capítulo XII

Ya habían pasado 15 días desde que habían presentado la solicitud de divorcio durante ese tiempo no había abandonado su casa ni una sola vez. Sus hijas había llamado en varias oportunidades Ava estaba feliz trabajando en Vancouver, Amélie se encontraba estudiando para los exámenes antes del receso de verano ambas se habían mostrado sorprendidas al notar que su padre les había depositado dinero, Susan deambulaba por su casa con un letargo en aumento decidida a cambiar esa situación esa mañana había decidido a ir al salón de belleza.

Luego iría cenar con sus amigas ya que era el cumpleaños de Joanne, condujo hasta el salón al ingresar tomó asiento.

Estaban haciéndole la manicura cuando escucho que del otro lado hablaban de David y su amante.

—Mi marido personalmente los atendió si vieras el auto que le compró, si se nota que esa jovencita lo trae de cabeza. Pero los hombres son así, tanta pantomima que hicieron hace tres semanas festejando su aniversario y la cambio por una jovencita a los dos días comentó la mujer.

— Es que algunas mujeres no ven lo que no les conviene respondió la otra.

Ella siguió en silencio ahí en cuanto terminaron de hacerle la manicura salió de ahí y regreso a su casa.

Así viviría el resto de su vida pensó ella, encerrada, recluida al menos no tendría que soportar que hablaran de ella.

Al mirar sobre la mesa que tenía en la sala vio que había correo y entré ellos un enorme sobre color cafe dejó las llaves sobre la mesa y decidió ir a cambiarse se puso un pijama y una bata ya no volvería a salir.

Puso algo de música y decidió abrir una botella de vino se sirvió una copa bebió un sorbo y se dirigió a la sala por el correo, luego de revisar toda correspondencia finalmente abrió el sobre café eran las fotos de su fiesta de aniversario bebió toda la copa y se sirvió otra la botella quedó vacía, mientras seguía bebiendo su copa sentía algo de calor así que se sirvió otra copa comenzó a mirar las fotos y siguió bebiendo.

—Mis niñas siempre tan bellas dijo Susan al ver la fotografía de sus hijas, algunos invitados y entonces reconoció a la mujer del salón de belleza, tu maldita metiche este año no te enviaré una tarjeta en navidad dijo Susan y bebió otro trago.

El teléfono de su casa sono ella se sirvio otra copa, Susan se dirigió a atender la llamada. Era Joanne.

— ¡Susan!, te estamos esperando dijo Joanne algo preocupada del otro lado de la línea un gran estruendo. ¿Susan que pasa?, pregunto ella.

— la mesa me chocó, te veo otra mañana respondió Susan tirada en el suelo corto la llamada. Maldita mesa debería enviarte con David harían buena pareja, ¿dónde has dejado a mi copa?, pregunto ella.

Susan miró a su alrededor decidió gatear hasta el sofá al sentarse ahí observó la botella de vino y comenzó a beber directamente de la botella.

Estiro su mano y tomó una de las fotografías era una de David solo. Bebió otro sorbo de la botella. —Dilo David, ¡Susan pareces muchacho!, ¡qué vergüenza!, exclamó ella. —Eres un maldito hipócrita, tenías que volverme la burla de toda Seattle, hubiera preferido ser viuda,

Al menos sería una viuda joven, en cambio, ahora soy una cornuda vieja grito Susan tirando todas las fotos, ¡Necesito más alcohol!, dijo Susan. Porque mientras yo sufro por ti, tú te revuelca como el cerdo que eres le grito a la fotografía, —eso es iras a vivir al chiquero como el cerdo que eres , Susan tomó la fotografía y la llevó a la cocina la tiro en el cesto de basura y busco otra botella de vino.

En el centro de la ciudad Joanne se encontraba junto a sus amigos, entre ellos el pintor francés Gerard Dubois, quien había viajado desde New York donde estaría presentando próximamente sus últimas creaciones.

— ¿Por qué tan sería hermosa?, pregunto Gerard.

—Estaba pensando en mi amiga Susan, no sé cuando la llame me dio la impresión que había tomado alcohol. Pero deben ser ideas mías, Susan no es así.

Después de unos minutos de no poder apartar esa idea y viendo que algunos invitados se habían ido. Joanne se despidió de su amigo Gerard, iria a la casa de Susan.

— Espera no te vayas, te acompañaré en el taxi no deberías andar sola tan tarde le dijo él.

Mientras el taxista conducía rumbo a lo de Susan. Joanne hablaba animadamente con su amigo sobre la exposición.

—Prometo que iré a verte, tal vez convenza a Susan para que me acompañe.

_ ¿Por qué te preocupa tanto Susan? ¿Está enferma?, preguntó él.

— No, solo la abandono él maridó después de veinticinco años por una jovencita de veinte años.

_ Debe ser difícil dijo él

Al llegar a la casa la música se escuchaba desde el jardín, las luces estaban encendidas.

Joanne comenzó a golpear la puerta al observar por una de las ventanas vio cosas tiradas por todo lados.

_¿Y si esta herida?, dijo Joanne.

_ Veré si hay alguna ventana abierta le dijo Gerard. Tú quédate aquí intenta que te abra. Mientras Joanne seguía golpeando, Gerard rodeo la casa buscando por donde entrar. Susan se encontraba en la cocina intentando abrir otra botella al tirar del corcho la botella se le derramó sobre la bata giro y fue cuando vio a un hombre pasar por el patio, tomó la botella y decidió salir a confrontar al ladrón, salió por el lavadero camino unos pasos se sentía muy mareada entonces diviso la figura del delincuente levantó el brazo he iba a golpearlo con la botella cuando por el rabillo del ojo él vio el movimiento y la esquivo tomándola muy fuerte del brazo y de la cintura la botella cayó al suelo.