Capítulo #6

Dos semanas después, Amber sentía que soñaba, pues Scott había comprado una casa grande para ella y el bebé, en Toronto. Cada día era felicidad para ella, estaba emocionada por la nueva etapa que compartía con Scott.

Scott entró al comedor con una carpeta en la mano, le dio un beso apasionado a Amber y le sonrío.

—Scott — Necesito que firmes esto.

—Amber — ¿Qué es?

—Scott — Las escrituras de la casa y una compensación de diez millones que se te entregará, cuando des a luz.

Amber tomó el bolígrafo para firmar, pero por un instante dudo.

—Scott — ¿Pasa algo?

—Amber — Antes de firmar quiero que tengas claro, que estoy contigo porque te amo.

Por primera vez Amber estaba siendo sincera.

— Scott — Lo sé, yo también te amo Amber, por eso quiero que firmes esto.

—Amber — Si me amas ¿por que no te divorcias y te quedas conmigo?

—Scott— Amber, no quiero tocar este tema de nuevo.

— Amber — Solo dime la verdad ¿por qué no puedes dejarla?

— Scott — Por lástima, y por la presión de mi familia. Pero cuando nazca mi hijo le pediré el divorcio y podremos estar juntos, como a ti te gustaría. Mientras tanto Olivia no debe de enterarse de tu embarazo.

—Amber — ¿Qué pasaría si se llagará a enterar?

—Scott — Buscará la forma de hacerles daño. Por eso te traje a Toronto, lejos de Seattle.

—Amber — Te creó, mi amor.

Sin tener duda, Amber firmo los papeles confiando en las palabras de Scott.

—Scott — Gracias por confiar en mí, amor. Ahora porque no te arreglas y me acompañas a visitar algunos lugares de aquí, nos vamos a divertir.

—Amber — Sí, el encierro me deprime.

—Scott — Anda ve.

Amber subió emocionada las escaleras, Scott sacó su teléfono y marcó el número de su abogado.

—Abogado — ¿Firmo?

— Scott — Sí, te enviaré los documentos a más tardar en la noche.

—Abogado — Pero ¿así, tan fácil?

—Scott — Lógicamente, no lo leyó.

—Abogado — Entiendo. Ya tengo al médico y a las enfermeras que atenderá su parto.

— Scott — También encárgate de conseguir un especialista en fecundación y compra su silencio.

—Abogado — ¿Para que?... En unos meses tendrás en tus manos a tu hijo.

—Scott — Lo necesito para que nadie sospeche, y para mantener alejado a Jeff. No quiero que lo arruine todo por su estúpido amor platónico que tiene por Olivia.

—Abogado — Bien, dame unos días y lo conseguiré.

Scott colgó la llamada y busco en su celular el numero de Olivia para enviarle un mensaje.

—Scott —📩 Mi bella Olivia, pronto tendremos la familia que tanto quiero para nosotros.

—Amber — ¿Con quién hablabas, amor?

— Scott — Hablaba solo.

—Amber — ¿Y que estabas viendo?

Scott inmediatamente guardo el teléfono en el bolsillo de su pantalón.

—Scott — Es la foto del ultrasonido, me ilusiona saber que pronto tendré la familia que tanto deseo.

Amber sonreía de felicidad sin saber, que la burbuja de amor en la que vivía, sería reventada muy pronto por Scott.

La jornada laboral había sido agotadora para Andrew. Estaba cansado de la actitud mezquina de Olivia y los constantes ataques de Brooks contra él, haciéndolo quedar siempre mal ante Olivia.

Por las noches Andrew se dedicaba a pintar y arreglar los detalles que había en su casa. Se había deshecho de algunos muebles viejos y comprado algunos electrodomésticos y una sala nueva para amueblar su casa.

En las madrugadas, a la misma hora, aquella mujer se adentraba al mar, a nadar. En otras ocasiones solo caminaba por la orilla de la playa y se sentaba en la arena a contemplar las olas y mojarse con la brisa marina.

Para Andrew Belf era inevitable no espiar por las ventanas, sentía envidia del mar que la cubría. Podría decir que se había memorizado su silueta en su cabeza y la necesidad de saber quien era, lo perturbaba por las noches.

Por la mañana Andrew llegó al hotel sin mucho ánimo.

—Gerente — La señora O'Grady, lo espera en su oficina, tienen una reunión con el presidente de la empresa Johnson. Evite cometer un error por lo menos este día, porque ya está a nada de que lo despidan.

Brooks no paraba de menospreciar a Andrew. Poco a poco lograba su objetivo de poner a Olivia en contra de él.

Andrew camino hacia la oficina, la puerta estaba abierta. Olivia estaba recargada sobre el escritorio, concentrada en la carpeta que tenía en sus manos.

Andrew no pudo evitar recorrerla de los pies hasta la cabeza. Por un instante la imagino siendo aquella mujer que se estaba convirtiendo en su obsesión. Olivia últimamente causaba ese efecto en Andrew o eran las noches en vela que no lo dejaban razonar bien.

—Andrew — Buenos días.

—Olivia — Siéntese señor Belf.

Contestó Olivia sin quitar la mirada de los papeles, ya había notado su presencia en el momento que la oficina se llenó de su aroma. Y como era ya de costumbre, lo miro por el rabillo del ojo.

El porte de Andrew había mejorado mucho, y su atractivo era más notorio. Se daba cuenta de que los rumores que escuchaba de sus empleadas sobre el nuevo director general, eran muy acertados.

—Johnson — Buenos días, Olivia.

La mirada de Olivia y Andrew se posó en el señor Johnson.

— Olivia — Buen día, señor Johnson. Por favor, pase y tome asiento.

El tono de Olivia era cortés.

—Johnson — Dejemos las formalidades mi querida, Olivia.

Johnson levantó su ceja de forma coqueta, nunca perdía la oportunidad de alagarla o intentar algo con ella.

Para la Olivia el coqueteo de Johnson le era indiferente.

—Olivia — Podemos comenzar cuando este guste, señor Johnson.

Johnson soltó una pequeña risita y se acomodó el saco.

—Johnson — Solo esperemos a la señorita Evans, mi gerente administrativo.

— Olivia — Por su puesto.

Olivia sonrío a medias, era una mujer de poca paciencia. Andrew se sentó derecho en la silla de piel, comenzaba a sentirse incómodo por las miradas de Johnson hacia Olivia.

— Bree Evans — Una disculpa, se me hizo un poco tarde.

Andrew levantó la vista hacia Bree cuando escucho su voz. Bree abrió los ojos de sorpresa, al ver a su excompañero Andrew Belf, su amor platónico.

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