Te creo

🗨️ Después de escuchar la historia Angélica miró el libro con curiosidad.

Angélica: ¿Será que este libro, es el de que usaba Maritza?

Amelia: sabes que tengo la duda, ¿dónde lo encontraste exactamente? 

Angélica: en la biblioteca, pero no en las estanterías, sino arriba de las repisas que están a la entrada, solo logre verlo cuando me subí en la escalera a buscar libros de la parte alta de la estantería. 

Amelia: podría ser el libro, pero ten mucho cuidado, que nadie se de cuenta que lo tienes. 

Angélica: y también encontré la cabaña de Maritza, solo que Fausto no dejó que me acercara a ella.

Amelia: hizo muy bien en detenerte, no sabemos que pueda haber en ese lugar, no puedes ir sola hasta allá. 

Angélica: entonces acompañame, puedes ayudarme a buscar, podemos encontrar alguna forma de ayudar al príncipe. 

Amelia: yo no tengo tus habilidades, ni siquiera logró ver lo que escribe en los pergaminos, pero si puedo ir contigo. 

Angélica: podemos ir mañana, no tenemos mucho por hacer en casa y de una vez recogemos especias. 

Amelia: esta bien, ojala no llueva esta noche o el río estara crecido en la mañana. 

Angélica: si llueve pues tendremos que ir después, mientras tengo bastante por leer. 

🗨️ Esa tarde Angélica siguió leyendo el libro mientras Amelia estaba concentrada en sus costuras, la ida a lavar al río fue suspendida, la lluvia empezó a caer, no muy fuerte pero constante. 

Angélica siguió leyendo, encontró pócimas muy efectivas para hacer que la tierra se vuelva productiva, esto las ayudó a abonar la tierra y así lograron tener su propia huerta, la venta de especias aumentó considerablemente. 

Por unos días la lectura del libro quedó a un lado tenían que hacer reparaciones en la casa aprovechando las buenas ventas, pero la ida a la cabaña del otro lado del río estaba pendiente. La caldera ya funciona, así tenian la temperatura perfecta en invierno 

Después de varios días de lluvias por fin un día soleado es el día perfecto, para ir al otro lado del río y no solo a visitar la casa de Maritza, también quería tomar alguna guaduas, Angélica tenía una idea en mente desde hacía algún tiempo. 

Se encaminaron muy temprano, llegaron al lugar donde el río permitía el paso al otro lado y pasaron, Angélica entró sola por así decirlo, al entrar a la vieja casa se encontró con un lugar que en algun momento fue muy ordenado, tenía una mesa con sus cuatro sillas, en la pared algunas fotos muy, pero muy antiguas, en ellas se ven dos mujeres muy bonitas, unos pocos adornos, en el cuarto habían dos camas aún tendidas, un par de libros en una estantería todos se irían con Angélica. 

Pasó a la cocina y encontró una gran alacena con muchas aromas, especias que ella no conocía, en un rincón un libro de recetas de cocina muy antiguos, con algunas combinaciones mágicas para diferentes resultados, Angélica decide llevar todo, necesita encontrar fórmulas que puedan ayudar a Fausto. 

Después de salir de la vieja casa, Amelia le ayudó a pasar las cosas al otro lado del río, pero aún no terminaba, debía caminar un poco, río arriba hasta encontrar los sembrados de guadua, busco algunas delgadas pero resistentes las corto y las amarró y las llevo rodando hasta el paso al otro lado, Amelia no entendía que haría su sobrina con todo eso. 

Después de un buen rato de camino por fin se acercaron a casa, algunos de los hombres que hacían los arreglos en la cerca de la casa fueron a ayudarles con la carga. 

Las guadua que Angélica escogió parecen unos tubos, están tal y como ellas los necesita, para lo que tiene en mente. 

Después de ubicar los libros y lo que saco de la casa de Maritza, era hora de ayudar a preparar la cena. 

Amelia: ¿puedo saber qué piensas hacer con esas guaduas? 

Angélica: Será una sorpresa, querida tía, será un trabajo un poco largo, pero espero que todo salga como lo tengo planeado. 

🗨️ Después de cenar, Angélica solo quería ir a dormir, subió a su cuarto se puso su pijama y se tiro a la cama y durmió hasta que los rayos del sol entraron por las rendijas de las ventanas. 

Al despertar, había un docena de rosas púrpuras, también una nota y algo muy especial, una cadena con un símbolo algo extraño. 

Cambio las flores del jarrón y puso las nuevas, tomó en una mano la nota y en otra la joya, tratando de descifrar el por qué del detalle. 

Querida Angélica. 

Veo que te has encaminado en la búsqueda de algo que yo no alcance a encontrar, estoy seguro que el libro que has estado leyendo tiene mucha información, pero los libros que llegaron ayer a esta casa han inquietado mi espíritu, algo hay en ellos que me ha devuelto la esperanza. 

Pero todo eso que haces te expone y para eso es la joya, quiero que la lleves contigo siempre, a partir de ahora la tendrás contigo día y noche, si no la puedes tener puesta, conservala junto a ti.

Algo despierta mi curiosidad que harás con las guaduas, has traído muchas y otras las has dejado cerca al río. 

Ten cuidado, no te expongas y muchas gracias. 

🗨️ Angélica no pudo parar de reír, tanto que Amelia entró al cuarto y se sorprendió al ver a María sentada en el suelo del cuarto intentando dejar de reír, también vio las rosas y fijo su mirada en la joya que Angélica tenia en la mano. 

Amelia: vamos mi niña parate de ahí, qué es eso que te ha puesto así, Angélica le ha pasado el pergamino a Amelia sin pensar en su limitación para leerlo, pero esta vez fue distinto, ella pudo leer la nota. 

Amelia: tranquilo que yo me encargaré de que tenga la joya puesta todo el tiempo, en cuanto a las guaduas, tengo las mismas dudas que tú. 

Angélica: ¿has podido leerlo? Me causó mucha risa que el príncipe sea tan chismoso, parece a las amigas de mi madre todo lo quieren saber.

Amelia: Claro, como no, si ahora creo en lo que tu vez y estoy dispuesta a ayudarte a encontrar eso que necesitamos. 

🗨️ Angélica le dio un fuerte abrazo a su tía, para ella que Amelia le crea, es algo muy valioso, se siente apoyada y lo principal se siente amada, para Amelia también fue divertido saber que al igual que ella, él quiere saber para que trajo la madera del otro lado del río.

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