Déjame ir

-¿Mamá?- Dije con un hilo de voz, Marc se encontraba igual de sorprendido. Con la obscuridad costaba trabajo observar claramente, aquel ser tan parecido a mi mamá estaba levitando sobre la cama de Marc, llevaba un vestido rosa pastel completamente desgarrado , escurría sangre que desaparecía al caer, sus rostro era igual que el de aquella vez, lleno de dolor, sufrimiento, angustia. Su mandíbula estaba apenas sostenida por unos cuantos ligamentos; donde debía estar su ojo derecho escurría sangre, su cara aplastada causaba terror, su nariz estaba sumida, se apreciaba claramente los huesos de sus pómulos. Por su cuerpo tenía miles de cortes, unos más profundos que otros, en sus muñecas se veía la marca de las ataduras, sus brazos tan delgados y frágiles parecían de un niño. Al moverse se escuchó un crujir, su cabello negro tan largo y suave que era antes estaba desordenado y sucio.

Me miró con aquel ojo café claro lleno de tristeza y odio. Sus rodillas volteadas le daban un aspecto aún más deforme ya que no podía estar del todo recta, su cuerpo se inclinaba ligeramente a la izquierda, dejando sus brazos colgando. Comenzó a girar su cuello creando un sonido totalmente indescriptible, giró totalmente dejándolo flojo provocando que no se sujetara su cabeza. Movió una pierna con dificultad, y luego la otra, avanzando hasta el borde de la cama, sentía como el aire se volvía pesado, alzo sus brazos a los extremos, cuando menos lo notamos ya estaban al revés, huesos se veían tan claros como el cielo. Simplemente su imagen me llenaba de tristeza y de un temor asfixiante. Marc me sujeto con fuerza, no quitábamos la mirada de un segundo… y el tiempo era como si se hubiese detenido. Salto frente a nosotros, pero sus piernas no la sostuvieron y cayó al suelo con un fuerte golpe; estando tan cerca de ella visualice mejor su cuerpo. En vida había sido toda una belleza, sana y con carácter dulce pero a la vez fuerte, sus ojos claros con pestañas tan largas y chinas le daban un aspecto reluciente, pero aquella mujer de cuerpo fuerte había desaparecido, ahora eran simples huesos cubiertos de piel, se comenzó a levantar solo con las piernas y al estar incorporada lloró frente a nosotros.

-ES TU CULPA, ÉL ME LLEVÓ POR TÚ CULPA, DEJAMÉ IR- Gritaba tan desgarrador que al oído era una tortura al igual que al alma. Mis ojos se inundaban de lágrimas, más de miedo que tristeza. Marc no soltaba mi mano y se encontraba firme ante aquel ser, aparentemente mi madre. Tomé fuerzas de lo más profundo de mi corazón.

-Perdóname mamá, lo lamento tanto, debí de haberte protegido, perdóname, no pude proteger a papá… Y esta vez no pude hacer nada por ti- La voz se me quebró, mis lágrimas sin poder contenerse brotaron a través de mi piel blanca cayendo al piso. Ella lloró sin parar y su cuerpo comenzó a tomar un brillo blanco. Sin detenerme corrí y la pude abrazar una última vez, su cuerpo resplandeció y tomó su forma original, acaricio mi cabello y me sumergió en un cálido abrazo.

-Hija mía, no te rindas- Su dulce voz era tranquila, como una suave brisa del verano, era la melodía más hermosa que había escuchado. Su mano resbaló entre mi cabello, se esfumo de mis brazos, dejando un vacío en la habitación. Me tire de rodillas al piso, dejando llevarme por el peso de la tristeza. Jack y Kate abrieron la puerta.

-Escuchamos un golpe- Kate llevaba puesto una pijama morada, su cabello recogido en una trenza de lado, Jack una playera blanca y pantalón gris holgado, su cabello negro estaba desordenado. Los miramos pálidos de la sorpresa.

-Solo una pesadilla- Dijo Marc mirándome con tristeza, aquellos ojos azules eran reconfortantes. Respire profundo y con cuidado me incorpore.

-Lamento haberlos despertado- Hice una reverencia y sin decir nada más me deje caer en la cama tapada hasta los oídos por la sabana. Mi sentir me consumía, me había podido despedir de mi mamá, estaba en calma y a la vez tan agitada, Jack dejó la puerta abierta y Kate se despidió de nosotros con cariño. Marc se recostó a mí lado, sentía sus dedos pasar por mi cabello, me relaje con totalidad y caí en un profundo sueño.

Al amanecer el ruido de pasos apresurados me despertó, mi cuerpo lo sentía extrañamente pesado, mis ojos estaban secos y con lagañas. Salí con pesar de la cama, me metí a bañar, el calor del agua regreso parte de mi fuerza. Vestí una hermosa falda color morado con holanes y una camisa blanca de manga larga de botones, dejé mi cabello suelto, estaba más largo de lo habitual casi me llegaba a la cadera, coloque un moño morado para decorar y salí. Todos estaban preparando unas cosas.

-Hola Clare, ¿Ya estás lista? Tenemos que partir cuanto antes, desayunaremos afuera- Me dijo Kate mientras iba de un lado a otro de la sala. Tomo unas cuantas cosas más y salimos, Jack se separó cuando llegamos a la esquina que daba a la calle principal. Fe fue a dirección de ella y nosotros fuimos por un callejón algo reducido, según Kate un “ATAJÓ” Nos daba la impresión de que terminaríamos perdidos.

La falda de Kate le llegaba un poco más debajo de las rodillas, era de color gris, Su blusa de manga larga blanca llevaba un bonito prendedor de flores, Marc, en cambio, llevaba un pantalón negro y camisa de manga corta igual negra, ese conjunto palidecía más su piel resaltando sus ojos. Aquel callejón nos llevó a una plaza, llena de color y vida. La gente iba y venía, preparaban sus puestos, muchos clientes ya esperaban desde antes. Era un lugar rustico pero repleto de cosas que ni en mis mejores imaginaciones habría podido crear.

Kate nos condujo hacia una casa junto a uno de los callejones, nos llevó a él y en la puerta lateral toco cuatro veces, una rejilla que tenía la puerta se deslizo y se asomaron unos ojos ya marcados por el transcurso del tiempo eran de un color café opaco, aquellos ojos miraron a Kate, cerro la rejilla y enseguida abrió la puerta. A través de ella visualizamos a un señor ya viejo, encorvado, que sostenía un bastón ya desgastado, en su cabeza había un sombrero café claro con una cintilla verde.

-Hola hija- Dijo aquel señor.

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