Capítulo 16

Al siguiente día, el chico nuevo continúa siguiéndonos, ya sin prestar atención al resto de nuestros compañeros. Durante los descansos y almuerzo, él está allí haciendo preguntas extrañas, como con quién vivimos y si nos llevamos bien con los vecinos. También continúa presumiendo de Lina y diciendo cosas, casi como si buscara una reacción mía. 

Para el final del día, ambos, Diego y yo, estamos artos de Erick. 

-¿Qué mierda le sucede a ese sujeto?- pregunto en voz baja, mientras tenemos la última clase del día. 

-Si lo supiera…- responde igual de silencioso Diego. -Lo único que quiero es irme a casa y relajarme jugando. Ese tipo me estresa. 

-Lo sé. No entiendo tampoco por qué pretende ser el novio de alguien a quien ni siquiera conoce bien- sigo quejándome. 

-Debe de estar loco. Me asusta un poco. ¿Deberíamos advertir a Lina? 

Pienso un momento, sopesando la idea y aunque me gusta, no quiero arriesgarme a dejarle saber que la conozco.

-Iremos con ella si este tipo no se detiene pronto o si se vuelve más extraño- decido. Dudando en si puede ser alguien peligroso. 

-Me parece bien- está de acuerdo Diego. 

Cuando termina la clase y aunque nos apresuramos en salir, igualmente somos abordados por Erick. 

-Oye Alexander, por qué no me invitas a tu casa. Te puedo enseñar algunos movimientos de lucha. Lucha real, por supuesto- dice lo último para burlarse de Diego. 

Este tipo debe estar loco.

-Lo siento, pero tengo cosas que hacer esta tarde- invento. De ningún modo lo quiero en mi casa. 

-¿En serio? Que mal. Mañana iré entonces- decide de manera unilateral. -Nos vemos luego. 

Vemos como se va, sin esperar una respuesta. 

-Ni loco lo llevo a mi casa- digo. 

-Ni se te ocurra llevarlo- advierte Diego al mismo tiempo. 

Cruzamos una mirada seria, antes de seguir caminando.

-Ese tipo ya se está volviendo ridículo. Sólo lo conocemos desde ayer, es un desconocido- me quejo. 

-¿Qué le dirás mañana?- pregunta Diego. 

-Le daré alguna otra excusa y si aún así insiste, tendré que ser más directo. 

-Me parece bien. Sólo me preocupa que sea tan arrogante cuando habla de peleas. No quiero que te muela a golpes. 

-Bueno, si eso pasa, ya sabes quién fue- digo, medio en broma, medio en serio. 

-No lo digas ni en broma- advierte Diego. -Odio que desprecie los juegos que tanto me gustan. Qué tiene de malo jugar un poco cuando aún soy joven. 

-Nada, si no contamos tus bajas notas- respondo. -Pero tienes razón, a mí también me gusta jugar de vez en cuando. No entiendo por qué tiene que ser tan despectivo al respecto. 

-Cierto.

No pasa mucho tiempo hasta que tenemos que despedirnos y luego sólo quedamos la reconfortante presencia de Lina y yo, por el resto de camino a casa. 

Al día siguiente, para nuestra desgracia, es prácticamente una repetición del día anterior. Con Erick interrogando todo lo referente a mi vida, trato de responder lo más escuetamente posible. Y durante el almuerzo, simplemente nos largamos de la clase antes de que tenga oportunidad de seguirnos. Comemos tranquilamente en la parte trasera del patio. 

Aunque tenemos que soportarlo nuevamente en los descansos de la tarde, donde nuevamente sacó la conversación de ir a mi casa y que corté fríamente, diciendo que no tenía tiempo. Y al menos a la salida, podemos evitarlo y salir de la escuela antes de que nos alcance. 

Para cuando llego a casa, ya estoy agotado y molesto de la persistente presencia de Erick. Sobre todo lo que más me exaspera, es que siga hablando de Lina como si ella fuera suya. 

Maldito idiota. Lo odio. 

Me doy un baño, como algo y trato de relajarme viendo la televisión, olvidando la molestia del día, cuando tocan el timbre. 

Dudo un momento, esperando que sea Ángel quien decidió volver a insistir, pero después recuerdo que también Lina vino antes y fue completamente inesperado. 

No te ilusiones Alex. 

Igualmente voy y abro la puerta, sabiendo que las posibilidades de que sea Lina son mínimas. Lo que nunca se me pasó por la cabeza, sin embargo, es ver al mismísimo Erick fuera de mi casa. 

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