El legado.

Una tristeza indescriptible invadió el reino.

Luego de anunciar la muerte de la reina consorte, personas de hasta los rincones más alejados de Valle Escarlata, llegaron al gran palacio, todos ellos vestían de amarillo, el mismo color que según las normas, solo lo podrían portar las mujeres de la realeza. Mirna había dado instrucciones para que él día de su muerte, todos sus súbditos vistieran ese color , como un homenaje.

__¿Que voy a hacer sin ti mi reina?, ¿cómo se supone que pueda seguir ?, ¡¡llévame contigo !!.__ El rey Félix estaba totalmente sumergido en una burbuja de gran dolor.

Sus príncipes se hicieron presentes, todos ellos hermosos, la camada de lobos blancos que dejó Luna, igual estaban ahí, despidiendo a la reina.

El rey decretó treinta días de luto en todo el reino, cada provincia debía parar al medio día para elevar una oración, la gente no pudo estar mas de acuerdo pues amaban tanto a su reina , que su muerte les dejó un gran vacío, ella había sido co yomo la madre de todos en Valle Escarlata, una madre que los guío y los sacó de la pobreza en la que los rebeldes los habían sumergido.

Los reinos aliados también sufrieron la perdida de Mirna, ella había sido una extraordinaria negociante, cada conflicto que surgía ella logró solucionarlo sin necesidad de una matanza sin razón. Ella dejó un gran legado, un espacio difícil de llenar.

El día de su funeral como si el cielo mismo se entristeciera por su muerte, cobró un color gris obscuro, un viento lúgubre y una parvada de gaviotas, vinieron desde las costas de Montebello , para posarse tétrica mente sobre el campo santo.

Félix lloró como jamás nadie lloró, su mundo se estaba llenando de tierra y el no podía hacer nada por regresarle a la vida, aún con el amor de sus hijos él no podía mermar su terrible dolor.

Los príncipes y princesas también lloraban la muerte de su madre, la mujer que fue la primera reina en criar ella misma a sus hijos, los alimentó y los llevó a la cama cada noche sin importar que tan cansada estaba .

Al volver al palacio todo fue peor, el vacío era insoportable, no hubo velas que alumbraran la densa obscuridad, no hubo el canto de las aves en las grandes copas de los frondosos árboles, no hubo la tradicional cena con dulces de calabaza como cada año , para festejar la llegada de la primavera.

El rey Félix mandó a cambiar las bellas cortinas color verde limón, por unas negras y nunca las volvió a cambiar, se encerraba cada día después de volver de su corte , parecía que su habitación era el único lugar dónde podía estar.

Solo un año después el rey Félix de Valle Escarlata dijo adiós a su vida en este mundo.

Su hija mayor, Marian fue la que encontró el cuerpo sin vida de su padre.

Los hermanos ya tenían suficiente edad para cada uno gobernar una provincia, así que Marian convocó a los tres que aún no llegaban , los demás vinieron en cuanto les fue avisado que el rey estaba enfermo.

Murió de tristeza, eso dijeron los doctores reales, su corazón ya no latía con intensidad como para mantener la vida en su cuerpo.

Esa noche , el rey se recostó luego de haber estado con la reina Larissa, ella había venido para verlo y también a sus nietos, ella le dijo cuanto extrañaba a su hija y lo mucho que le dolió su muerte...un año fue mucho para él, después de ganar la batalla contra " la cruz de ópalo" él y su reina no se volvieron a separar, salían juntos a cazar, a pescar, a recorrer el reino , todo lo hicieron juntos, hasta el día que ella se fue.

Se volvió a levantar y cogió una galleta de avena , pidió un té y un plátano, se bañó cuidadosamente, se quitó la barba y limpió sus dientes, puso algo de esencia y trenzó su cabello, luego volvió a la cama.

Esperando que sus sueños vinieran a él.

Soñaba con ella cada noche, ella se veía algo traslúcida, pero seguía siendo hermosa, brillaba como un ángel, quizá lo era por eso el no podía ver su ropa, cada noche la veía irse , atravesando el hermoso río azul, el intentó ir tras de ella pero el agua lo empujaba hacia fuera, impidiendo que el pudiera alcanzar a su reina.

