Escapé.

Salimos por una puerta escondida entre piedra que estaba en el jardín de nenúfares, una vez más tuve que esconderme gracias a la regente Ariann, estaba más confundida que antes no entendía nada, ¿Porqué Sarah me delató? ¿Que me iba a decir antes de que llegaran el Duque Grapham y Justin? Suponía sin miedo a equivocarme que al menos esa noche no obtendría respuestas.

El Duque Grapham nos facilito un par de caballos y así partimos, desde mi punto de vista sin rumbo fijo, Justin no me había respondido ninguna de las preguntas que le había hecho, había renunciado al menos por ahora a hablarle, guarde silencio y lo seguí.

Aún tenía miedo que me buscarán los guardias no sabía que tanto les había dicho Sarah, ¿Y si iban por mi familia? No quería que ellos sufrieran por mi culpa, pensaba que lo mejor era entregarme y pagar por lo que sea que me están acusando, tal vez solo me darían algunos azotes como la última vez.

No se por cuanto tiempo cabalgamos, cada vez estaba más oscuro y hacia más frío me dolían las piernas y me estaba dando sueño, hacía todo lo posible por mantener mi mente ocupada no queria sucumbir al cansancio pero cada vez me era más difícil.

- Aquí cerca hay un hostal, pasaremos unos días ahí mientras las cosas se calman. - por fin me habló Justin, yo solo asentí mientras guiaba mi caballo en la dirección que el me decía. Tardamos poco en llegar la mujer que nos atendió era una señora mayor un tanto desalineada.

- Solo tengo una habitación. - nos miro molesta.

Justin me miró incómodo antes de aceptar la habitación, me susurro un lo siento antes de tomar la llave de bronce que le dio la mujer, nos guío más a fuerzas que otra cosa a la habitación.

- ¿Necesitan algo más? - nos pregunto pero por su tono de voz era más bien una cortesía se veía de lejos que no quería que le pidieran nada más.

- Tengo hambre. - dije tímidamente.

- La cocina ya cerró. - me contesto molesta.

- Le daré una moneda de oro si nos trae algo de comer. - sonrío Justin, la mujer lo miro extrañada estiró la mano esperando su pago, pues no creía en lo que Justin le decía, el acepto le dio la moneda y la mujer cambio de humor.

- Bien, veré qué les puedo traer, pónganse cómodos, les traeré una tina con agua caliente a cada uno para que se den un baño. - sonrío y se fue.

Me quite la capa y la puse junto a la cama, la habitación no era muy grande, había una cama en medio de la habitación un par de sillones, una mesa pequeña, una chimenea y un cuarto de baño, al menos daba la impresión de que estaba en un hogar y no huyendo.

- Justin. - lo llame, el me miró pero no supe que decir, la verdad solo estaba asustada, quería estar con mi abuela que me abrazara y por fin poder llorar.

La puerta se abrió era la mujer nos trajo un balde de agua caliente.

- Mi lady su agua está lista. - entro y vacío en agua en el cuarto de baño, dijo que en un momento traía la comida y se fue de nuevo.

- Ve y date un baño, te hará bien. - Rompió el silencio Justin.

- ¡No puedo! - conteste, el me miró extrañado como si no entendiera nada, me moría de vergüenza. - Dos de tus criadas me ayudaron a vestirme necesito ayuda para aflojar el vestido y tambien el corset. - agregue ruborizada.

Río francamente - Date la vuelta, te ayudare. - se acercó a mi, me gire y comenzó a aflojar el vestido, y después el corset cuando estuvo lo suficientemente flojo le dije que era suficiente y sin darme la vuelta y verlo o agradecerle me fui en dirección al baño.

El agua estaba a la temperatura correcta, en el baño no había más que una letrina, y la tina, tampoco había gran cosa para la higiene personal solo una esponja y algo de jabón artesanal por su aroma era de café.

Me bañé lo más rápido posible, no estaba muy cómoda en este lugar pero aún así no era momento para ser quisquillosa, estaba viva, y eso era lo importante, cuando termine mi baño, recordé que no tenía ropa para cambiarme, solo tenía el vestido con el que llegue tenía tres opciones, me ponía el pesado vestido, me quedaba con el fondo del vestido, o solo en ropa interior, ninguna opción me parecía sensata pero no había nada que pudiera usar opte por quedarme con mi ropa interior y el fondo del vestido, me sentía menos desvergonzada.

Salí del baño y vi que Justin ya estaba limpio me dijo que la mujer lo dejo bañar en el baño del pasillo, un baño para todos los huéspedes, también ya había puesto la mesa, unas tazas de leche, algo de pan, un puré y unos granos y semillas era ligero pero nos ayudaría a calmar el hambre al menos por esa noche.

Estábamos comiendo en silencio, yo tenia muchas preguntas, Justin tenía las respuestas pero no quiso ceder antes y tampoco lo haría ahora.

- Se que no quieres hablar, pero al menos dime si mi familia estará a salvo. - rompí el silencio.

Me miró y dejo de comer - Mi padre los cuidara, estarán bien. - por su tono de voz y su mirada sabía que era lo único que diría.

- Vamos a dormir. - hablo sin necesidad de forzarlo - Yo dormiré en el suelo, tú quédate la cama. - asentí y me acosté en la cama, el tomo unas mantas las acomodo en el suelo, en la cama había dos almohadas por lo tanto le di una a el, y ya cada uno instalado en su área para dormir apague las velas.

La habitación estaba oscura y en silencio el cansancio del día y los eventos pudieron conmigo, mi cuerpo comenzó a relajarse y yo entré en un estado de adormecimiento.

- Ahhhhhhh - un grito me despertó, sobresaltada me levanté de la cama y me quedé en una esquina.

- ¿JUSTIN? - murmuré, justo en ese momento algo paso por mis pies, mi cuerpo se heló de pronto comencé a brincar como si estuviera caminado en las brazas.

- Creo que hay ratas. - dijo Justin avergonzado.

- ¿RATAS? - sin saber cómo hice o a dónde me dirigí logré llegar a la cama, mi amigo había logrado encender una vela con las brazas de la chimenea cuando la habitación se aclaró un poco pudimos ver a esos animales en la habitación, paseándose como si estuvieran en su casa, lo mire asqueada, el estaba de pie junto al pequeño sillón individual se veía asustado lo cual me causo gracia, al parecer tampoco dormiríamos bien.

- Duerme en la cama. - dije sin expresión, el acepto de inmediato subió las mantas que había dejado en el suelo y la almohada se acostó, sin duda la noche sería incómoda.