A la mañana siguiente no pudo seguir evitando hablar con su novia.
- ¿Por qué no me avisaste lo que pasó? – dijo la voz chillona en cuanto atendió el teléfono
Era Cintia y se había enterado del desmayo por el noticiero local. Sinceramente no pensé que se armaría tanto alboroto por un simple desmayo.
- No fue nada – dijo para tranquilizarla – la prensa exagera y como no la convencía agregó - ¿Crees que el entrenador no me obligaría a internar si fuera grave?
Eso pareció convencerla, por lo menos de momento.
- ¿Dónde estabas?, te llamé muchas veces y me daba el buzón directamente – dijo con la voz acongojada –
- En el tercer tiempo, ya sabes que desconectamos todos los celulares por regla del equipo – dijo Aarón con un tono cansado – y me olvidé de encenderlo cuando llegué a casa.
- ¿Fuiste igual aunque estabas golpeado? – dijo nuevamente histérica –
- Cintia…, escúchame – dijo pacientemente – Estoy bien, me golpee el pecho con la pelota al hacer el Try – y antes que lo interrumpa siguió – dice el Doc que el golpe fue lo que me desmayó, pero la radiografía muestra que no me fisuré ningún hueso del tórax.
- ¿No me estas mintiendo? – dijo Cintia sollozando –
- ¿Y por qué te mentiría? – dijo suspirando fuerte – Nunca te he mentido y lo sabes
- Ya lo sé amor, pero me asusté mucho de verdad – dijo volviendo a llorar – me muero si te pasa algo.
- No me pasó nada – dijo sonriendo – y no me va a pasar nada tampoco, cambiemos de tema por favor – el tono de cansancio volvió a aparecer –
- No te enojes – dijo Cintia a la defensiva – estamos lejos y eso me preocupa.
- Mañana voy al Hospital, ¿te parece bien? – dijo conciliador –
- Entonces no estás tan bien… - fue interrumpida abruptamente
- Cin… cariño… Tengo que ir al club– dijo en forma neutral aunque sabía que estaba mintiendo– hablamos a la noche, va a ser un largo día para mí, te voy a cortar… te quiero
Y cortó la comunicación. No escuchó si Cintia le contestó algo. Repentinamente estaba cansado y el dolor del pecho nuevamente aumentaba. Se tentó en apagar el celular otra vez, pero no era correcto, hoy tenían el día libre y él solo quería dormir para ver si volvía a verla a ella. Evitó deliberadamente comunicarse con su novia mintiendo que estaría en el club, pero tenía tantas cosas en su cabeza que no entendía, tantas cosas que le generaban angustia y no estaba acostumbrado a tener tantas cosas sin resolver en su vida.
Se desnudó y se acostó. Siempre dormía desnudo. Vivía solo y la única que ocasionalmente se quedaba a dormir era Cintia, así que no hacía falta que se cuidara que alguien lo viera en forma inapropiada.
Cuando debía levantarse simplemente usaba una bata de baño si estaba fuera de su casa o si en su casa, alguno de sus familiares se quedaba a dormir por algún motivo.
Nunca se consideró tímido, de hecho no lo era y era consciente que su cuerpo estaba muy bien trabajado, pero la desnudez era algo que disfrutaba personalmente, no era con ánimos de seducir a nadie. Cuando usaba vaqueros, también solía hacerlo sin ropa interior, aunque eso no lo sabía nadie.
Miraba el techo y su mano lentamente comenzó a acariciar la zona que le dolía. Algo no estaba bien, podía sentirlo.
Al poco tiempo su respiración se había acompasado y se durmió
****
De pronto el dolor se agudizó, era prácticamente intolerable…
Y cuando ese dolor lo traspasaba por completo hasta hacerlo estremecer, escuchó su voz:
- “Es hora que cumplas lo que me prometiste y aceptes la morfina
- No quiero dormir Guadalupe… quiero saber que estás conmigo
- Te juro que será solo un poco, para disminuir el dolor, yo me quedaré aquí y te hablaré todo el tiempo
- Acuéstate conmigo entonces – dijo caprichosamente”
Se despertó empapado en sudor, el sueño era tan vívido que las lágrimas corrían por sus mejillas y no las podía detener. Hacía tanto tiempo que no lloraba y no podía entender por qué lo hacía por un simple sueño.
No… no era un simple sueño. Volvió a soñar con esa mujer y aunque ella estaba llorando mientras hablaba, parecía que sabía lo que estaba haciendo. ¿Una médica tal vez? Se llamaba Guadalupe, eso lo recordaba bien…
En su sueño, no le importaba el dolor, con tal de poder estar con ella unos minutos más, sería capaz de pasar por todos los tormentos, si eso le permitía seguir mirando esos bellos ojos verdes con motas en el iris. Estaba muriendo y la sensación era sumamente desagradable.
Pero se había despertado y en su realidad, no había ni morfina, ni Guadalupe, ni ojos verdes que mirar y esa carencia se instaló en el alma, se grabó en su mente la imagen de esta mujer desconsolada que solo trataba de reconfortarlo a él.
A veces nuestro inconsciente se apodera de nuestra cabeza y trae un sin fin de dudas, preguntas y situaciones que ni siquiera sabíamos que las teníamos guardadas y quien sabe desde cuando las teníamos.
Una parte de nosotros siempre anhela lo que no tenemos o no podemos tener, pero Aarón de pronto, se encontró deseando encontrar algo que ni siquiera puede tener: la certeza si existe o no. Y eso es lo que le resulta más irritante.
No pudo dormir más, cerraba los ojos y volvía la imagen y cuando pensaba en ello, el dolor de su pecho cedía casi automáticamente.
O estaba quedando loco o su cuerpo le estaba diciendo que ella era el bálsamo para su dolor.
Y entonces se dio cuenta que pensarla era algo casi tan natural como respirar, que no importaba que nunca la hubiera visto, porque tenía la certeza que la conocía y tarde o temprano se tendrían que encontrar.
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Comments
Rumy Blanco
Simplemente fantástico.
2022-11-25
1