CAPÍTULO 2

Debo confesar que sentí una gran tristeza y pena por él. Debe ser horrible, no recordar nada y andar vagando por ahí. Pasé el día inquieta en el trabajo y cuando salí, me fui directo a mi casa. Cuando iba llegando, lo ví sentado en el parque que está cerca. Llevaba la misma ropa, pero decidí ignorarlo y seguí directo. No es mi problema ahora.

Entre a mi casa, cerré la puerta y me senté en el sofá a ver la televisión. Hoy traje para cenar, unos panecillos dulces y un poco de chocolate caliente, que sobró en el Restaurante y Alberto me lo regaló.

Cuándo comenzó a bajar la temperatura, prendí la calefacción. Aunque no funcionaba bien era lo mejor que tenía. Pero me sentía inquieta y no pude evitar asomarme por la ventana. La ventisca golpeaba el vidrio y pude observar que había empezado a nevar.

Mi conciencia me atormentaba. No podía imaginarlo sentado afuera con este clima. Entonces tomé una manta, me abrigué y salí hacia donde lo había visto la última vez.

Afortunadamente, no estaba ahí. Sentí un gran alivio, al pensar que lo había ayudado alguien más. Entonces decidí regresar y al caminar, fijé la mirada hacia la parada del autobús.

Y ahí diviso algo o mejor dicho, a alguien sentado. La persona tiene la cabeza entre sus piernas, tratando de mantener el calor.

Maldigo internamente mi buen corazón y me acerco a él. Sin perder tiempo. Coloco la manta sobre sus hombros. Él levanta su rostro y me observa fijamente. Tiene los labios morados y la piel pálida, de ese hermoso color canela no queda nada.

Entonces me agachó y le susurró:

—Ven levántate. Vamos a casa.

Pero él niega con la cabeza y con una voz temblorosa me responde:

—No, no es necesario. No quiero molestar con la manta es suficiente. Mañana resolveré que hacer.

—Vamos. No seas terco, no sobrevivirás esta noche y no quiero cargar con tu muerte en mi conciencia.

El hombre sintió mucha calidez en su corazón.

Yo no quería ser una carga para ella. Pero no tenía opción. Por eso, decidí aceptar su ayuda. Entonces me levanté, pero me sentí mareado y ahí caí en cuenta, de que no había comido nada desde ayer.

Me apoyé en su hombro y caminamos despacio. Me sentía muy débil. Pero cuando llegamos a su casa, sentí el agradable calor rozando mi rostro y le agradecí.

Ella fue hacia la cocina y me trajo unos panecillos y un chocolate bien caliente y me los entregó.

—Toma, es todo lo que tengo. Yo ya cené. Voy a ver si te consigo, algo de ropa para que te cambies.

Ella fue a la habitación y vino con un pantalón y una camisa, eran de talla grande. Pero era de color rosa, ella reía a carcajadas, mientras me extendía la mano con esa ropa.

—Lo siento, pero es todo lo que tengo y debes cambiarte no te puedes quedar con esa ropa mojada. Vamos ve a cambiarte y dame tu ropa para ponerla en la lavadora.

Entro al pequeño baño y se me ocurre dejar, quinientos diez dólares en el bolsillo y esconder lo demás. No quiero asustarla. También escondí mi cartera con mis documentos de identificación y mis tarjetas de crédito.

Gracias a Dios que fue por mí. No podía alojarme en ningún lugar cercano. Mis enemigos pueden localizarme y terminar su trabajo.

Necesito quedarme aquí. Hasta que mis hombres vengan por mi. Entonces me desvestí, me metí en una pequeña tina improvisada con agua tibia, me relajé un poco e hice un resumen mental de los últimos acontecimientos.

"¿Cuántos días tardarán mis hombres, en venir por mí?", no puedo llamarlos. Porque no sé, en quien confiar. Solo mis hombres de confianza sabían de mi viaje a este país. Por eso, creo que lo más conveniente es esperar a que mi hermano, llegue la semana que viene de su viaje y llamaré a su empresa.

Me avergüenza mucho, tener que engañar a esta niña. Pero en este momento es mi tabla de salvación. No conozco a nadie en este país. Por eso, lo más conveniente por ahora es seguir fingiendo amnesia.

Pero ahora, debo buscar la manera de comprar comida. Claro que tengo dinero y no es justo comer lo poco que ella consigue. Ya me las ingeniare para justificar el dinero ante ella.

Salgo de la tina, me seco con un paño de color rosa y cuando me termino de vestir, me veo al espejo y me burlo de mi mismo.

"¿Qué dirían en Italia. si vieran al jefe de la mafia más temido, vistiendo ropa de una mujer gorda?"

En eso, escuchó que tocan la puerta y salgo, para convertirme en la burla de mi pequeña anfitriona.

Ella reía a carcajadas y me señalaba con el dedo. En realidad, me molesté un poco y en un impulso la agarré por el brazo, la atraje hacia mí y la presioné contra mi pecho y la miré fijamente a los ojos.

—¿Vas a seguir burlando de mí? —le pregunto, riéndome y ella solo niega con la cabeza. En un momento nuestras miradas se cruzan y siento su dulce aliento a chocolate, su aroma me embriaga y mi cuerpo reacciona, mostrando mi excitación con una prominente erección.

Me alejo apenado. Porque creo, que se dio cuenta.

