CAPÍTULO 4

Ella intenta abrir los ojos, pero yo se lo impido y la abrazo por detrás y guió sus pasos hasta el baño.

Ahí la ayudó a entrar y le entregó una bolsa de regalo en la mano.

—Este es un regalo para ti. Báñate y póntelo, pero no debes abrir los ojos hasta que te avise. ¿Entendiste?

Ella asintió, yo cerré la puerta y regresé al comedor. Terminó de preparar todo y cuando ella regresa ya todo está servido. Ella se sorprendió al ver todo distinto y se alegra, porque compré una vajilla, una cafetera, licuadora.

Ella me observa y me sonríe cuando me ve la ropa que traigo puesta.

—Con que el Rey y la Reina — me dijo ella y se dió una vuelta para mostrarme lo bien que le quedaba la ropa.

—Te ves hermosa —le digo acercándome a ella y tomándole la mano, para que dé vuelta otra vez.

—Gracias. Todo está muy lindo. De verdad, gracias por el detalle.

—Tienes razón, está muy lindo y sexy —le digo mirándola fijamente a ella, de la cabeza hasta los pies.

Ella se sonroja y niega con la cabeza. Para romper el incómodo silencio le digo:

—Me alegra que te guste, esto no es nada comparado con lo que tú hiciste por mí. ¡Me salvaste la vida!—le digo y le ofrezco la silla, ella asiente con la cabeza y se sienta.

Después fija su mirada en mí y me responde:

—No fue nada. Solo fue mi lado humano saliendo a flote. Ahora vamos a comer, que esto se ve delicioso

—Lo hice con mucho cariño. Espero que te guste.

Ella comenzó a comer y a saborear la comida. Mientras yo, no había tocado la mia. Porque estaba perdido viendo sus labios. Cada movimiento que hacía, me parecía una provocación, para mí.

—¿Qué te ocurre?, ¿no vas a comer? —Me preguntó ella. Creo que se sintió intimidada por mi mirada lasciva.

Mi deseo estaba a flor de piel y no dudé en decirlo.

—Si, claro que voy a comer. Pero la verdad, es que en este momento se me antoja comer otra cosa.

Vuelvo a fijar mi mirada en ella y sin querer muerdo mis labios y me saboreo.

—¿En qué estás pensando, pervertido?, me preguntó ella. Viéndome inquisitivamente y ahora el sonrojado era yo.

Pero ella no me respondió. Estaba sumergida en sus pensamientos, pero con su mirada fija en mi.

Ya este hombre me tiene nerviosa. Sé que me tienes ganas. Porque este hombre parece un perro en celo. No ha dejado de desnudarme desde que salí del baño. La verdad es que esta ropa me encanta, creo que nunca había usado algo tan fino. Tengo que reconocer que me gusta mucho, me siento cómoda a su lado y disfruto de su compañía.

Aunque sé que es algo mayor para mí, eso no me importa con mucho gusto, me arrojaría a sus brazos,. Pero solo el tiempo lo dirá.

Entonces, para romper el silencio, tomo mi cubierto, me acerco a él y comienzo a alimentarlo. Él sonríe y acepta gustosamente mi cercanía.

De verdad, ver sus labios moverse de esa manera tan elegante y sensual mientras mastica me hace tener muchos pensamientos impuros. No puedo disimular y una sonrisa pícara escapa de mi boca y al mismo tiempo siento que me sonrojo y él se da cuenta.

Y no dudó en manifestarlo.

—¡¡Dios!! Pero, que pícara, ¿de qué te ríes? Niña Traviesa.

Yo solo niego con la cabeza y me sonrió.

—No te diré nada. No seas curioso.

—Ok, pero es injusto. Debes decirme, porque yo quiero divertirme también. Ah y por cierto ¿Cuál es tu nombre?

—Ja, ja, ja. Que curioso, hasta hemos dormido juntos y no sabemos nuestros nombres. Mi nombre es Maddison Pearl. Mucho gusto —me responde y extiende su mano e inmediatamente la tomó y le beso el dorso.

—Lo siento, pero aún no recuerdo mi nombre.

—Bueno en ese caso, yo te bautizo con el nombre de Toretto.

Inmediatamente niego con la cabeza y ella comienza a reír.

—Pero, que feo nombre. Porque no mejor, me llamas: José, Juan, Pedro

—No, Toretto es mi ídolo y así te llamarás. Ve el lado positivo. Cuando en algún momento, te llame entre una multitud, inmediatamente sabrás que es a ti a quien llamo. Así que nada de nombres comunes.