Pero la noche anterior el rey tuvo un sueño diferente , esta vez ella venía a él, podía ver su hermoso rostro, sus perfectas manos y su cabeza reluciente, no la pudo tocar pero ella posó sus labios en su oído ...

__ "Regresa a mi lado...te estoy esperando".

Su piel se erizó y entonces el abrió los ojos.

Por eso esa noche , sintió que era hora de reunirse con su amada.

Poco a poco el sueño llegó, pasó un tiempo obscuro , como un vacío interminable, un aire caliente lo despertó.

Vió un grandes sembradíos de trigo combinados con girasol, caminó hasta una vereda cubierta de florecillas blancas , a su alrededor revoloteaban un montón de mariposas amarillas , pensó que su sueño era perfecto, sentía paz y tranquilidad.

Llegó hasta el río azul , la calma del agua era tal , que no había ni una sola onda en ella.

Fue entonces que la vió... llevaba un vestido amarillo, hecho como de tela transparente pero no podía ver más que tela, su cabello estaba adornado con pequeñas dientes de león y en sus manos llevaba tulipanes amarillos . Ella tenía la misma apariencia que tenía cuando tenía veintiuno, se veía igual que el día que llevaron a su primera hija a bautizar, solo que ahora le parecía muy brillante.

__ Mi rey,__Mirna le habló y le hizo una reverencia, tal cual era cuando estaba viva.__Llegaste muy pronto...pero me has hecho muy feliz.

__ Mi reina , te extraño tanto, no puedo seguir si ti , Mirna te necesito para vivir...

Ella se acercó, con el movimiento de una pluma , ágil y suave.

Lo pudo abrazar al fin, ella sintió que la angustia y la tristeza desaparecían, sintió su corazón latir otra vez.

Lo besó, había dicho que dejaría que el se acostumbrara a esa nueva vida, pero no pudo contener sus deseos, ella más que nadie había sufrido tanto cuando lo dejó, quiso muchas veces hablarle, tocarlo, besarlo, pero no podía ,en esa nueva vida, ella ya no era la reina , ya no había un cuerpo que controlar, solo era espíritu, era una energía extraña que difícilmente podía ser compatible con la vida humana.

Félix se sintió completo, veía a su reina y la podía tocar , la besó y su olor era mil veces mejor que antes. Vió a lo lejos un trío de mujeres, hermosísimas todas , centró su atención y reconoció a su madre y a sus abuelas, ambas parecían de la misma edad, eso lo confundió mucho y su cara se tornó preocupada.

Comprendió entonces que había muerto.

__ Mi rey , debemos irnos, el sol pronto asomará sus primeros rayos y tenemos que ir allá.__ Mirna le señaló la cascada, dándole un ligero empujón.

Volteó detrás suyo, vió su cuerpo tendido en la gran cama, pudo ver que su rostro estaba en paz y tranquilidad, en la habitación reinaba un silencio pero lleno de calma, no de angustia, su era como humano había llegado a su fin, dando paso a su viaje al reino de lo eterno, para reunirse con sus ancestros.

Logró ver a su hija Marian, ella lloraba desesperada , él quiso decirle que estaba bien, que al fin estaba completo y que había logrado reunirse con su amada reina.

Pero sus manos traspasaron la pared.

Volteó para ver a Mirna, quién le sonreía.

__ Tengo mucho por enseñarle mi rey, pero tenemos toda la eternidad para eso, ven vamonos...__ Lo jaló suavemente del brazo y lo condujo hasta el río azul, pasando sobre el agua , sin hacer ningún movimiento, hasta que llegaron a la cascada, atravesando por enmedio sin mojarse.

Lo que había detrás era demasiado hermoso para sus ojos que aún conservaban el velo humano, había hecho millones de cosas malas , mató a mucha gente, pero por muy increíble que pareciera, Félix de Valle Escarlata estaba en un lugar que no era el infierno, junto a su bella reina esposa, Mirna de Valle Escarlata.

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