Capítulo 10. El color favorito del CEO

Capítulo 10. El color favorito del CEO

Pero amiga, no hubo suerte con Aron, que venía justo buscándola y en cuanto llegó a la oficina se dio de frente con él. Alexa con una sonrisa perfectamente imperturbable y con la coleta más alta que nunca lo miró afable.

—¿Me buscaba, señor Aron?. 

Él la miró y casi no recuerda ni a lo que iba. "Realmente esto se me está yendo de las manos", caviló. Ella se había cambiado de ropa y ya no llevaba la falda matahombres de por la mañana sino una más sencilla de color negro más discreta y no tan ajustada. 

Pero la blusa con la que la había combinado tenía algunas transparencias de encaje y se le pegaba en los sitios adecuados marcando su bonito pecho y dejando al aire el cuello y las clavículas. Aron ni la miró del cuello para abajo y empezó a recitar los nombres de los jugadores del Real Madrid internamente para desviar su mente de cualquier pensamiento impúdico. Hacía eso o realmente iba a pasar vergüenza frente a toda la oficina con una totalmente inapropiada erección. 

Mientras, Alexa como si nada, sigue esperando con la tablet en la mano frente al CEO y con cara extrañada. Definitivamente Aron está raro. Mirándolo con absoluta tranquilidad, volvió a repetir:

—Señor, ¿me buscaba para algo?. ¿Pasa algo o hay algo que necesite?. —Pero Aron, con la mirada perdida, no reaccionaba y ella ya empezaba a preocuparse. 

—¿Se siente bien?

Incluso se atrevió la muy ladina, a acercarse y tocarle la frente por si tenía fiebre, puesto que parecía acalorado y hasta le vio aflojando un poco el nudo de la corbata.

—No parece tener fiebre —comentó ella. —¿Tiene dolor de cabeza? No tiene buena cara... —le dice.

Ahora sí que la mira. "No tengo buena cara dice. ¡Qué cabrona!", pensó. "Me está dando una paliza moral. ¿Desde cuándo esta mujer me fue ganando el terreno?". Las cosas que han pasado en los últimos días lo están sacando de sus casillas y siente que no puede controlarse. 

Justamente él, quien le había enseñado a ella a ser una perfecta colaboradora, profesional e impasible ante cualquier situación, es quien estaba perdiendo los nervios y reaccionando con más intensidad de lo normal para él. Pensó que esto de cumplir años le estaba afectando más de lo que creía y quizá era cierto aquello de la crisis de los cuarenta.

 ¿Sería posible?. ¿Acaso había entrado en la andropausia tan pronto?. Se pasó una mano por el pelo. En realidad este no era el momento para pensar en todo esto. Lo único que sabía es que estaba descontrolado desde hacía una semana y se sentía incapaz de mantener la calma y su habitual frialdad. Y la causa de ese descontrol tenía nombre y apellidos y no medía más de 1.60. 

Y allí estaba parada frente a él, retadora y atosigándolo a preguntas. Se dio cuenta que incluso los empleados de alrededor, lo miraban con estupor. Aron echó un vistazo alrededor con mirada de pocos amigos y todos bajaron la cabeza y volvieron a sus quehaceres. 

Alexa S en un perfecto dominio de sus emociones supo de alguna manera que se habían vuelto las tornas y era ella ahora la que parecía estar tomando las riendas de todo. Se sintió poderosa por primera vez frente al gran jefe y no fue una mala sensación. Él respiró para calmarse y le habló.

—Bueno, necesito que me acompañes a un sitio esta tarde. —Ella miró la tablet y abrió la aplicación de la agenda. Le comentó.

—Esta tarde tiene dos reuniones. Una con el señor Brandon de Step by Step por la colaboración con Xitrix Mark y otra con los nuevos diseñadores de producto. Ya le había comentado que necesitan aclarar algunas de las especificaciones de Xitrix. Normalmente esto no requiere mi presencia señor Aron. ¿Hay algún cambio que yo no sepa?. —Aron la miró, todavía un poco atolondrado, y le dijo: 

—No, no hay cambios pero quiero que me acompañes a las dos reuniones hoy como apoyo. Necesito tus puntos de vista en los dos casos. Volveremos antes de las cinco para completar el informe presupuestario.

