El lunes siguiente dejo a Alex en la escuela y soy recogida por mi tío, quien me lleva a las afueras, al campo, donde él tiene un terreno de unas dos hectáreas y una cabaña. Este lugar fue comprado para estos momentos, donde necesitamos más terreno y estar alejados para entrenar.
-Te empaqué comida- dice, pasandome una bolsa con cosas.
-Gracias- digo, mirando dentro. Queriendo ya comer.
-Guardalo para el almuerzo o tendrás hambre luego- aconseja, conociéndome demasiado bien. Simplemente sonrío desvergonzadamente. -Pasaré por ti como a las tres.
-Ok, nos vemos.
Él se despide con un movimiento de su mano y deja atrás nada más que un poco de polvo.
Me vuelvo hacia la pequeña cabaña de dos habitaciones, de color blanco y me dirijo hacia ella. Una vez dentro, dejo la comida en la mesa de la cocina y vuelvo a salir.
-Bien- digo, mirando el extenso patio y los árboles que lo rodean.
Paso los siguientes días tratando de ampliar el rango de alcance de mi telequinesis y fallando miserablemente.
Con cada día que pasa, me siento más cansada por la práctica y más desanimada al no ver ni el más mínimo resultado.
-Quizá no se puede forzar- dice mi tío, quien me vino a recoger el viernes en la tarde.
-No sé, pero es frustrante- me quejo, cruzando mis brazos.
-Lo sé y no conocemos a nadie que tenga tu misma habilidad para preguntar.
Tío Lucas antes de perder sus poderes, podía manipular el fuego. Le gusta decir que iba por todos lados con encendedores en los bolsillos. Lo malo es que no me sirve de referencia.
Sabemos que ha habido varios centinelas con mi poder, pero ninguno que conozcamos.
-Probablemente el poder irá teniendo más alcance, mientras más cerca esté Alexander de ser un adulto. Al menos ese fue mi caso con Declan- comenta mi tío, mientras entramos a la ciudad.
-Tendré que conformarme por ahora entonces- me resigno, frustrada porque de verdad quería ser mejor para proteger a mi Dragón y para que lo del asalto no vuelva a suceder.
Al final nos quedamos en silencio el resto del camino, sin tener una respuesta.
Cuando llegamos frente a la escuela, vemos que la entrada principal está cerrada y sólo está abierta una puerta más pequeña al costado.
-¿Qué pasó?- pregunto en voz alta, enderezando mi cuerpo en el asiento.
-No lo sé.
-En la mañana había clases. Dejé a Alex justo en la puerta- miro confundida y un poco angustiada. Si hay algo que odio más que cualquier otra cosa, es perder a Alex de vista y no saber dónde se encuentra. ¿Suspendieron las clases? Inmediatamente intento descubrir el paradero de Alex mediante nuestra conexión y fácilmente descubro la dirección en la que está. -Creo que está en su casa.
-Bien, te llevaré, luego tengo que hacer algo- ofrece mi tío.
-Ok- estoy de acuerdo. Afortunadamente para mí, tengo un Dragón que es mayormente casero, así que espero que en esta ocasión también esté en su casa.
Cuando llegamos a casa, mi tío me deja y se va a hacer un recado, así que me despierto de él por el momento.
Una vez que tío Lucas se va, entro en la casa y voy directo a encender las cámaras. Maldiciendo no haber preguntado antes a algún técnico para poder ver las cámaras desde mi celular.
Cuando la pantalla se enciende, me horroriza lo que veo y sin pensar mucho, corro fuera rumbo a la casa de mi Dragón. Decidida a mantenerlo a salvo de todo, incluído de una maldita llamada Ángel.
ALEXANDER
-¿Qué sucede hombre?- me pregunta Diego -¿Qué te tiene tan molesto?
-Nada- respondo de mala gana. Supongo que no soy tan bueno para guardarme algunas emociones.
Estamos a viernes por la mañana y aunque Lina viene en las mañana y por las tardes a buscarme, no está asistiendo a clases.
Nuestros salones están lo suficientemente cerca como para buscarla en los pasillos en los recreos o en el patio a la hora de almuerzo, que es lo que hago todos los días, así que es fácil darme cuenta cuando ella no está.
Lo que es extraño es que ella no ha faltado a clases nunca desde que ingreso a mi escuela ¿Y ahora falta una semana completa?
Sé que no está enferma, de otro modo no me seguiría por las mañanas y por las tardes, entonces ¿Es una casualidad que ella falte una semana justo después de que me asaltaran?
No me lo creo, pero tampoco puedo estar seguro y no saber ha estado poniéndome de mal humor toda la semana. Tanto que a veces casi quiero ir y preguntarle directamente, dejándole saber que soy totalmente conciente de que me sigue desde que tenía diez años, pero cada vez que quiero enfrentarla, un miedo que he tenido desde siempre me detiene. Y ese miedo es ¿Si la confronto y le pido explicaciones, se irá para siempre? No quiero eso. Odio pensar siquiera en eso.
Por extraño que parezca, Lina y este amor que siento por ella, es lo único constante que he tenido en el tiempo. Y para alguien como yo, que no tiene padres o es como si no tuviera, tampoco familiares y muy pocas personas que me importan, perderla a ella sería como perder parte de lo que soy.
Y si pierdo lo suficiente, ¿Quedará algo de mí?
No quiero perder a Lina, aunque sea en esta rara situación que tenemos, quiero mantenerla. Quiero que se siga preocupando por mí, quiero egoístamente ser el único que ocupe su mente. Quiero poder verla siempre por mi visión periférica, aunque sea sólo eso.
-Estoy loco- dejo salir, algo que siempre pienso.
-¿Y ahora te das cuenta? Hombre eres lento- molesta Diego.
No le respondo, porque es verdad.
Aunque no voy a preguntar a Lina, igualmente no saber por qué falta a clases, me inquieta y me molesta.
-¡Buenas noticias chicos!- grita John, uno de nuestros compañeros, en el frente de la clase -los profesores tienen una reunión por la tarde, así que ¡saldremos a mediodía!
Inmediatamente los gritos y conversaciones explotan en el salón, todos entusiasmados por salir antes de clases.
-¿Quieres ir por algo de comer?- pregunta Diego, escribiendo en su celular -avisaré a mis primos, ya que se quedan a dormir hoy. De seguro que se saltan las clases de la tarde.
-Paso. No estoy de ánimo- respondo. Más preocupado porque Lina no debe saber de esto y por lo tanto no podrá seguirme a casa.
-Lo sabía, estás molesto por algo- me mira Diego.
-No lo estoy.
Si lo estoy. Ahora no podré ver a Lina una última vez antes de que llegue el fin de semana.
-Como digas, tu te lo pierdes- Diego vuelve a poner atención a su celular, olvidando rápidamente mis problemas. Y ese poco poder de concentración es algo que aprecio de él, de otro modo podría descubrir mis secretos.
A mediodía salimos efectivamente de clases y por supuesto, Lina no está para acompañarme a casa, lo que me hace sentir sorprendentemente solitario. Lo que es realmente estúpido, eso lo sé, pero no puedo dejar de extrañarla.
Cuando llego a casa y después de comer, simplemente me tiro a mi cama, tratando de olvidar este sentimiento que se instaló de completa soledad.
Tan solo. Vivo solo, como solo, si no fuera por Lina…
Me duermo después de un rato, sin saber lo que me pasa.
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