a un Little Caesars.
—Casi no me gusta la crema de nuez.
—¿De verdad?
Asintió, sus dientes desgarraron un trozo de pizza. Comenzó a masticar. Yo tomé una rebanada y empecé a comer. ¡Sabía delicioso el queso!
—¿Por que rechazaste a mi hermano?
Resultó que Samuel y Darío eran hermanos.
—Pues porque se pasó de lanza. En verdad, solo me había dicho que quería que lo acompañara a una fiesta, si me dijo algo de que quería que yo aparentara ser su prometida falsa, pero le dije no. ¡Neta que no esperaba una propuesta así de rápida!
En la pizzería sonaba una canción de Two Door Cinema Club. Personalmente, sí me gustaba mucho esa elección musical.
—¿Como conociste a mi hermano?
Sus ojos se pintaron de curiosidad.
—Él llegó a contactarme. Fue hace como medio año, me llamó por teléfono porque vio un anuncio mío en internet. Así nos conocimos. ¡Publicidad erótica!
Mordí la pizza, la grasa fue absorbida por mis labios.
—¿Cuanto tiempo llevas trabajando como...?
No fue capaz de terminar la pregunta. ¿Por qué? Era como si el simple hecho de pronunciar la palabra "prostituta" fuese un error. ¿Yo era un error?
—Un año y medio.
Sus ojos me miraron con ternura.
—¿Y por qué?
No me pareció extraño que su curiosidad formulara preguntas como esa, su curiosidad era el resultado de nunca haber conocido a una chica como yo.
—Esa historia es algo larga, quizá algún día pueda contarte.
—Yo espero que sí. En verdad que no pareces ser ese tipo de chica.
—¿Por que lo dices?
Lo pensó por algunos segundos, sus dientes masticaban el queso con lo demás ingredientes.
—Siempre pensé que las prostitutas eran mujeres sin clase. Tatuajes de rosas en los hombros, senos demasiado apretados y no me lo tomes a mal pero, con un culo para llamar la atención.
Me reí.
—¿Y yo no tengo nada de eso?
Me observo unos segundos, era inevitable no reírme de su semblante.
—Solo te faltan los tatuajes.
—¿Entonces por qué dices que no parezco una prostituta?
—Porqué hasta el momento, no te he visto insinuarte a ningún hombre de forma coqueta. ¡A mí no me coqueteaste!
—¿Debería hacerlo?
—Bueno no. Pero creo que las prostitutas hacen eso de coquetear y conquistar hombres.
—La mayoría si.
—¿Por que eres diferente?
¿Por qué tuvimos que conocernos? Darío tenía inquietudes en este momento y yo, la vida me había enseña a no dejarme llevar por las inquietudes.
—Porque hasta en la prostitución hay calibres, mujeres de diferentes medidas y necesidades.
Sus cejas se curvaron con curiosidad.
—¿Y cuáles son tus necesidades?
Dejé que el tiempo avanzara, no me dio pena estar frente al hermano del hombre que me jugó chueco esta noche. Nuestros ojos trataban de descifrar el significado de nuestras pupilas. ¿Que éramos en ese momento? ¿Nuestros pensamientos coincidían? ¡Quien sabe!
—Sobrevivir. Esa es mi necesidad principal.
Él no esperaba una respuesta tan profunda como esa.
—¿Tú...?
Todos tenemos una historia, pero aveces no se tiene el valor necesario para contar sobre el pasado.
—Es curioso —mordí mi rebanada de pizza.
—¿Que es curioso?
Mastiqué, tragué, bajé la vista tres segundos y luego la enfoque en sus pupilas. ¿Por que parecía que su curiosidad era demasiado grande?
—Está mañana desayune pizza con tu hermano, y ahora estoy aquí en una pizzería cenando contigo. ¡Eso está chistoso!
—¿Por qué es chistoso? —Enarcó sus cejas.
—Porque las coincidencias no son cosas comunes en mi vida.
Eran las diez de la noche, la pizza se había terminado y supe que era la hora para volver a casa.
—Te llevaré a tu casa —se ofreció de manera amable.
La verdad, lo hubiese rechazado de no ser que en este momento, ni siquiera sabía ubicarme en esta zona de la ciudad. ¡No andábamos cerca de mi rumbo!
—¡Está bien! Solo porque no se donde estoy.
Sonrió.
—¿No sueles salir mucho?