Ella calló por un segundo , con la mano en la barbilla y mirando hacia arriba como calculando los tiempos. Hoy necesitaba salir a su hora no importaba qué.  Acompañarlo a las dos reuniones le convenía porque si iban juntos serían más cortas. Necesitaba que el señor Aron estuviera temprano en la oficina si quería salir. Después de sopesarlo le dijo:

—Bien. Me organizo la tarde. Estaré lista en breve

—Bien, te espero abajo —contestó él y salió en dirección al garage subterráneo del edificio. Se detuvo en la puerta

—Alex

—¿Qué, señor Aron?

—¿Sabes cuál es mi color favorito?

—El azul, ¿no?

—Exacto, el azul. —se rió suavemente y se fue.

Ella no entendió nada y todos en la oficina se quedaron mirando su espalda salir con caras de bobos. "¿Y eso a qué viene?", pensó un poco sorprendida. En cuanto Aron salió, dejó a las secretarias a cargo de los pendientes. Ella revisaría todo después, así que no era un gran problema dejarlo en manos del gabinete.

Cinco minutos después, en el baño femenino de la empresa, una mujer se inclinaba sobre el lavamanos apoyada en el mármol y con el pelo sobre la cara como recuperándose de alguna clase de ataque de ansiedad.

"Hijo de puta... mis bragas azules ¿no?. Mañana las traigo y se las meto en la boca, joder. Esto es la guerra Aron Flores y te vas a enterar". Alexa levantó el puño y lo agitó en el aire cabreada.

......................

Aron salió del gabinete de secretaría con su habitual aspecto serio, casi fiero. Habló con algunos de los directivos por el camino, nada importante. Usando el ascensor privado bajó hasta el parking de la empresa. Su chófer le abrió la puerta y se sentó a esperar dentro con algunos papeles en la mano.

De pronto sus hombros empezaron a sacudirse, primero de a poco, hasta que ya no pudo contenerse y la risa lo hizo doblarse por la mitad. Se puso la mano en los ojos, limpiando las lágrimas que le corrían. 

No sabía ni el tiempo que hacía que no se reía tanto y no podía parar solo pensando en cómo le gustaría ver su cara cuándo cayera en la cuenta de que estaba hablando de sus bragas. 

Se sintió muy satisfecho consigo mismo y su ingenio para ejecutar esa pequeña venganza por todo el mal rato que le había hecho pasar. Si su asistente tenía alguna duda sobre lo que había visto cuando estuvo a cuatro patas en su oficina esa mañana, ahora ya lo tenía claro.  

Como un gato que acaba de beber leche, puso una innegable cara de satisfacción. Esa pobre novata creyó que le podía ganar una, que infeliz. Cuando se calmó, se puso a hacer algunas llamadas y también contestó a los mensajes de una mujer que conoció dudas atrás y le gustó lo suficiente como para convertirla en compañera de cama por una noche. Quedaron para salir a cenar y lo que surja, esa misma noche.  

Era una de sus tantas distracciones y últimamente, ya que no tenía tiempo para más, aprovechaba la ocasiones que se le iban presentando. Tenía una amante casi fija, Julien y se daba cuenta de que ella era un poco insistente y le buscaba más a menudo de lo que a él le convenía, pero siempre y cuando tuviera claro el tipo de relación que mantenían, para él no era un gran problema. Pero esta noche quería probar otra mujer.

Su cita era una mujer realmente hermosa y según decía era dueña de algunas habilidades que ahora que lo estaba pensando hicieron reaccionar a su entrepierna con anticipación, fruto de la noche que iba a pasar. 

Pero antes de eso, suspiró un poco cansado, le quedaba un largo día de trabajo. Aún tenía un par de citas a las que ir acompañado de su asistente y completar el informe presupuestario. Se animó pensando que cuanto antes empezara antes acabaría. Se abrió la puerta y Alex subió.

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