—Bueno ante ese argumento tan poderoso. No puedo negarme. Maddison, Pero ¿te puedo decir Maddi?

Ella borro la sonrisa de su rostro y negó con la cabeza.

—Preferiría que no. Ese diminutivo me trae muy malos recuerdos —Me respondió en voz baja y su semblante se volvió triste. Ella se llevó la mano a la cara y tocó su cicatriz.

—Perdón, no quería incomodarte. Cuando puedas o estés lista me gustaría conocer tu historia.

—Ok, te la contaré, pero es muy larga y mañana debo madrugar. Entonces, otro día será. Gracias por todo.

Ella me sonrió, se acercó a mí y me dio un pequeño beso en la boca. Después se levantó y se marchó a su habitación.

Yo me quedé ahí sentado, mirando como se alejaba y perdido en mis pensamientos.

Y mientras me lamento, porque siento que dañé el momento.

Escucho un grito que viene de su cuarto. Me levanto y voy hacia allá, para darme cuenta, que el grito era de emoción y que fue por la sorpresa.

Porque le remodelé toda su habitación y hasta le compré algunas prendas de vestir y algunos zapatos.

Apenas entré a la habitación, ella se arrojó en mis brazos y me rodeó con sus piernas.

—Gracias, muchas gracias Toretto. Esto es fantástico.

—Me alegra que te guste.

 Yo estaba muy complacido por su reacción y caminé con ella encima y la acosté en la cama. No pude evitar quedarme encima de ella y en un segundo toda mi cordura se esfumó.

Estaba tan excitado que me dolía mi hombría, cuando noté su sorpresa al sentirlo cerca de su intimidad, le di un pequeño beso en los labios y traté de levantarme. Pero ella como un acto inocente, me atrajo hacia ella y me susurro:

—Gracias, creo que tú eres un ángel. Pero quiero saber ¿de dónde sacaste, tanto dinero?

Me levanté contra mi voluntad. Pero sé que ella hizo esa pregunta, con la intención de romper la atmosfera de lujuria que había entre nosotros.

Entonces me senté a su lado y le respondí:

—En el casino. Entre y me sentí cómodo. Entonces, comencé a jugar un poco y al parecer es mi día de suerte. Por lo menos en el juego.

—Ah, ok ¿y no has recordado nada?

—No, Pero ¿por qué la pregunta, quieres que me vaya?

—No, claro que no, pero me imagino que tu familia debe estar preocupada. Tal vez tengas esposa e hijos. Tú eres muy guapo, no creo que estés soltero, a menos de que seas gay —me dijo alejándose de mí y cubriéndose la cara con una almohada, para reírse.

—No creo que esté casado, porque no tengo un anillo de matrimonio. Pero estoy seguro de que no soy gay, de lo contrario no me pasara esto, cada vez que estoy contigo —le digo señalando mi prominente erección. Entonces ella comenzó a reír a carcajadas y a tirarme las almohadas.

—¡¡Fuera de aquí!! ¡eres un pervertido! —me decía ella.

Yo también comencé a reír hasta que nuestras miradas se cruzaron y noté que sus pupilas también estaban dilatadas, me reí disimuladamente

—Pervertido, ¿yo? Y ¿tú qué? Me vas a decir que no me deseas.

Ella mordió sus labios, se sonrojó y me respondió:

—¿Yo? No, no, yo estoy bien.nLo que tengo es sueño, así que vete de aquí. Déjame dormir.

—¿Estás segura? —le pregunté, acostándome en la cama al lado de ella.

—Por su puesto —me respondió dudosamente y en ese momento, me giré rápidamente y quedé sobre ella.

Nuestras respiraciones se agitaron y nuestras miradas se encontraron, entonces decidí avanzar un poco más.

—Eres una mentirosa. Pero en este mismo momento, lo podemos comprobar, ¿aceptas el reto?

Ella asintió y yo sin perder tiempo, metí mi mano dentro de su mono y la toqué encima de su panti. Estaba tan mojada que mi dedo se empapó.

Eso era suficiente, pero no podía desaprovechar esa oportunidad. Aparté su panti y rocé mi dedo en su entrada.

Un gemido escapó de sus labios y toda mi cordura se esfumó.

—Oh por Dios. Mira como está esto. —le expresé con mi voz jadeante.

Después fui un poco más lejos y lo introduje un poco. En ese lugar estaba aún mejor, incluso sentí como salía su esencia. Estaba a punto del colapso. Pero sabía que debía parar y cuando me dispuse a sacar el dedo, ella me sostuvo la mano.

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