Ella se sonroja y después me toma por el brazo y me lleva hasta el sofá.

Extiende su mano y me entrega en dinero. Me dice que lo encontró en mi pantalón. Yo me hice, el sorprendido y los tomé. Había quinientos diez dólares exactos. Afortunadamente, ella pasó la prueba y me di cuenta de que es honesta.

Ella se acercó hacia mí y me susurró:

—Déjame curarte la herida, debe estar húmeda.

Me quedé embobado, viendo como se alejó hacia la cocina y regresó con un botiquín de primeros auxilios. Buscó todo lo necesario y con mucho cuidado, me limpió y me cambió la venda.

Luego me vio directo a los ojos y tuve un impulso de besarla, pero con mucho esfuerzo, me controlé ella se sonrojo y me dijo:

—Vamos a ver televisión, —me dijo y es cuando me doy cuenta de que improvisó la cama de ayer.

—¿Vas a dormir conmigo? —le preguntó sin poder disimular la emoción.

Pero, ella niega y me responde:

—No. Solamente me acostaré aqui, mientras termina la película.

—Ah ok.

Ella me mira fijamente a los ojos y me preguntó:

—¿Puedo pedirte algo?

Yo le sonrió.

—Soy todo tuyo —le respondo, bromeando.

Oh. Por Dios, este hombre definitivamente, va a enloquecerme con esa sonrisa seductora.

Pero debo mantenerme firme. Entonces me pongo sería y le respondo:

—No es eso. Pervertido, es una promesa o mejor dicho un juramento.

Al terminar de decirle esto. Me siento frente a él y me observa con esos hermosos ojos profundos y yo dudo, pero bueno necesito una garantía

—Usted dirá, señorita.

—Júrame que jamás, jamás me harás daño de ninguna manera. Júrame que no pagarás mi bondad, con maldad.

Él fija su mirada en mí y siento que está pensando, en que responderme y eso me llenó de dudas.

Yo escuché lo que ella me dijo y sus palabras, me llenaron de ternura. Pero también de remordimientos. Porque no sé, si puedo cumplir esa promesa. Yo solo usaré de ella lo que necesite y después la desecharé. Está en mi naturaleza. Es lo que siempre hago con la gente que me rodea. Gracias a eso he llegado a donde estoy. No tengo corazón, ni sentimientos para nadie. Pero en este momento, debo seguirle el juego.

Entonces levanto mi mano derecha y le respondo:

—Te lo juro y también te lo prometo. Ahora dame un beso para sellar el pacto.

Ella solo se ríe. Me besa en la mejilla y me dice:

—Listo. Pacto sellado. Ahora vamos a ver la película, que se nos van a enfriar las palomitas de maíz.

—¿Ó sea, que tendremos una pijamada o algo así?

—Si ¿por qué, te parece infantil? —Me dijo ella, haciendo un pequeño puchero.

Y yo mordí mis labios, para evitar besarla, mientras le respondí.

—No, tranquila. Me parece muy bien.

Ambos nos sentamos en el sofá y sin perder tiempo, la atraigo hacia mí y la abrazo. Sentir el calor que emana de su piel y su aroma me excita demasiado.

Esto que ella despierta en mí, me asusta. No he logrado estar con una mujer desde hace cinco años. Cuando mi mujer me engañó, con mi mejor amigo y los asesiné a los dos.

Después de eso, he intentado estar con otras mujeres. Pero no logró excitarme lo suficiente. Aún no entiendo. Porque mi amigo no me responde.

Según los médicos, físicamente estoy en perfectas condiciones. El psicólogo dice que tengo un bloqueo mental y que es mi forma de castigarme por lo que hice. Que cuando yo considere que he purgado mis pecados. Mi cuerpo volverá a reaccionar. Pero con esta niña, es la segunda vez que me pasa. La primera vez, me hice el dormido. Pero esta vez, me tocará pasar la vergüenza.

Pero no puedo contenerme. Entonces me disculpó con ella, me levanto y me voy al baño.

Tengo que aprovechar para desahogarme. Apenas entro y cierro la puerta, me bajo el pantalón y comienzo a satisfacerme. Por más que trato de contenerme, unos pequeños jadeos se escapan de mis labios.

Siento que estoy muy cerca del orgasmo, trato de apretar más mis labios, para que no se escapen mis gemidos. En ese momento, comienzo a correrme y doy un último gruñido de placer.

Cuando escuchó que tocan la puerta y escuchó su voz.

—Oye ¿estás bien?

—Si, si, fantástico —le respondo, todavía agitado y feliz. Hace más de cinco años, que no tenía un orgasmo.

Y para dar risa, el Gran Luciano Costello se ha masturbado, pensando en una chica simple de Canadá, con una fea cicatriz en la cara. Esto debe ser una maldita broma.

Después de burlarme de mi propia desgracia. Salgo del baño y la consigo acostada en la cama envuelta en la sabana, parece una oruga.

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Comments

Elizabeth Pinto

Elizabeth Pinto

No había otra foto? Me estaba haciendo la idea de alguien más lindo, que frustrante 😂

2025-02-20

1

yenny sanchez

yenny sanchez

luciano el hermano de jean piere

2024-12-27

2

🤩🍀Claudia🍀🤩

🤩🍀Claudia🍀🤩

ay Luciano esta es la indicada par tí, por eso te pasa eso jajajja

2024-11-04

1

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