Capítulo 11

Santiago

Me sentí tan mal después de escuchar por todo lo que Tamara ha tenido que pasar. Los malditos del internado la vendieron antes de tiempo y no solo eso, se la entregaron a la familia Brener. A lado de Dante he aprendido que en los negocios es importante saber de quién tener cuidado y esa familia es de mucho, mucho cuidado. Es bien conocida su crueldad en los negocios, pero también sabe de la que tienen con sus empleados y enemigos. Debo decir que estoy sorprendido de que Tamy aún esté viva.

Igual me sorprendió que Dante le ofreciera ayuda, jamás ha hecho algo similar, el suele ser distante de todo el mundo. -Dan, ¿Por qué la invitaste a venir con nosotros?-. El me mira confundido. -¿No es lo que querías?- Ahora el confundido soy yo. -¡Por supuesto que sí!, pero…- me interrumpe. -¿Entonces, cuál es el problema? He podido ver cuánto te preocupas por ella, a veces cuando duermes la llamas y le preguntas como está. Así que, si tenerla cerca te hace sentir bien, haré lo posible por traerla a tu lado. Aunque le pongas más atención a ella que a mí.- Dice lo último con un puchero. -¡Gracias por esto Dante!-.

Llegamos a casa y emocionado empiezo a ordenar la que será la alcoba de Tamy. Desde que la conocí descubrí un instinto protector que no conocía. Era una niña pequeña, bonita y muy inteligente. Todos lo tipos degenerados del internado elogiaban su capacidad de aprendizaje, a veces se metía en problemas por su honestidad, su curiosidad y su forma de cuestionar algunas órdenes y reglas.

Las niñas de grados más avanzado siempre la molestaban, le quitaban sus cosas, la empujaban a los charcos o al lodo, cortaban su cabello y la hacían llorar todo el tiempo con sus palabras hirientes. Un día me entrometí mientras le rompían su ropita y juré que la cuidaría por siempre.

Soy dos años mayor que ella, me abandonaron en ese lugar cuando cumplí los seis y completé mi misión a los quince. Ahora tengo diecinueve años y estoy estudiando en una universidad al otro lado del mundo. Vine con Dante a pasar mi periodo vacacional y algunas veces, si no está muy ocupado, toma un avión y pasa un tiempo conmigo en el apartamento que tengo allá.

Decidimos pasar por Tamy, (mejor dicho a Sophia, ese es el nombre que usa ahora) después del trabajo. La vemos salir y levantó mi mano para llamar su atención pero, mi emoción disminuye al mirarla de cerca y notar que solo trae una mochila consigo. -Dan, ¿Ceres que se arrepintió, por qué no trae su equipaje?- Me toma de la mano. -¡Tranquilo! No saques conclusiones por tu cuenta-.

Sophie nos encuentra y sonríe.- ¡Gracias por venir hasta acá! ¿Nos vamos?- Aún nervioso la tomo de la mano y le pregunto. -¿Y tu equipaje?-. Ella empieza a reír y me señala su mochila. -¿Eso es todo?- Dante empieza a reír y la niña rueda los ojos. -¿A caso olvidas que soy una fugitiva?- Ambos ríen y suben al auto mientras yo sigo impactado por mi error.

Llegamos a casa y le muestro su nueva morada mientras Dante atiende algunas llamadas. Estamos tumbados en la cama y hago planes para llevarla de compras, una mujer no puede verse igual todos los días, ni siquiera yo uso lo mismo todos los días.

Sophie/Tamy

Ya instalada en la casa de Dante y después de una rica cena me acuesto en a cama y pienso en lo mucho que cambiaron mis planes con la aparición de Santi y su enamorado. Esperaba poder mudarme a otra ciudad o a otro país, abrir un negocio, hacerlo crecer y ganar dinero para ayudar a las personas que no han tenido mucha suerte como yo. El sueño me vence y me quedo dormida sobre las sábanas.