—En realidad no.
—¿Y te gustaría ir dar el rol por la ciudad?
—Estaría bien, pero quizá en otra ocasión. ¡Me siento un poco cansada!
—Mañana duermes hasta tarde, lo bueno que es domingo.
Su respuesta tenía sentido y es que eso era lo que hacía regularmente todos los domingos.
—¿Tú qué haces los domingos? —No tuve miedo en preguntarle.
Su semblante cambió a un pensativo dibujo de gestos. Comencé a levantarme de mi silla.
—Suelo estar en casa.
—¿De verdad?
—Sí. Me gusta pasar el rato en casa o cuando se puede, suelo ir con mis padres a su casa.
¿Hablaba en serio?
—¿Vives solo?
—Sí. Desde los veinte vivo solo.
Me sorprendió mucho su respuesta.
—No pues que chido. Ha de ser genial tener tu propia casa.
Sonrió.
—Tiene sus ventajas.
—Me imagino.
—Pero también tiene sus desventajas.
—¿Como cuáles?
Se puso de pie, era más alto que yo como por diez centímetros o quince.
—Uno también se cansa de dormir solo. De encontrar la cama tendida y que cuando me envuelvo entre las cobijas me doy cuenta de lo fría que está mi alma.
No pude evitar enarcar una ceja.
—Suenas muy crudo. Pero bueno, si así te sientes, es respetable.
Comencé a caminar a la salida, llevé la caja a un bote de basura que estaba cerca de la puerta.
—¿Y con que sueñas tú? —Me preguntó él, una vez que estábamos afuera.
Caminábamos hacía su auto, el viento estaba alocado y mi vestido ondeó muchísimo.
—No sueño con nada —el tono de mi voz era un poco seco.
—¡¿Que?!
—¡¿De que?!
—Seguro que si sueñas con algo. Todos lo hacemos.
—Según tú, ¿sobre que debería soñar?
—Pues con ser feliz, supongo.
¿Ser feliz?
...***...
—¡Gracias por traerme! Aquí está bien, déjame justo en la entrada.
—No, si quieres te llevo a dentro del motel. No es problema para mí.
Sonreí en mi interior.
—Es mejor que me dejes aquí. Caminare hasta mi habitación. ¡Gracias por traerme!
Parecía que mi rechazo lo había dejado con las cejas enarcadas.
—Gracias a ti por pasar la noche conmigo.
—Pues en realidad eso no es algo que se tenga que agradecer. ¡Gracias por salvarme de esa incómoda situación!
La forma tan expresiva de Samuel, pedirme matrimonio en el aniversario de sus padres, eso me marcó como una mujer cruel ante toda esa gente rica.
—¿Y qué harás mañana?
—Nada importante. Dormir, estar en cama, ver la televisión y comer comida rápida. Así suelo pasar todos mis domingos.
Sus ojos parecían brillar a través de la oscuridad.
—¿Te gustaría...?
Ni siquiera terminó de hacer la pregunta, su celular empezó a vibrar.
—Deberías responder. Yo. ¡Me voy!
Y sin más que añadir, abrí la puerta del copiloto para salir de su auto. Sus ojos se enfocaron en mí por algunos segundos, le hice señas de despedida con mis manos extendidas y comencé a caminar hasta la entrada del motel. Los faros del auto alumbraban bien mi camino. La oscuridad apareció cuando doble a la calle que conducía a mi habitación y entonces comenzó a llover una vez más. ¡El cielo era empatico conmigo! Llovía, su llanto era para consolarme.
Empecé a correr en tacones. El sonido, más bien, era como un chillido, comenzó a intensificarse a medida que yo me aproximaba a mi puerta. Inserte la llave, giré y entré. El chillido se volvió más intenso. Decidí salir a la cochera y allí lo encontré cuando encendí la luz.
Un gato pequeño de color blanco maullaba con tristeza. ¿La gata bajo la lluvia?
—¡¿Que haces aquí?! ¿Te perdiste?
El minino se acercó a mí y comenzó a frotar su cuerpo contra mi pierna derecha. ¿Que estaba pasando en mi vida?
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Updated 26 Episodes
Comments
Hanyi Parra
😨😰 El mundo es tan pequeño 🫣
2023-06-08
0
Lisbeth Valbuena
creo que Dario siente algo por Jules, que pasará ahora con Samuel 🤷
2022-12-02
0