SHUUUUUUUH… sonaba fuertemente el viento a los alrededores, y después chocó frente a un rostro jovial, su frescura hizo que despertara y así poder visualizar lo que estaba a su alrededor, ahí pudo notar algo que le hizo llamar su atención, así que no dudo más y decidió acercarse, para cerciorarse de lo que era y no que fuese una simple ilusión.
—¿Oye estás bien? —preguntaba una pequeña joven de no más de 12 años al cuerpo tumbado de Evano, se encontraba sobre las praderas abandonado sin que nadie se percatara hasta ese momento en el que el viento le anunció a la niña que se encontraba allí, ya que instantes antes había pasado sobre el —oye te hablo ¿estás bien? ¿Puedes escucharme? —le picoteaba con el dedo índice pero no contestaba Evano —Hmmm… Creo que está muerto —dijo la joven mientras lo toco sobre la nariz para ver si respiraba —Pues al parecer no respira tendré que enterrarlo para que descanse en paz, será lo más mejor para su cuerpo.
—¿Y si mejor lo llevas al río? —intercedio sobre su palabras una pequeña criatura parecida a un cuyo, éste tenía unas alas parecidas a las de una polilla, solo que su ala izquierda se encontraba destrozada, su color era muy cálido como la miel, sus bigotes eran verdes fluorescentes y lo más seguro que en la oscuridad se podían percibir, se encontraba posado en su hombro izquierdo, ya que siempre le gustaba dormir sobre su nuca, ya que los cabellos de la niña le hacían sentir comodidad, así que cuando deseaba estar a gusto inmediatamente se le lanzaba.
—¡Tienes razón!, porque no lo había pensado antes, será más fácil tirarlo al agua que enterrarlo, así me ahorraré tiempo, para ir a buscar esas flores que tienen un delicioso sabor, pobre criatura —dijo la joven con una mirada compasiva.
—Parece un humano, aunque no tengo idea cómo es posible que llegara este mundo —dijo el pequeñito mientras se rascaba como un perrito.
—¿Un humano? Ohhhh, que interesante. Así que esto es un humano —se hacía pasar como alguien que ya sabía.
—Entonces va a lanzar fuego, creo que hay que tener cuidado, ¿No creés?, antes que reaccione.
El pequeñito la miró de reojo —enserio sabes que es un humano?
Seguía aparentando lo que decía —Siiiiii sé.
—Entonces porque dices que lanza fuego.
—Porque los humanos lanzar fuego.
En ese momento el pequeñito se molestó y le lanzó una pequeña mordida como si fuera un pellizco.
—Auchhhh —la niña gritó mientras subía su mano para sobarse el cuello —porque me muerdes, que malo eres conmigo.
—Porque lo que dices es de un Dragón, si acaso un mago, un ser del elemento de fuego.
Seguía sobándose —pero es que si me dolió y mucho.
—los humanos provienen de un planeta, dónde hay seres sin magia, ya que no se las concedieron por ser seres muy terrenales, cuando se libere de esos pensamientos y se conecten con los seres que les rodean es posible que puedan adquirir poderes, solo que son seres que se limitan y por eso no han alcanzado el poder secreto que pueden aparecer.
—Wow que interesante… Eso no lo sabía Kibiu.
—Bueno ahora ya lo sabes —Y la volvió a morder.
—Auchhh, ¿Porque lo volviste a hacer?
—Porque cuando no sepas algo, no te hagas la interesante de que si sabes, ya que después dices puras sandeces ¡eh!.
Se volvió a sobar —Esta bien ya no lo haré, pero ya no lo hagas, que duele.
—Entonces no repitas lo mismo.
—¡Está bien! —dijo con un tono de niña castigada.
—Pues ya hay que llevarlo al río, y hay que apresurarnos para que el espíritu de agua lo acompañe a su destino —dijo Kibiu.
—Ahhhh, por eso dijiste que lo lleváramos al río.
—Pues si, ¿que pensabas?
—Pensé que era para que allí se descompusiera.
Y de repente otra mordida le dió Kibiu.
—Ay, ya deja de hacer eso que duele muchísimo.
—¿Cómo es posible que digas y pienses eso?
—Pero es que…
—Si haces eso contaminarías el agua sagrada del río, además que su energía de él podría también hacerlo, y quedar resentida y atrasada en un abismo, hasta convertirse en un ser oscuro que dañe a los seres del río, o que se acerquen a él.
—Perdón no pensé en eso.
—Lo siento Kibiu por no pensar en las consecuencias.
—Ya debes de pensar más a fondo con tus palabras y acciones, siempre te la pasas distraída, vas a cometer algún día un error —Y otra mordida le volvió a lanzar.
—Yahahaa, deja de hacer eso.
—Lo hago para que te pongas lista y cada vez que te equivoques te voy a dar más mordidas.
—Entonces ya no te voy a dejar subir a mi cuello.
El pequeño se puso muy altanero —¡haber niegamelo!, y te aseguro que me vengaré cuando te encuentres dormida jajaja —la miró con intenciones de volver a morderla en ese instante.
—Jejeje, cómo crees Kibiu —le dió miedo — te voy a dejar subir era broma jeje.
—Pues ya hay que movernos, si no cerrarán las flores que tanto te gustan.
—¡Si, ya voy…!
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