Ellos no habían intercambiado una palabra desde entonces.
Vito había tenido que esperar un año para conseguir legalmente el derecho de llevar al niño a Italia. Antes de eso, había tenido que ir a Inglaterra para ver a su hijo. Y hasta el presente momento, Santo había sido llevado y traído de vuelta por su abuela, para que sus padres no se encontraran.
En verdad, el único punto amigable mantenido por Lia y Vito había sido reconocer que Santo tenía el derecho de amarlos igualmente, sin sentirse presionado o influido por las desavenencias entre sus padres. Eso fue siempre enfatizado por una enérgica abuela, que fue alzada a la posición de juez muchas veces, cuando la hostilidad entre ellos estaba en auge.
Lia se había acostumbrado a oír tranquilamente, cuando Santo discurría apasionadamente sobre las virtudes de su adorado papá, e imaginaba que Vito se había habituado a hacer lo mismo con relación a ella.
Eso, sin embargo no significaba que la enemistad entre ellos hubiera disminuido. Era sólo un disfraz, por el bien de Santo.
- En verdad\, yo quería hablar con Luisa.
Explicó lo más fría y rápidamente que pudo.
- Si pudieras llamarla\, te lo agradecería.
- Y yo insisto en saber.
Replicó él, incisivo.
- ¿Qué es tan importante\, para que tú te arriesgaras a llamar para acá?
Lia percibió que él no dejaría a Luisa interferir.
- Prefiero hablar con tu madre.
Insistió ella, obstinada.
- Está bien.
Respondió tranquilamente.
- Cuando vaya a buscar a Santo por la mañana.
- ¡No\, Vito\, espera!
Gritó, poniéndose de pie, con un salto.
Descubrió, con pánico, que Vito iba a colgar. Súbitamente se puso a temblar, mientras pensaba en qué hacer. Un silencio estático zumbaba en su oído. La línea no fue desconectada. Lia sintió que Vito no diría una palabra mientras ella no justificara su insistencia.
- Estoy teniendo problemas con Santo.
Finalmente habló.
- ¿Qué clase de problemas?
- Prefiero discutir eso con Luisa.
Respondió.
- Es que quiero la opinión de ella sobre qué hacer\, antes que llegue aquí mañana.
Tartamudeó.
Le gustaría tener el coraje para impedirle a Luisa ir a su casa al día siguiente, pero no intentó desafiar a Vito. Experiencias pasadas le habían mostrado cuan desagradable podía ser él.
- Por favor\, espera en la línea.
Dijo Vito fríamente.
- Mientras transfiero la conexión a otro aparato.
¿Será que él obedecería su pedido así tan fácilmente?, Lia se preguntó sorprendida. Se controló, sin embargo, y murmuró.
- Gracias.
Librándose un poco de la tensión, ella se dejó caer nuevamente en el sofá. Se felicitó íntimamente. Las primeras palabras que habían intercambiado después de años no habían sido tan hostiles, finalmente.
Al menos no habían intentado destruirse mutuamente.
En ese momento, ella se concentró en lo que le diría a Luisa. La verdad parecía el camino más lógico, pero la verdad siempre fue un asunto delicado entre ellas. Entonces, ¿qué decirle? ¿Debería echarle nuevamente la culpa a supuestos problemas de Santo en la escuela? ¿O en la vida doble que él era obligado a llevar, con padres viviendo en países diferentes?
De hecho, había dos estilos de vida para Santo. El primero básicamente normal. La calle limpia y bonita de un suburbio de Londres, con sus hileras de casas de familia de clase media, perfectamente normales. A miles de kilómetros de allí, en otro país, la vida era totalmente distinta de la llevada por la mayoría de las familias. Cualquier persona se quedaría confusa. ¡Qué decir de un pequeño niño! En vez de vivir en un suburbio, en Nápoles, Vito vivía en el campo. Su casa era un palacio, comparada con la de ella, su patrón de vida lujoso provocaría asombro en la mayoría de las personas.
Cuando Santo visitaba Nápoles, su papá dejaba de lado el trabajo de director de una importante compañía internacional para dedicarse exclusivamente a él. Además de eso, su amada abuela estaba siempre lista a prodigarle la misma cantidad de atención y amor.
Lia no tenía familia y trabajaba todo el día, estuviera Santo o no en Londres. Él había tenido que aceptar que una niñera lo retirara en la escuela y se quedara con él en su casa hasta que Lia pudiera ir a buscarlo.
Pero nada de eso era la verdadera causa de la rebeldía del niño. Santo aún no tenía edad suficiente para entender lo que en verdad lo irritaba. Sólo después de incontables crisis de llanto del niño, y mucha paciencia de parte de ella, Lia había comenzado a comprender los ataques de rabia de su hijo.
Aquella noche, finalmente la verdad había aparecido. Un nombre que ella temía, a punto de sentir escalofríos en la espina, había salido súbitamente de los labios de su hijo. Pero no fue simplemente el nombre que había dejado a Lia sacudida, sino el dolor y la angustia que Santo había demostrado al pronunciarlo.
