HAY QUE SER SINCERO

JOCELYN

Al rededor de las tres de la madrugada aterrizamos, ya nos esperaban dos camionetas en el lugar. Con el apellido y todo lo que he visto en transcurso de estas horas son los mafiosos de México. Algo logré escuchar de ellos en un tiempo atrás.

Llegamos a una mansión muy lujosa y extremadamente hermosa, allí nos esperaba el hermano de los muchachos.

Cuando bajamos de las camionetas, todos ellos caminaron hacia él, como si fuese la persona más importante del planeta, él también los saludaba con el mismo entusiasmo, fuimos acercándonos al reencuentro de ellos.

—Casi no la contamos gato, eso fue una encrucijada, el mal nacido ya las había localizado al igual que nosotros, si no es por ellas, creo que no la contamos —decía camaleón todo emocionado.

—Gracias por brindarles ayuda, me decía extendiendo la mano hacia mí en modo de saludo, mucho gusto Enrique cruz —decía.

—Me siento cansada, necesito descansar, le decía marta después presentarse con él.

—Claro, supongo que es así Manuela, las llevará a su habitación —dijo caminando adentro del lugar, que si por fuera era hermosa, por dentro era divina.

Manuela es una chica agradable y parlanchina como Martha, nos llevó a la segunda planta enseñando una habitación a cada una, cuando entre a la mía quede impresionada con lo grande y elegante que es, en el bajo mundo donde nos hemos visto envueltas no es que vivamos en lujos así.

Me sentía tan cansada que solo quite mis zapatos y así mismo me tire a dormir.

¡Desperté!, tan relajada como si hubiese dormido toda una vida, revise el que supuse era el closet como supuse había ropa para mí,

Toda a mi medida, y de muy buen gusto, como si me conocieran de hace mucho.

Entre al baño y me di una ducha espléndida y decidí bajar ya era medio día, estaban preparando la mesa para el almuerzo, dos mujeres que me imagino son la que ayudan en la casa.

—¡Buenas tardes!, salude las dos pegaron un brinco de la impresión como si estuvieran nerviosas que me hizo reír.

—¡Buenas noches!, señorita, ya los jóvenes bajan —me dijo una de lo más cariñosa, con una sonrisa en los labios la cual le devolví.

—¡Nada de señorita!, mi nombre es Jocelyn o me pueden llamar guarrusa, que me gusta más agradezco que me quiten lo de señorita —les dije fingiendo enojó.

—Como usted diga mi niña —me dice la otra señora porque era de algunos 55 años.

—Eso me gusta más, le dije colocando mi cabeza sobre la de ella en símbolo de aprecio.

—Mi nombre es libia, soy la nana de los cabezas hueca que te trajeron, ven, siéntate mi niña, ¿cómo dormiste?, ella es mi hermana Olga, nos ayuda en la casa.

Me soltó todo como si fuera de su entera confianza, como para que me sintiera segura.

En ese momento, solo se escuchó el escándalo que traían todos ellos jugando los unos con los otros, parecían niños.

«Me pareció tan linda una amistad así» Martha es mi amiga de hace mucho tiempo, al igual no es lo mismo, a nosotras nos unió las circunstancias, ¿pero?, ellos brotan unión de esas que son de admiración.

—Como dormiste —me dice manuela sentándose al lado mío.

Enrique se sentó en la cabecera del comedor, luego estaba yo, qué libia me había sentado en este puesto, en frente mío, Martha que acababa de llegar, al lado mío Manuela, luego camaleón, al frente de él Ricardo.

La imagen vista por mí en estos momentos era algo nuevo pero agradable, ya que provengo de un mundo, donde las cosas son pura mierda.

Para mí todo tiene uno por o uno contra, y si algo me caracterizaba es que me gustan las cosas claras, y sinceras ante todo.

Para mí la sinceridad es la clave de la vida.

Porque guardarse lo que sientes, hacia una persona o situación, te pudre el alma, siempre he sostenido eso y esta no iba a ser la excepción, los mire a todos, me aclare la garganta y todos me miraron.

—¡Bueno!, muy bonito todo esto, pero no soy tan ingenua y despreocupada como para hacerme a la idea que de un día para otro mi vida cambió y listo…

Nos encontramos en este comedor sentado como si nada de lo ocurrido anoche hubiese sucedido…

Nos tratan como si fuéramos parte de ustedes, no soy estúpida

quiero una explicación y espero, sea la verdad.

¡Hay que ser sinceros! ¿Por qué?, aquí hay algo más, y lo quiero saber, me gusta tener las cosas claras y saber el terreno que piso.

Las arenas movedizas no son mi fuerte, así que los escucho, espero que seas tú el que inicie —dije mirando a Enrique que se encontraba al lado mío.

 Todos rieron y no entendí ¿por qué?, pero luego caí en cuenta que fue mi expresión, pero era lo que menos me importaba en ese momento.

—¡Me encanta tu actitud!, no eres una ignorante, somos el cartel de la cruz, manejamos el bajo mundo en cierto territorio mexicano, soy el «GATO». Su líder— decía cruzándose de brazos… 

Que bueno que nos diste tu discurso de sinceridad, antes de empezar. Yo solo te puedo decir que, como a ti, me gusta que me sean sincero.

—¡Así que son mafiosos! —dije mirándolos a todos.

—¡Así es!, aunque sientas que es demasiado fuerte lo que tengas que decir, solo dilo estás aquí por qué un degenerado te persigue y nosotros a él.

La lealtad es nuestro lema, por lo que veo analizas todo a tu entorno, y como vez antes de amigos somos familia.

—Nos respetamos y protegemos, si te metes con uno lo haces con los demás, nos cuidamos la espalda así, que después que te digamos que haces aquí, y tú nos digas lo que queremos saber.

La decisión de irte o quedarte es solo tuya, ¡pero ahora!, todos tenemos hambre —decía Carlos.

—Esta conversación va a ser muy larga, ¡lo presiento!, así que después de comer nos sinceramos, «te parece» —dijo Enrique, así mismo hicimos.

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