Me levanto temprano y busco a Dante, se que debe estar preparado para ir a trabajar. Lo encuentro en la cocina bebiendo una taza de café. -¡Buen día Dante! ¿Dormiste bien?- Me mira mientras bebe. -¡Tamara, digo, Sophie! ¡Buen día!-. Dudo un poco pero decido tocar el tema. -Quiero agradecer que me dejes quedar con ustedes ¿hay algo que pueda hacer por ti?- Termina su café y pone la taza en el lavaplatos. -No tienes que agradecer nada, solo necesito que hagas felíz a Santi.-

Me siento en una de las sillas de la barra. -Anoche no pude evitar escuchar que tienes problemas y necesitas una inversión, quizá te puedo ayudar-. Me mira como si me estuviera burlando de él. -¡Ja! Vaya que eres entrometida ¿No te han dicho que escuchar conversaciones privadas de otros es de mala educación niña?- Se prepara para salir y lo detengo. -Tengo el dinero que necesitas- da la vuelta y me mira con sospecha. -¿Cómo es que una niña como tú tiene esa cantidad de dinero? ¿Acaso le robaste a Robert Brener?- No puedo negar que su comentario me molesta, pero quiero ayudarlo, no quiero que Santi se preocupe por estas cosas. -Aunque no lo creas, se hacer más cosas además de complacer sexualmente a los hombres, no desaproveché el tiempo que pase en con Robert. El mismo me enseñó como gestionar una empresa y a jugar en la bolsa de valores-. Le muestro la pantalla del móvil que me entregó Fredo. Sus ojos se abren como platos y me mira bastante sorprendido. Arrogantemente le respondo la mirada levantando una de mis cejas y dedicándole una mueca de triunfo. -¿Cómo diantres lo hiciste? ¿Desde hace cuanto …?- Lo interrumpo mientras me sirvo un vaso de jugo de naranja. -¿Aceptarás mi ayuda? Puedes considerarlo como pago de alquiler y los alimentos-. Lo veo pensativo. -Hablamos cuando regrese-. Se marcha y termino mi vaso de jugo.

Paso toda la tarde de compras con Santiago, estoy tan cansada y aburrida pero el está cada vez más emocionado mientras me pruebo y se prueba ropa. Estoy algo molesta por qué no está contento con lo que a mí me gusta. Siempre busco cosas sencillas y sobretodo cómodas y el quiere que use vestidos, faldas y tacones, eso realmente no me va.

Por la noche me reúno con Dante después de dejar a Santi dormido. -¿Y bien? Explícame todo desde el principio. Dice el hombre en tono imperativo. -Cuando salí del internado una de las chicas me aconsejó huir y medio una pequeña cantidad de dinero para mantenerme por unos días. Después de un tiempo Robert me dejó entrar a su oficina mientras estudiaba y hacía trabajo para la empresa familiar pero me aburría tanto que empecé a mostrar interés por sus deberes. Me enseñó los puntos clave para crear una empresa, como generar capital, conseguir financiamientos y también me enseñó como funcionan las inversiones en la bolsa de valores, básicamente estudiamos juntos. En uno de sus tantos viajes jugué un poco con el simulador del sistema y una vez que lo dominé probé con una pequeña parte de capital. -¿Y lo hiciste bajo tu nombre real? ¡Ja! ¿No crees que así te encontrará más rápido?-. Lo miro con cierto recelo. -¡Es cierto que aún soy pequeña de edad, pero no soy tonta! Le pedí a una de las personas en quien más confianza tengo que abriera una cuanta con una identidad falsa y que me permitiera hacer uso de los fondo y realizar movimientos, así que no tenemos problema alguno con este dinero.-

Se levanta y comienza a caminar alrededor del sofá. -¿Qué ganas tú con esa inversión?- Me recuesto a lo largo del sofá y respondo. -Primero, ver a Santi sin preocupaciones. Segundo, que me dejes seguir aprendiendo desde tu empresa. Y tercero, en serio no pienso vivir aquí gratis, al menos tengo que contribuir con algo-. Me levanto y lo busco para ver su reacción.

Me mira, se sienta, me vuelve a mirar y después se levanta. -Eres una mocosa muy intrigante y astuta, eres muy lista y siendo honesto la expresión que tienes en este momento me asusta un poco-. Me encojo de hombros y le dedicó una sonrisa. -¡Bien, hagámoslo! Veamos que puedes hacer, ¿Qué más puedo perder?. ¡Otra cosa! No comentes esto con Santiago. - ¿Por qué demonios estoy confiando en ti? ni siquiera te conozco y estoy poniendo la vida de mi empresa en tus manos, las manos de una niña-. Me levanto del sillón lo ordeno un poco y me acerco a él. -¿No es obvio? ¡Confías en mí por qué… Soy un amor!- Digo mientras voy a mi cuarto.

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