Ella conocía aquellos sentimientos por experiencia propia, sabía como ellos podían destruir la auto confianza de alguien. Sabía que, si Santo había dicho la verdad, él tenía toda la razón de no querer saber nada más de su familia italiana. ¿Ella no había tenido la misma reacción?
- Pronto. Habla.
La voz de Vito ordenó.
Lia pestañeó, intentando volver a la realidad.
- ¿Dónde está Luisa?
Ella quiso saber, comenzando a impacientarse.
- No me acuerdo de haberte dicho que iba a llamarla.
Replicó Vito.
- Santo es mi hijo\, déjame acordarte. Si estás teniendo problemas con mi hijo\, entonces habla sobre eso conmigo.
- Él es nuestro hijo.
Corrigió Lia, mientras intentaba encontrar una salida.
Ya era bastante complicado tocar en el asunto con Luisa. Ella no podía concebir la idea de hablar sobre aquello con Vito.
- Entonces\, finalmente\, reconoces eso.
La observación realmente la alcanzó de lleno, y ella cerró los labios intentando no contestar. Esfuerzo inútil. Las palabras brotaron sin que ella pudiera controlarse.
- Intenta algo de sarcasmo\, Vito.
Habló.
- Tal vez ayude.
Ella lo oyó suspirar y después el sonido familiar del cuero del sofá cediendo bajo el peso de él. Instantáneamente, supo en que cuarto se encontraba.
La antigua oficina de su padre, que había pasado a pertenecerle después que Lúcio Martino había muerto, cuando Santo tenía sólo un año y medio.
Pudo visualizar la oficina tan bien como visualizara a Vito momentos antes. Vio su tamaño, su forma y su elegante decoración antigua. Las paredes de color neutro, el suelo encerado, las piezas seleccionadas de muebles renacentistas, inclusive el escritorio de Vito.
- ¿Aún estás en la línea?
- Sí.
Respondió distraída.
- Entonces\, ¿quieres hacer el favor de decirme que problemas son esos que Santo está teniendo\, antes de que yo pierda la paciencia?
- Problemas en la escuela.
Resolvió decir.
- Comenzó hace semanas\, inmediatamente después que tú lo visitaste aquí.
- Parece que para ti la culpa es mía.
- Yo no dije eso.
Negó.
- Sólo estoy intentando explicar lo que está sucediendo.
- Entonces\, te pido disculpas.
Él habló.
Mentiroso, pensó ella.
- Él está siendo grosero en la clase.
Ella se forzó a proseguir.
- Enfadado e insolente. Después de un ataque de rabia\, la profesora amenazó con llamar a los padres a la escuela para hablar de su comportamiento. Él respondió que el padre vive en Italia\, que no vendría porque es rico y demasiado importante para incomodarse con esos detalles.
Lia oyó el suspiro desanimado de Vito y supo que él había comprendido la importancia del asunto.
- ¿Por qué él diría una cosa de esas\, Vito?
Preguntó secamente.
- A menos que alguien le haya hecho creer que eso es verdad\, que alguien le haya dicho eso para que él pudiera repetirlo.
- ¡Y tú crees que fui yo!
Exclamó, haciendo a Lia perder la paciencia.
- No sé quien fue.
Ella casi gritó,
- ¡Pues él no lo dice! Pero puedo adivinar. Él se rehúsa a ir a Nápoles con Luisa mañana. Dice que\, ya que a ti no te importa él\, ¿por qué darse al trabajo?
- Entonces llamaste acá para que mi madre no vaya a buscarlo mañana.
Él conjeturó.
- Qué mejor manera de lidiar con el problema\, Lia. En conclusión\, Santo sólo está diciendo lo que tú siempre deseaste\, durante todos esos años. ¡Así\, yo quedo fuera de tu vida!
- ¡Tú ya estás fuera de mi vida!
Exclamó.
- Nuestro divorcio saldrá al final de mes.
- ¡Un divorcio que tú provocaste!
- Él acordó.
- ¿Ya se te ocurrió que ese pequeño detalle pueda ser la causa del comportamiento extraño de Santo? O tal vez haya alguna cosa más. En ese caso\, yo sólo necesitaría ir hasta la otra punta de esta línea telefónica para descubrir quien está envenenando la mente de mi hijo contra mí.
- ¿Estás pretendiendo decir que yo le digo a nuestro hijo que\, para ti\, él es una molestia?
Replicó con esfuerzo.
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Updated 27 Episodes
Comments
Ruth Piedra
ya lo e leído como 2 veces y lo estoy leyendo de nuevo
2024-09-07
1
mimar silva
dónde gamos es normal
2023-01-31
0
Milcaris
Llevada a la realidad. Cosas que muchas veces pasan con padres separados y el niñ@ es el que más sufre y como padres no vemos eso.
2022-12-28
0