Capitulo 8: Mi novio.

Esa misma noche había llegado al hogar de Gar, mi novio, uno que había aceptado por el bien de mi papá.

Uno por el que que no tenía sentimientos algunos y que él lo sabía perfectamente, pero aún así estaba bien cómodo con nuestra relación ya que al parecer el "me amaba" y eso creían todos los del clan.

- No te esperaba Ashdi.

Decía Gar dejándome entrar a su casa y sirviéndome una bebida.

- Pareces cansada, esto te ayudará cariño, ven y siéntate.

Aún no me acostumbraba a sus palabras de afecto y su trato conmigo...

Tampoco los quería, me hacian sentir extrañamente sofocada como si estuviera en un territorio ageno.

- Escuché que hoy comenzaste con tu nuevo trabajo ayudando a guiar a los niños del clan.

- Que envidia, esos niños podrán verte todos los días.

- Yo también quiero ver todos los días a mi preciosa Ashdiara.

Yo estaba sentada tomando mi bebida y de pronto Gar se sentó a mi lado y acariciaba mi cabello.

- ¿A qué se debe el honor de que me visites está noche? -Dijo Gar susurrando a Ashdiara-

Yo me levanté de inmediato y fui a lavar el vaso vacío.

- Si te pido un favor... ¿Lo harías?

Gar se me quedó viendo sorprendido.

Con esos ojos rojizos igual a los de todos en el clan y el mismo color de cabello rojo intenso.

Esos rasgos distintivos que el tenía no me gustaban para nada, su cabello risado un poco por debajo de su cuello y ese lunar cercano a su boca en el lado derecho, esos ojos finos que siempre desprendían un aura de desprecio a todos.

Gar era un espíritu de fuego de alto nivel el cual quería que yo tuviera su descendencia.

El también se levantó del asiento y se acercó, estando de pie a solo milímetros de mí, pasó su mano por mi hombro derecho dando una pequeña caricia.

Sentí escalofríos.

Seguidamente subía su mano por mi cuello hasta llegar a mi mejilla y bajar a mi mentón donde me hizo verlo fijamente a los ojos.

- ¿Que quieres? -Preguntó Gar cautelosamente-

- Mi amada Ashdi nunca me pide nada.

- Si me estás pidiendo algo... No debe ser una cosa que se pueda conseguir fácilmente.

- Por qué de ser así, seguro tú, mi hermosa y poderosa espíritu de fuego, lo tomaría ella misma sin ayuda de nadie.

Yo en ese momento aparte su mano de mi mentón y deje de mirarlo.

Me aleje de Gar y me acerque de nuevo al largo asiento.

Me senté de brazos cruzados y le quede viendo fijamente. No podía demostrar debilidad con Gar por qué si era así...me vería como un objeto fácil de manipular.

- Dame al reen.

- Déjale que tenga libertad para andar por el clan.

- Ya que si el tiene dentro suyo mana vital de un espíritu de fuego, significa que uno de los nuestros confío lo suficiente para hacerlo.

- ¿Que pasa si es de otro Clan? -Dijo seriamente Gar-

- Una vez recupere la memoria podrán interrogarlo cuánto gusten.

- ¿Si recupera la memoria y huye?

- No lo hará. No soy nada débil para dejarlo ir fácilmente, si sigues intranquilo pon a Alei a qué me supervise.

- Alei es una bestia inútil bajo tus pies, el hace cada cosa que le digas como un animal domado.

- Entonces pásate de ves en cuando tú mismo a supervisarme.

- Oh... Tu mi amada Ashdi ¿Soportarías tenerme a tu lado con tal de ayudar a esa cosa?

- No es una cosa. Es un espíritu como nosotros.

- No parece uno, no tiene ningún rasgo de ningún clan. Es peligroso, es una amenaza. -Dijo Gar imponente-

- Hagamos un trato, si logro que el este bien y recuperé su memoria por completo, entonces me entregaré por completo a ti.

JAJAJAJA -Reía a carcajadas Gar-

- Oh mi hermosa Ashdi ¿Que ganas tu de ese trato? Además, si yo quisiera podría hacerte mia en cualquier momento. No eres rival para evitarlo.

Decía Gar de manera engreída mientras se acercaba a pasos rápidos hacia mi.

Una vez estuvo frente a mi, quien estaba sentada aún de brazos cruzados.

El se inclino, apoyando sus manos en el espaldar del asiento, uno a cada extremo de mi.

Acercó su rostro al mío a milímetros y me susurraba con esa imponente y arrogante voz.

- Tú, ya eres mía Ashdiara.

Justo en ese momento yo levanté mi brazo derecho y lo lleve atrás de su cabeza jalando de su cabello hacia atrás.

- ¡No te atrevas! ¡Quizá no sea tan fuerte como tú, pero no me quedaré de brazos cruzados!

El sonrió.

Una maldita sonrisa, que lo hacía parecer que disfrutaba enfadarme.

El alejó el brazos con que el que jalaba su cabello y se sentó a mi lado.

CONTINUARÁ.

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