Capítulo 13

Sophie/Tamy

Me gusta este lugar, por primera vez en mi vida puedo experimentar lo que es la libertad. Estoy muy a gusto con Santi, desearía que lo de ser hermanos fuera realmente cierto.

La universidad es un poco complicada, estamos al otro lado del mundo y la comunicación es un tanto difícil por el idioma. Afortunadamente hay un número considerable de estudiantes extranjeros y hay programas especiales para nosotros. En el internado nos enseñaron alrededor de cinco idiomas sin embargo este es el que más me ha costado.

Dos años después…

Hace un tiempo me inscribí a un curso de sistemas computacionales, hay ideas y dudas que han estado rondando mi cabeza. Me propuse investigar que sucedió con mis padres, no puedo quedarme con la escasa información que obtuve de Robert. Desafortunadamente la mayoría de los informes están encriptados o bloqueados, lo que me hace sospechar que las cosas no son tan sencillas como parecen.

-¿Qué haces?- Se acerca Santi con una bolsa de palomitas de maíz y se sienta a mi lado. -¡Oye! ¿Por qué abres mis archivos?- molesto me quita la laptop e intenta cerrar la ventana de la pantalla -¿Qué te pasa? ¿Por qué tendría tus archivos en mi computadora?- Intento quitarle la máquina -¿Entonces por qué hay una foto de mi madre en tus cosas?- Señalo la pantalla mientras grito. -¡Estás loco, esa es mi mamá!-. Ambos, agitados por la discusión y el forcejeo nos miramos por unos segundos, nos enfocamos en la pantalla para mirar detalladamente la foto. -¿Qué rayos? Enana, te juro que esa es mi madre-. Me mira y creo en la sinceridad de sus ojos.

Nos quedamos sentados un rato en silencio, cada uno en sus pensamientos hasta que escuchamos la puerta de nuestro apartamento abrirse.

Dante entra con sus maletas, viajó para pasar su cumpleaños con nosotros. Santi y yo solo lo vemos y el extrañado de que no le saltemos encima nos mira con el ceño fruncido. -¿Qué les pasa?¿Vieron un fantasma o que?-. Santi reacciona primero y lleva la laptop para mostrarle a Dante. -¡Oh, esa es una linda foto de tu madre!- Dice mientras le acaricia la cabeza y lo mira con ternura, que cambia al dirigir la mirada hacia donde señala Santi.

La imagen es parte de un artículo en una revista social de hace más de veinte años. En la fotografía aparecen mis padres justo después de su boda. Dante al leer los nombres al pie de la imagen abre los ojos como platos y me voltea a ver con confusión y asombro. -¿Son tus padres? ¿Ella es tu madre?- Me limito a asentir y él corre a servirse un trago.

Después de un rato de incómodo silencio y un constante intercambio de miradas entre los tres, Dante es el primero en hablar. -¿Saben? Siempre he pensado que hay algo en ustedes dos que los hace muy parecidos, pero esto… lo mejor es que salgamos de la duda ¡Hagamos una prueba de ADN!- Miro a mi amigo y el asiente.

Mañana es cumpleaños de Dante y el ambiente está un poco tenso desde ese día. Regreso de clases y los encuentro sentados a la mesa muy serios, parece que me han estado esperando. -¡Hola! ¿Pasa algo?- pregunto con cierto nerviosismo, es muy raro verlos así. Me siento en una silla junto a Santi. -¡Niños! Llegaron los resultados-. Siento que mi corazón se detiene pero Santi me toma de la mano. -¿Quieren que lea yo, o quieren hacerlo por su cuenta?- pregunta Dante. -¡Hazlo tu!- decimos al unísono.

-Compatibilidad a un 28% lo que determina que los individuos son parientes. A partir de un estudio de indicadores extra se puede asegurar que ambas muestras comparten ADN respectivo a medios hermanos-. Dante termina de leer y examina nuestras reacciones. -¡Aaaaaah!- Gritamos ambos logrando asustar a Dante. -¡En serio eres mi hermanita! ¡No puedo creerlo! ¡Dime qué no estoy soñando!- Santi llora de la emoción mientras me abraza. -¡No lo creo! ¡Tengo un hermano mayor! ¡Dime qué no me golpee en la cabeza y estoy delirando!-. Dante suspira y dice en tono de fastidio. -¡Ni tú estás dormido, ni tú te golpeaste nada!... ¡Santo Dios! ¿por qué hiciste parientes a estos dos?

Nos abrazamos durante mucho tiempo hasta que logramos calmarnos, estamos muy emocionados. Llegamos al otro lado de la mesa y nos lanzamos contra Dante con un abrazo que casi no lo deja respirar.

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